La promesa de liderar un gobierno de enfoque feminista terminó por ser una farsa del presidente chileno Gabriel Boric. A tres años de asumir el poder, su discurso en defensa de la mujer cae a un vacío luego de las versiones confusas emitidas por La Moneda sobre el caso del exsubsecretario de Interior, Manuel Monsalve, quien renunció a su cargo en la víspera de las recientes elecciones municipales y regionales, tras una acusación de violación presentada en su contra.
Las consignas de “Ni una más” o “hermana, yo sí te creo” que vociferó el jefe de Estado figuran hoy sólo como estratégicos lemas por conveniencia. Si bien apostó por la paridad en cargos públicos, el gobierno enfrenta una crisis por arrastrar consigo el más alto índice de femicidios frustrados en los últimos diez años. Sólo en 2023 cerró con 39 mujeres asesinadas y 208 más cerca de estarlo. Este año, la situación es similar. Según la Red Chilena Contra la Violencia Hacia las Mujeres hasta octubre se acumulan 34 muertes.
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Las cifras convierten la narrativa de tener un oficialismo feminista en solo eso: anuncios vistosos. La distancia entre las intenciones y los resultados es tremenda si además se añade que desde que Boric tomó el poder en 2021, Chile ha ascendido 25 lugares en el índice global del crimen organizado, una posición en alza en la cual la trata de mujeres y niñas explotadas sexualmente aparece reflejada.
Críticas de todos lados
Las críticas por el supuesto gobierno de corte feminista impulsado por Boric, que resultó ser una farsa, brotan de todos lados, no sólo por las estadísticas sino por querella contra Monsalve que expuso la débil narrativa del Ejecutivo. La querella interpuesta por una asesora detonó una crisis en la que ni el presidente ni su gabinete dio el ancho. “Su falta de prudencia, su incontinencia verbal y su disociación con la realidad dañan a la República”, advierte la historiadora Magdalena Merbilhaa, en su columna de El Líbero.
“Los eventos de estos días hacen preguntarse si la falta de ética, la costumbre por hacer el mal y justificarlo como bien, ha permeado todo” apunta. La interrogante es inevitable cuando Boric mantuvo en su cargo a Monsalve, a pesar de haber ordenado la revisión de cámaras de seguridad del restaurant donde citó a su asesora antes de la formalización de la denuncia.
Si se tiene en cuenta el rango de Monsalve como jefe de las fuerzas policiales del país, la revisión de pruebas de forma anticipada para su beneficio personal constituye claramente un caso de corrupción. Sin embargo, Boric parece no haber tomado medidas inmediatas, al permitir que el exsubsecretario continuara en ejercicio de sus funciones, representando al Ejecutivo en la Comisión Mixta de Presupuesto en el Senado.
Pregunta sin respuestas
¿Por qué? Las versiones del Ejecutivo son confusas, excepto la de ministra de la Mujer y Equidad de Género, Antonia Orellana, quien expresó su inconformidad al saber de la denuncia por abuso sexual y violación contra Monsalve de última. “Evidentemente me habría gustado enterarme antes”, dijo.
Detrás de sus palabras se esconde la amargura de saber que sólo cumple un cupo en el Comité Político, donde su voz no pesa en las decisiones del Presidente. Es así. De lo contrario, se habría sancionado de inmediato que el exsubsecretario Monsalve se reuniera con una subordinada para consumir alcohol, afectando con ello su capacidad de conciencia para decidir sobre su “libertad sexual”.
¿No era mejor proteger y otorgar credibilidad a la presunta víctima de violación en lugar de ocultar un escándalo antes de elecciones al conceder tiempo y consideración al presunto victimario?
“Al no involucrar a la ministra de la Mujer en este caso, la consigna del gobierno feminista se convierte en un mero símbolo ornamental. Esta omisión no solo invisibiliza el trabajo realizado por esta cartera, sino que también caricaturiza medidas como el gabinete paritario y la inclusión del ministerio en el Comité Político, donde se supone que se abordan los temas más importantes y serios del poder ejecutivo” plantea la especialista en políticas públicas de la Universidad de Concepción, María José Benavente en Biobío.