Con la caída en Siria del régimen de Bashar Al Assad, después de medio siglo de abusos, torturas, violencia, represión, exilio y persecución, la dictadura cubana está obligada a aceptar que el castrismo, i cuando menos lo espere, también llegará a su fin, sobre todo si Rusia resta sus cooperaciones de apoyo financiero y militar a la isla en búsqueda de su propia salvación.
Lo sucedido en Damasco acrecienta las esperanzas de un desenlace similar para la isla caribeña que suma seis décadas bajo el yugo comunista que hoy lidera Miguel Díaz-Canel. Ser aliado de Rusia, Irán y las milicias financiadas por Irán, como la libanesa Hezbolá no garantizó la perpetuidad a Al Assad. Aquello, sin duda, debe espantar a la cúpula de La Habana.
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El castrismo intento disuadir al país del logro de los rebeldes sirios durante las emisiones del Noticiero de la Televisión Cubana donde atribuían a “rumores” la ofensiva de las milicias Hayat Tahrir al-Sham (HTS) respaldas por Turquía contra el mandatario sirio. Incluso, aseguraban que existía “un plan de desinformación de algunas agencias de prensa” sobre el paradero de su “amigo” publica el portal Cubanet. De nada sirvió dilatar la difusión de la realidad cuando al- Assad terminó fuera del poder y refugiado en Moscú en cuestión de horas.
La conmoción por el destino del compañero en el “bloque anti occidente” es evidente en el régimen cubano tras apelar a la estrategia comunicacional de Russia Today e ITAR-TASS para cuidar las espaldas a Bashar al-Assad mientras subía a un avión y huía. No tenían otra opción.
Apoyo ruso en revisión
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, sí cuenta con más alternativas para maniobrar no sólo en medio de la crisis de Medio Oriente sino en el hemisferio Sur. Recursos no le faltan ni astucia tampoco para comandar sus decisiones. No es casualidad que ordenara replegar a su ejército en territorio sirio días antes de la caída inminente de su aliado. Putin intenta cuidar a quien brinda el apoyo de Rusia y su imagen para tener condiciones que le permitan negociar su fallido combate contra Ucrania con Donald Trump cuando asuma la presidencia de Estados Unidos.
Ese macro escenario de diálogo que se avecina traumatiza al régimen cubano desde ya considerando que un nuevo encuentro entre el mandatario republicano y ruso conllevaría a límites que no le serían favorables en medio de la crisis energética y social que enfrenta Cuba.
El régimen cubano cayó en el terror que genera perder el apoyo de Rusia. Pensar que la protección de Moscú podría tener las horas contadas, espanta a la cúpula que vive en la miseria. Y si eso ocurre, quedaría sin la alianza que le ha permitido durante años presionar y amenazar a la Casa Blanca.
Un trago amargo
Es un hecho que a la dictadura de Díaz-Canel le corresponde pasar un trago amargo: son poco o nada en un tablero de juego internacional donde el apoyo de Rusia es vital para sobrevivir. Ya lo hace con comunicados donde llamar a preservar la soberanía, la integridad territorial y la independencia de Siria, así como también la seguridad de las misiones diplomáticas radicadas allí.
Cambiar el tono es el único camino de salvación en medio del conteo regresivo que instaló Siria para las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela. La disposición para sostenerlo, en el caso de la isla, depende de la voluntad de la dinastía castrista para reconocer la necesidad del cierre de un ciclo que ya marca la muerte de sus figuras históricas.