
Jeannette Jara dio la sorpresa en las filas de la izquierda en Chile y ahora va por más. La exministra de Trabajo del gobierno de Gabriel Boric, convertida en candidata del oficialismo para las presidenciales del 16 de noviembre, —al ganar las primarias con 60,4 % de los votos— busca posicionar su historia personal en la opinión pública, para así llegar al sillón del Palacio de La Moneda.
Jara dice tener carisma y presume de sus años en las filas del Partido Comunista de Chile, en el cual comenzó su militancia desde que era muy joven. Tenía 14 años. Sin embargo, a pesar de su larga data dentro de este espacio político, no logra expedirse con claridad cuando se refiere a los regímenes de Venezuela y Cuba. Primero, al chavismo lo califica como “autoritario”, pero cuando se trata del castrismo, se rehúsa a tildarlo de “dictadura”. Probablemente sea por la cercanía explícita que se maneja con sus compañeros de partido en la isla.
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Jara es hábil para distraer, negociar y avanzar. Aprendió desde su ingreso a Juventudes Comunistas, que le facilitó asumir la presidencia de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Santiago de Chile (Feusach). Por medio de este rol lideró extensos paros contra el gobierno de Eduardo Frei, tras oponerse a una reducción del financiamiento basal a las universidades estatales, por esta política como algo de corte “neoliberal”.
Un historial lleno de controversias
Tiene una detención en su historial, por morder a un carabinero en una protesta del aniversario del golpe de Estado del 11 de septiembre. El paso por la federación la condujo a la cúpula comunista. De ahí, la administradora y también abogado no paró de trepar.
Jara también figura como fiscalizadora tributaria de la Dirección Regional Metropolitana Santiago Poniente, jefe de gabinete en la Subsecretaría de Previsión Social, así como subsecretaria de la misma dependencia, justo durante el mandato de Michelle Bachelet en 2017.
El perfil amerita cautela, porque la militancia en el comunismo de “la sonriente Jeannette Jara” pasa desapercibida, según lo que advierte la economista Iris Boeninger, en El Líbero. “Ella no profundiza en sus intervenciones, tiene un programa económico que es imposible de llevar a cabo y la seguridad no es su fuerte ni del PC”, pero, “el discurso de ser un chileno más, hablando desde la niña, la mujer, proclamando la unidad, muestra un modo cercano”.
La “nueva Bachelet”
Jara marca el segundo hito histórico para el partido con su candidatura unitaria a La Moneda, después de que su compañera de partido, Karol Cariola se convirtiera en la presidente de la Cámara de Diputados en abril pasado. Sin embargo, el arribo por primera vez de un comunista a la jefatura del Congreso en más de un siglo lo arruina la investigación en contra de la parlamentaria, por tráfico de influencias ante distintas autoridades como alcaldes, ministros y asesores del Ejecutivo nacional, para solicitar favores en beneficio de empresarios chinos e incluso, para ella misma. La Fiscalía afirma que hay indicios de un “modus operandi”.
Tomar distancia es lo conveniente. Jara ya la asume. “Es importante que los hechos se aclaren”, vocifera la candidata presidencial de la izquierda chilena. Con ello, expone su lado “estratégico”, que le permitió bailar cumbia con desparpajo en televisión abierta, luego de la promulgación de la reforma de pensiones. Incluso, hay quienes la consideran ya la “nueva Bachelet”, en alusión a la expresidente que gobernó en dos periodos al país austral.
El símil no es sorpresa. Ambas, además de militar en la izquierda, tienen un vínculo personal. “Conversan cada cierto tiempo”, según revela ExAnte. Ella reconoce que “admira” a Bachelet y la expresidente le retribuye con asistencia a los actos de campaña, donde Jara repite una narrativa que la llevó al poder: centrar la elección en una disputa del pueblo contra las élites.
Discurso cercano
“Me voy a mi casa a hacer aseo y a cocinar”, dijo al dimitir de su cargo como ministra del Trabajo. Después, preparó café instantáneo en un video de redes sociales, donde además agregó que tiene “un pinche” (enamorado, pretendiente), es decir, habla de Claudio Rodríguez, el coordinador regional del gabinete de la dirección nacional del Registro Civil, cuyo sueldo supera los 4000 dólares mensuales.
Más allá de la pareja, la mayor aliada comunista en el Ejecutivo es ahora Camila Vallejo, la ministra vocera de Gobierno, quien se reintegrará esta semana a la cartera, con el discurso de que Jara es “un mujer luchadora, de esfuerzo y de un tremendo corazón”.
¿Es suficiente para ganar? No. Ya Jara tiene encima su fallida candidatura a la alcaldía de Conchalí, un revés electoral que motivó a la exedil de Santiago, la comunista Irací Hassler, a contratarla como administradora municipal.