Tres de cada diez cubanos habilitados para sufragar se abstuvieron de participar en los comicios municipales de este domingo, 27 de noviembre. Aquellas avalanchas de votantes por encima del 90 %, que en su momento sirvieron al castrismo para presumir legitimidad, merman ante un sistema que disfraza las elecciones de ratificación, impone la hegemonía del Partido Comunista y niega la posibilidad de competencia entre castristas y opositores.
El boletín del régimen con los resultados preliminares de la contienda acomoda el escenario a favor de sus intereses. La presidente del Consejo Electoral Nacional, Alina Balseiro, oculta las prácticas irregulares electorales en Cuba. En cambio, afirma que “ejercieron su derecho al voto 5.728.220 cubanos, que representan el 68,58 % del padrón, en unas elecciones que transcurrieron con tranquilidad, organización, disciplina y apegados al cumplimiento de la ley”.
¿Cuál ley? La que impone el castrismo e impidió la inscripción a seis de los siete aspirantes de la plataforma disidente D Frente, para que así pudieras alcanzar una nominación en las municipales. Irregularidades que forman parte de tres prácticas perversas que frustran las posibilidades de un cambio democrático en Cuba.
1. Disfrazar la elección
En Cuba, una de las prácticas electorales del comunismo es convertir las elecciones en un proceso de ratificación de los nombres que han sido elegidos, de forma previa, por las comisiones de candidaturas que lideran funcionarios de organismos adscritos tanto al régimen, como a su partido.
“Si un municipio tiene reservado seis puestos en la Asamblea Nacional, los pobladores de esa demarcación votarán en una boleta que contendrá solo seis nombres”, divulga El Toque Jurídico.
Es una táctica en todos los comicios, donde el número de puestos a elegir coincide con el número de nombres en la boleta. Esto incluye a los presidentes y vicepresidentes de las Asambleas Municipales del Poder Popular, los diputados a la Asamblea Nacional, los miembros del Consejo de Estado y el presidente y vicepresidente del régimen cubano. Quizá por ello, Miguel Díaz-Canel llegó a votar sin pedir la boleta.
▶ Tres cosas que debes saber del sistema electoral cubano
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2. Hegemonía partidista
La evidencia del control político del régimen cubano con sus prácticas electorales es la composición de la Asamblea Nacional de Cuba. Sus 605 diputados pertenecen al Partido Comunista. El resultado de la hegemonía deriva del artículo cinco de la Constitución cubana, donde se establece que las comisiones de candidaturas definen quiénes pueden ser «elegidos» para dirigir alguno de los órganos de poder estatal.
Estas comisiones donde convergen “las organizaciones sociales y de masas creadas por el régimen cubano son el instrumento que el Partido necesita para controlar todo el sistema”. Y lo hace. Sus miembros obedecen a la cúpula de la tolda.
Es una farsa electoral similar a la del régimen de Daniel Ortega en Nicaragua. En este país, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) pasó a manejar las 153 alcaldías de esta nación, justamente después de unos comicios sin adversarios.
3.- Neutralización de la competencia
El mayor desincentivo electoral en Cuba es la falta de libre competencia entre castristas y opositores en las urnas. De hecho, “los votos en las elecciones municipales y nacionales no implican apoyos a opciones políticas diferentes”. Esos votos solo sirven para contabilizar los volúmenes de apoyo que alcanza un candidato que compite contra sí mismo y que solo necesita ser ratificado con el 50 % más uno de los votos válidos.
Con ese marco, el próximo domingo 4 de diciembre habrá segunda vuelta de las municipales para elegir -o ratificar- a 925 circunscripciones más, para sumarlas a las 11502 escogidas y alcanzar las 12427 que conforman al país.