Al Partido Comunista Cubano le cuesta convencer a la población de que es una “fuerza política de vanguardia” desde Pinar del Ríos a Guantánamo. La narrativa se cae a pedazos, especialmente ante las deplorables condiciones económicas que enfrenta la isla propiciando una baja entre sus militantes para cubrir las vacantes de delegados de la tolda.
La pérdida de ejemplaridad de los líderes del partido ante la militancia, debido a la corrupción, las promesas incumplidas y los abusos de poder, ha dejado a la organización del régimen castrista sin opciones para reemplazar a al menos 100 de sus delegados territoriales.
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Según Cubanet, los últimos Comités Provinciales del Partido reportan una contracción de sus fuerzas en Granma, Guantánamo y Santiago de Cuba. ¿Por qué? Está claro: quienes pertenecen a la Unión de la Juventud Comunista (UJC) se niegan a formar parte del partido tras cumplir 30 años, edad reglamentaria para hacerlo. Además de ello, han fracasado los procesos de crecimiento de la organización, que regula las afiliaciones desde los centros de trabajo, ya sea a petición propia o por propuesta de las direcciones.
Dos tipos de militantes en decadencia
Las filas del Partido Comunista Cubano se componen de dos tipos de militantes: el aprovechado y el explotado, bautizado como “militonto”. Ambos son útiles para los intereses ideológicos del castrismo.
A los “aprovechados” los mueve la obtención de algún tipo de prebenda o ventaja social. La mayoría pertenecen a la “jerarquía del régimen, poseedora de todas las comodidades de la vida moderna y a espaldas de los sufrimientos del pueblo”, mientras, los “militontos”, creen en la demagogia de las instancias superiores del Partido, sin considerar que sufren las mismas carencias del resto de la población, pese a cumplir con las directrices trazadas por la cúpula del poder.
A estos los consuela portar un carnet rojo en el bolsillo con la distinción de militante. Sin embargo, la presión económica y el profundo deterioro de la vida, les merma el apego.
Miguel Díaz-Canel, en su rol de primer secretario de la tolda, admite que aunque tienen una cantera de más de un millón de simpatizantes “a veces tenemos inerte una parte de esa fuerza política”, así lo vociferó hace tres años en la presentación de su compendio “Ideas, conceptos y directrices del VIII Congreso del Partido“.
Rendición sin audiencia
El desinterés en la isla por el Partido Comunista Cubano, que ahora presenta cada vez con menos militantes, también se refleja en el “proceso de rendición de cuentas de los delegados a sus electores”. Aunque las convocatorias a las reuniones comunitarias se hacen bajo la falsa premisa de una “democracia participativa”, estos encuentros están lejos de garantizar la verdadera participación ciudadana en la vida nacional. Las asambleas se han convertido en cónclaves llenos de palabrería, sin ofrecer soluciones reales a problemas como los apagones y la miseria que afecta a siete de cada diez cubanos.
La apatía es conocida en la Administración de Díaz-Canel que pasó de programar la rendición de cuentas de cada tres meses a sólo dos veces al año, hasta no celebrar ninguna durante 2023.
Los medios del régimen están en campaña para recuperar la asistencia de las asambleas, pero hasta ahora ni los Comités de Defensa de la Revolución (CDF) ni la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), dos instancias aliadas del Partido Comunista Cubano, se unen a la comparsa con la cual pretenden registrar a quienes aún son fieles a sus políticas.
El secretario del Consejo de Estado, Homero Acosta, reconoce que tienen más de 100 plazas vacantes de delegados en la isla. El funcionario atribuye el número a supuestas enfermedades de quienes las ocupaban, así como al cambio de dirección de sus viviendas, que con anterioridad estaban ubicadas en los barrios que les habían sido asignados para ejercer el cargo.