El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se despedirá en dos semanas de su cargo y lo dejará en manos de su pupila, Claudia Sheinbaum como tanto quería: con la reforma del Poder Judicial más profunda de las últimas tres décadas, que permitirá, la politización del sistema con la elección de ministros, magistrados y jueces por medio del voto popular en junio de 2025. Una muestra determinante de cómo el absolutismo está carcomiéndose a esta nación pedazo a pedazo, tal como lo ha venido planeando meticulosamente el mandatario tabasqueño con su narrativa que busca la denominada “Cuarta Transformación”.
No hay vuelta atrás. La iniciativa ya pasó por la Cámara de Diputados en febrero y por el Senado, donde consiguió la madrugada de este miércoles 86 favor y 41 en contra, según El Universal. Si bien, el paquete de los 60 cambios aprobados también debe ratificarse por la mayoría de las legislaturas estatales (17 de 32), el mandatario izquierdista sabe que su partido, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), tiene el control en ese número de congresos para alcanzar la 4T, con la cual promete renovar los cimientos de la sociedad mexicana.
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El paso para avanzar en esa dirección es grande con la escogencia de alrededor de dos mil funcionarios del Poder Judicial en la nación azteca, en unos comicios que reducirán la independencia y transparencia, al dejar a un lado las habilidades profesionales y los ascensos por mérito.
Desde ahora la nominación de los candidatos dependerá de su red de contactos, fuentes de financiamiento y si son políticamente afines al oficialismo. Incluso, es posible que el crimen organizado financie aspirantes cómplices de sus negocios ilícitos.
La toma de los tres poderes
AMLO celebra el resultado de la doble sesión que se extendió en el Senado por 16 horas, con sólo un receso y hasta un cambio de sede por las protestas en el pleno y en las calles para rechazar la reforma judicial.
Su algarabía es predecible cuando la aprobación implica “la toma de los tres poderes” por Morena: el Ejecutivo con Sheinbaum, el Legislativo con Ifigenia Martínez, quien forma parte de las filas de la tolda y el judicial con la contienda extraordinaria donde se elegirán los nuevos nombres del sistema.
Martínez ya le cumplió al jefe de Estado. A sólo una semana de inaugurar el periodo de sesiones con 364 diputados oficialistas del total de 500 y 85 senadores oficialistas de los 128 que lo componen, la organización de AMLO festeja que la Suprema Corte se renovará cada dos años de manera rotatoria, en función del número de votos que obtenga cada candidatura en la elección.
El giro es radical considerando que en el actual sistema, los ministros de la Suprema Corte (como se conoce a los 11 juristas que la integran) son quienes eligen a su presidente. Y a su vez ellos son votados en el Congreso y nominados por el presidente de la República.
Un golpe judicial
Para la oposición, la aprobación de la reforma judicial de AMLO equivale a un “golpe de traición a la patria” que salpica al senador del Partido Acción Nacional (PAN) Miguel Ángel Yunes, quien olvidó su doctrina conservadora para aliarse con Morena, el Partido del Trabajo (PT) y Verde Ecologista (PVEM)
Su voto fue determinante ante la ausencia del senador del Movimiento Ciudadano, Daniel Barrera, por una “diligencia”. La versión de la senadora de Morena, Lucía Trasviña, en defensa de la reforma judicial es altisonante al afirmar que durante décadas, “ha estado al servicio de la oligarquía, ha estado al servicio de intereses bastardos de los extranjeros, que han financiado los movimientos que ustedes han provocado, incluso la violación de nuestro recinto legislativo”.