
Cuando se forma una bola de nieve y comienza a rodar, a medida que gana más masa e impulso, es difícil predecir cómo acabará o cuándo se detendrá. Sin embargo, en la mayoría de los casos, termina siendo potencialmente peligrosa. La Unión Europea (UE) lo parece estar olvidando, al formar una alianza con China en represalia por los aranceles que impuso Estados Unidos. ¿Hasta dónde llegará el grupo de los Veintisiete de la mano con Pekín en la cruzada comercial? Ni en el bloque tienen totalmente claro el límite.
Desde la organización sólo sostienen que “los aranceles estadounidenses son injustificados y perjudiciales, y causan daño económico a ambas partes, así como a la economía global”. Con este enfoque, el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, aterrizó en Pekín para reunirse con el líder del régimen comunista chino, Xi Jinping, en busca de “reciprocidad y diálogo” alegando que España “es un país profundamente europeísta que ve a China como socio de la Unión Europea”.
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Sus pasos los seguirá la presidente de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen; así como también el presidente del Consejo Europeo, António Costa; quienes viajarán en julio a China para reunirse con Xi.
Viaje de complicidad
La llegada de Sánchez al gigante asiático luego de que China elevara del 84 % al 125 % los aranceles sobre todos los bienes de Estados Unidos —advirtiendo por adelantado que ignorará futuras tasas de Washington— lo convierte en un emisario tácito del bloque. Sobre todo después de que Von der Leyen exhortara al primer ministro chino, Li Qiang, a evitar “una mayor escalada” arancelaria, ante “la importancia fundamental de la estabilidad y la previsibilidad para la economía mundial”.
Sánchez opera como el cabecilla de esta embestida europea contra Estados Unidos que se apoya en una alianza con China. Eso no es sorpresa luego de que mandatario socialista firmara en nombre de España el cuestionado tratado de extradición con la República Popular China, que permitió en 2019 enviar a 180 ciudadanos taiwaneses a Pekín, por su presunta participación en fraudes internacionales.
“Estas visitas no son una casualidad, sino que reflejan una decisión de los funcionarios europeos ante presiones externas e internas que obligan a Europa a reevaluar su relación con China”, asegura el analista de la Academia China de Ciencias Sociales, Zhao Junjie.
En contra con razón
De los 27 países de la Unión Europea, solo Hungría votó en contra de imponer aranceles del 25 % sobre importaciones de Estados Unidos valoradas en 21000 millones de euros, en respuesta a los aranceles del 25 % que EE. UU. aplicó al acero y aluminio europeos. El ministro de Exteriores húngaro, Peter Szijjarto, expresó en redes sociales que estas medidas ‘no son la respuesta’ y ‘dañarán aún más’ la economía europea, abogando por negociaciones en lugar de represalias. A pesar de esta postura, la propuesta fue aprobada por la mayoría de los Estados miembros.
La mayoría del bloque está dispuesto a aliarse con Xi Jinping ahora. De ello, ya hay grandes señales. La Unión Europea acordó con China el establecimiento de precios mínimos para los autos eléctricos fabricados en el país asiático, en sustitución de los aranceles punitivos impuestos por Bruselas en octubre, cuando dispuso una tasa adicional de 17 % la marcas china BYD, 18,8 % para Geely y 35,3 % para SAIC.
Las negociaciones están en desarrollo. El comisario de Comercio de la Unión Europea, Maros Sefcovic admitió un encuentro con el ministro de Comercio chino, Wang Wentao, para discutir el asunto que obligará a la Comisión Europea a reevaluar los impuestos adicionales establecidos para los autos de las marcas chinas.
Respaldo con intereses
Alemania apoya la iniciativa de impulsar reuniones para fortalecer una alianza con China, respaldada especialmente por la VDA, la Asociación de la Industria Automovilística Alemana, que considera los aranceles un error. Esta crítica responde a que un tercio de sus ventas se realiza en el mercado chino, donde además se fabrican modelos como el CUPRA Tavascan y el MINI Cooper eléctrico, este último propiedad de BMW.
El régimen de Xi tiene motivos para celebrar. Con el pasar de las horas, queda atrás la percepción europea de China como “ un competidor económico y un rival sistémico”. Su reciente su tour por Francia, Hungría y Serbia arroja grandes frutos para sus intereses geopolíticos. Además de lograr la instalación de sus “patrullas policiales comunistas” acusadas de espionaje, ahora también obtiene beneficios económicos de su “diplomacia”.