Bolivia es un hervidero de problemas que en cualquier momento podría rebasarse. La temperatura del país aumenta ante la escasez de gasolina y diésel que obligó a seis sectores productivos a declararse en emergencia. Mientras tanto, los simpatizantes del expresidente Evo Morales insisten en bloquear las principales carreteras de la nación cocalera, con el fin de exigir el cese de las investigaciones en su contra por presunta trata de personas.
Es una absoluta crisis sobre el gobierno del presidente Luis Arce. Las largas filas de carros, camiones, buses, micros, motos y bolivianos con bidones en las adyacencias de las estaciones de servicios en 15 provincias del departamento de Santa Cruz, Cochabamba y La Paz se agudizan, según publica El Deber.
El caos es severo. Los usuarios del transporte público denuncian que el precio del pasaje y de alimentos básicos registran aumentos ante la escasez de combustible.
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La presión agobia a la administración de Arce debido a las fallas que tuvo el Estado en la importación de los carburantes que son vendidos con subsidios a la población. Aunque bajo su responsabilidad está la compra en el exterior del 86 % del diésel y del 56 % de la gasolina que requiere el mercado interno, el mandatario atribuye la escasez a las protestas que lidera Morales, por impedir la circulación de los camiones que abastecen al centro del país.
Argumentos sin credibilidad
La versión del presidente Arce para justificar las largas filas en las estaciones de gasolina carece de credibilidad para la Asociación de Surtidores de Combustible de Santa Cruz (Asosur). Según la organización desde hace seis meses enfrentan problemas con el suministro. En ese sentido, Asosur afirma que sus afiliados reciben menos de la mitad de los cargamentos desde mayo.
Susy Dorado, representante del sector, detalló que de los 35000 litros de gasolina que deben acopiar sólo contabilizan 10000, con lo cual no abastecen la demanda de la población. En relación con el diésel, reveló que existen estaciones de servicio rurales donde no se registra el arribo de ni siquiera un litro en más de diez días.
Las consecuencias ya son previsibles. Las cosechas están afectadas, especialmente, los cultivos de soya cuya maduración se cumplió y ahora sus granos se derraman ante la imposibilidad de recolectarlos a tiempo.
Frente a ello, el presidente de la Cámara de Industria y Comercio (Cainco) de Santa Cruz, Jean Pierre Antelo, solicita la autorización para la libre importación y comercialización de carburantes a Arce. En tal sentido, insiste en que “el Estado no ha tenido la capacidad de darle certidumbre en el tema de combustible”.
Los ciclos agrícolas no esperan. Al respecto, el presidente de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), Fernando Romero, indicó que su sector atraviesa dos momentos críticos: la cosecha de invierno está paralizada por la falta de combustible, y la siembra de verano, que debería realizarse en noviembre y diciembre, está en amenaza por el mismo motivo.
Promesas ejecutivas
Los Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) prometen aumentar los volúmenes diarios de gasolina que se distribuyen en Santa Cruz, de dos millones de litros a tres millones de litros. También, la estatal petrolera busca apoyo en Chile para mitigar la crisis con el ingreso de más de 125 cisternas cargadas de gasolina al país, para restablecer el abastecimiento de combustible.
A Arce le toca responder por la situación el próximo viernes 15 de noviembre, cuando asista a una reunión clave con representantes de la Anapo y la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO). Quizá le corresponda asumir a su gobierno que la subvención a los combustibles vigente desde 2004 luce insostenible, especialmente ahora que este año el gasto cerrará en 1.406 millones de dólares, de acuerdo con el Presupuesto General del Estado (PGE) 2024. De esa cantidad, 842 millones de dólares se destinan para la compra de diésel; 521 millones para insumos y aditivos (gasolina); 22,5 millones, para el incentivo a los hidrocarburos; 15,5 millones, para engarrafado de gas licuado (GLP), y 5,3 millones, para gasoil.
No será nada fácil convencer sobre inviabilidad de mantener precios que en apariencia son “accesibles” para la población frente a los altos costos logísticos que implican, cuando además prevalecen los problemas fiscales, la creciente presión inflacionaria, los conflictos sociales y la poca gobernabilidad.
Si se arriesga, es probable que Bolivia deje atrás el precio de 3,74 bolivianos por litro, monto equivalente a 0,54 dólares, y con ello, el título del país con la segunda gasolina más económica de Latinoamérica, sólo antecedida por Venezuela.