El régimen cubano conformó unas nuevas “Brigadas de Respuesta Rápida” con trabajadores públicos, militantes del Partido Comunista a los que también se suman la Unión de Jóvenes Comunistas, sus cuadros y hasta reservas. El objetivo de estos grupos es reprimir cualquier foco de protesta que se genere, debido a las constantes fallas del Sistema Eléctrico Nacional junto a la falta de agua, gas y combustible en la isla.
Bajo amenaza, la dictadura que lidera Miguel Díaz-Canel obliga a los empleados de las dependencias estatales, así como a quienes forman parte de la tolda castrista, a acuartelarse cada noche en las distintas sedes de la organización para monitorear las comunidades que padecen el caos de los servicios, con el fin de neutralizar cualquier “alteración del orden público” que se produzca.
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Los coordinadores provinciales de los Comités de Defensa de la Revolución son los responsables de capacitar a las nuevas centinelas del régimen cubano, mientras los abastecen para sus turnos con “cajitas de comida y refrescos en bolsitas”, así lo relató uno de los miembros de las Brigadas de Respuesta Rápida al Diario de Cuba.
Con órdenes claras
La principal orden de la dictadura a los brigadistas es trasladarse a los barrios de las provincias de Artemisa, Ciego de Ávila, Camagüey, Granma, Guantánamo, Holguín, La Habana, Mayabeque, Sancti Spíritus, Santiago de Cuba y Villa Clara con reportes de problemas. Al llegar, deben tratar de conversar con quienes estén “alterados”. El engaño es vital. Siempre deben insistir en que el castrismo está trabajando en la resolución de sus necesidades y deben esperar.
Ahora, si determinan hostilidad en algún manifestante deben reducirlo “como sea” sin tener miedo, porque cuentan con el apoyo de la Policía y la Contrainteligencia.
Ya sus acciones tienen resultados siniestros. Según la organización Justicia 11J, que registra las detenciones por motivos políticos en Cuba, ya hay 17 privativas de libertad arbitrarias desde el pasado 18 octubre, cuando se produjo un apagón nacional en la isla. Además, la organización verificó al menos 70 manifestaciones públicas en todo el país desde entonces.
Estrategia inútil
Aunque el régimen cubano tiene un protocolo para el funcionamiento de las brigadas, que incluye recoger a cada trabajador o simpatizante del Partido Comunista que se haya enlistado, para cumplir con los “turnos de vigilancia” e identificar como “marcados” a quienes se abstuvieron de aceptar el llamado, la astucia de la población es mayor.
“Yo no tenía ni luz ni agua en mi casa, pero para no marcarme acepté acudir a las guardias nocturnas”, dijo otra fuente al medio, quien asegura que los principales puestos de las brigadas de respuesta rápida son las oficinas del Comité Provincial del Partido Comunista de Cuba, en calle M entre 21 y 23, en el Vedado.
Su operatividad emula a las a Brigadas de Defensa Popular Hugo Chávez (BDPHCh) que el régimen de Nicolás Maduro lanzó en 2017 con una caravana a lo largo del troncal número 5, entre Santa Bárbara de Barinas y Socopó, con militantes de Apure, Barinas, Táchira, Mérida y Caracas. ¿Su función? Nada distinto a las de Cuba: nuclear en los territorios a los simpatizantes de base dispuesta a “defender la soberanía y la democracia del país de las agresiones del imperialismo y la derecha fascista”.
Maduro también lanzó Brigadas Comunitarias Militares (Bricomiles) con el Movimiento Somos Venezuela, organizaciones estudiantiles y las Fuerzas Armadas para la reparación de centros educativos y de salud. En ello, se le va el tiempo.