
Las cartas están sobre la mesa. A Chile le tocará en cualquier momento dejar a un lado su principio de “neutralidad activa”, para decidir entre China y Estados Unidos, si pretende una reducción de aranceles por parte de Washington, después de la imposición de 10 % a la mayoría de sus productos. No hay más caminos.
La decisión es compleja. Chile está en una situación incómoda, considerando que China controla la mitad de la distribución eléctrica en el país tras la adquisición que hizo la firma asiática State Grid de casi la totalidad de la Compañía General de Electricidad, la cual cuenta tres millones de usuarios, por aproximadamente 3000 millones de dólares. La compañía Chilquinta Energía, otra importante distribuidora eléctrica chilena, también fue adquirida por este conglomerado por 2400 millones de dólares, según publica El Mercurio.
- Lea también: Guerra comercial es “insostenible”: EEUU, China y 52 países buscan acuerdos
- Lea también: Guerra de aranceles amenaza la producción de robots humanoides de Tesla
La magnitud de la inversión china tensiona al gobierno de Gabriel Boric, ante la exhorto del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a reducir la dependencia de Pekín para acceder al mercado norteamericano. Si bien Boric está en el remate de su mandato, le corresponde gestionar la coyuntura.
Reuniones en agenda
Ya la subsecretaria de Relaciones Económicas Internacionales (Subrei) de Chile, Claudia Sanhueza, se reunió con el representante comercial de Estados Unidos (USTR, por sus siglas en inglés), Jamieson Greer, en Washington para establecer una “hoja de ruta” en medio de esta pugna comercial, con “diálogo directo y constructivo”. Sin embargo, no hay mucho qué decir pero sí para pensar antes de los dos próximos encuentros en agenda para el primer semestre.
China es en la actualidad el principal socio comercial de Chile. Las exportaciones hacia Pekín se ubicaron en 37835 millones de dólares en 2024 mientras que las hechas a Estados Unidos cerraron en 16286 millones. Esa diferencia de 21549 millones de dólares es la que hoy está en juego para el régimen de Xi Jinping frente a las acciones de Trump, quien apela a los 200 años de relaciones diplomáticas con La Moneda y el Acuerdo de Libre Comercio vigente desde 2004.
No hay capricho detrás del mandatario republicano. Más allá de las exportaciones de Chile a China, las estadísticas de InvestChile, la agencia nacional encargada de promover la inversión extranjera en el país, precisan que aunque los negocios chinos pasaron de 310 millones de dólares a 4250 millones entre 2016 y 2023, Pekín es el quinto inversor en Chile, antes están Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea y Brasil.
Socio de interés
Estados Unidos cuida su seguridad nacional, pero también sus finanzas. Aunque sus negocios con la nación austral lo ubican como el segundo socio comercial, un informe de la Cámara Chilena Norteamericana de Comercio (AmCham) difundido por Reporte Minero, revela que el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre estos dos países ha hecho crecer el comercio bilateral en más de 450 %, con superávits para EE.UU. durante 17 años. Los campos con mayores beneficios registrados son el minero, el energético y el tecnológico.
Ese marco posicionó además a Chile como la séptima fuente de inversión extranjera directa de más rápido crecimiento en EE.UU. en 2023, con más de 6 mil millones de dólares invertidos hasta la fecha, un monto que propició más de 8.000 nuevos puestos de trabajo en Estados Unidos. Sin embargo, lo crucial es que Chile es la principal fuente de cobre refinado para el país norteamericano, luego de proporcionarle 41 % de las importaciones de cobre en 2024.
“Es un socio estratégico en la cadena de suministro y los proyectos en curso apuntan a aumentar la producción chilena de cobre hasta el 27,3% de la producción mundial para 2034”, recalca AmCham, al precisar que el país provee el molibdeno y el renio. Trump apuesta a la protección de esos números y seguramente, otros intereses geopolíticos más.