Prácticamente, hasta su último aliento, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, pretende ostentar el poder. A un mes de su tercera toma de posesión ya no esconde el deseo de gobernar hasta 2030, al admitir en una entrevista con RedeTv que aspiraría a la reelección si sus condiciones de salud le permiten ejercer un mandato más.
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Para Lula, dejar la jefatura de Estado en 2026 cuando tendría 81 años es un asunto sin definición, porque reconoce que solo puede ser candidato si está “con la salud perfecta a los 81 años, con energía de 40 y ganas de 30”. Sin embargo, es obvia su intención de mantenerse como primer mandatario, tras asegurar que “si llega el momento y estamos en una situación delicada y estoy bien de salud, puedo disputar la reelección”.
En una contradicción constante
Las declaraciones de Lula contradicen su discurso de campaña electoral del año pasado, en el cual descartaba una reelección en el cargo si obtenía la victoria. “Si me eligen será presidente de un solo mandato”, afirmó en un debate. Sin embargo, ahora, el líder sindical deja la puerta abierta a una cuarta gestión, que cuenta con el respaldo de su ministro de la Presidencia, Rui Costa.
“Ustedes parten del presupuesto de que Lula no irá a disputar la reelección. Yo no parto de ese presupuesto”, afirmó el ministro en declaraciones a la prensa.
Condiciones a favor para llegar a ese escenario están dándose. El presidente del Senado de Brasil, Rodrigo Pacheco, del Partido Social Democrático (PSD), fue reelegido en el cargo tras obtener 49 votos frente a su rival Rogerio Marinho, del opositor Partido Liberal (PL).
Un aliado para avanzar
Pacheco es aliado de Lula y durante los dos años que estará a cargo de la Cámara Alta, el mandatario tiene posibilidades para hacer avanzar en la agenda del gobierno en el Senado que tiene como prioridad las propuestas del área económica, como la reforma tributaria prometida por el ministro de Hacienda, Fernando Haddad.
El discurso de Pacheco tras su reelección dejó claro el respaldo a Lula cuando habló de la necesidad de erradicar a la “polarización tóxica” en el país argumentando que “pacificar no significa callar ante los actos golpistas” porque “hechos como los ocurridos en el Congreso Nacional y en la Plaza de los Tres Poderes no pueden ni van a repetirse”.
Como Petro
El deseo de Lula reelegirse es una tendencia entre los progresistas. Ejemplos sobran. Rafael Correa llegó a la Presidencia de Ecuador en 2007 y se fue en 2017. Evo Morales asumió la jefatura de Estado de Bolivia en 2006 y salió en 2019. Con Nicolás Maduro –quien asumió el «legado» de Hugo Chávez tras su muerte– el chavismo ya lleva más de dos décadas en el poder. Y el sandinismo de Daniel Ortega en Nicaragua suma un tiempo similar.
Otro mandatario que asoma sus intenciones en la misma dirección es el presidente de Colombia, Gustavo Petro, quien a cinco meses de haber tomado posesión ya suelta –con un supuesto tono jocoso nada inocente ni improvisado– que podría estar ocho años en el cargo, a pesar de que actualmente no está permitida la reelección presidencial en Colombia.
En el caso de Brasil, constitucionalmente si es posible después de la enmienda hecha al artículo 82 que permite la reelección por un periodo más a el presidente, los gobernadores y prefectos.