Más que un invitado, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, operará como un anzuelo en la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), el próximo marte 24 de enero. Llegará a este territorio con el propósito de rearmar la cofradía izquierdista de la región junto al dictador de Venezuela, Nicolás Maduro y su par cubano, Miguel Díaz-Canel.
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El aterrizaje de los tres en Buenos Aires está confirmado, así como el hospedaje en el Hotel Sheraton de Argentina. Ahí, rodeados del confort y la opulencia que critican, pactarán un nuevo eje geopolítico.
“La idea de Lula es utilizar las reuniones con Díaz y Maduro para simbolizar la reanudación de las relaciones de Brasil con las naciones dictatoriales, que se habían roto durante el gobierno de Jair Bolsonaro”, revela la Gazeta de Brasil.
Será un viaje con intereses amplios, porque además Lula tiene en agenda una visita oficial al mandatario Alberto Fernández, quien será el anfitrión de la cumbre, ya que Argentina tiene a cargo la presidencia pro témpore de la organización. De la misma forma, tendrá lugar un encuentro con el director de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Qu Dongyu.
Un cómplice débil
Fernández complace a Maduro con este cónclave en Buenos Aires que incluso tendrá al presidente de China, Xi Jinping, conectado en modo telemático. El argentino esperó hasta conocer el resultado de las elecciones en Brasil para responder a la petición que Maduro le hizo en junio desde Caracas de “convocar una agenda de temas prioritarios y de máximo interés para los pueblos” después que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, lo excluyera de la Cumbre de las Américas que se celebró en Los Ángeles.
Ahora en la Casa Rosada, Fernández, así como la Cancillería que encabeza Santiago Cafiero, trabajan contra reloj para garantizar el arribo de la delegación chavista que el Foro Argentino para la Democracia en la Región (Fader) acusa de cometer crímenes de lesa humanidad.
De hecho, Patricia Bullrich, presidente del partido opositor Propuesta Republicana (PRO), exigió la detención de Maduro “de manera inmediata” si llega a Argentina como ocurrió con Augusto Pinochet en Londres, en 1998.
“La Justicia debe actuar en resguardo de la vigencia universal de los derechos humanos”, dijo la exministra de Seguridad del mandato de Mauricio Macri.
Con Biden cara a cara
A Lula la polémica parece no perturbarle, al mostrarse cada vez más dispuesto a servir de enlace en el hemisferio. De hecho, después de la cumbre de la Celac, partirá a Uruguay, a pesar de que el presidente Luis Lacalle Pou, mantenga su rechazo a Maduro y se niege a mantener acuerdos con él.
El rol de trampolín de Lula va más tras confirmar que el próximo 10 de febrero desembarcará en Washington para reunirse con Joe Biden. El líder de izquierda, que asumió el poder el 1 de enero, viajará el 9 de febrero a la capital estadounidense para conversar sobre cómo Biden “lidia con la ultraderecha” después de las protestas en las sedes de la presidencia, el Congreso y la Corte Suprema de Brasil.
“Quiero saber cómo enfrenta la situación, porque por la prensa que leo, me parece que los republicanos se están fortaleciendo, parece que el discurso radical se está fortaleciendo y me parece que los demócratas lo están pasando un poco mal y van a tener elecciones dentro de dos años”, dijo Lula en una entrevista con el canal GloboNews en una clara exposición de su lado sagaz disfrazado de diplomacia, en medio de su temor a una “conspiración” de policías y militares.