
La entrega de una carga de petróleo iraní a Chile, como parte de un abono a una deuda de 28 millones de dólares, está en los tribunales australes por una intoxicación en 1600 personas que se atribuyó al procesamiento de “Iranian Heavy” que se hizo en las comunas de Talcahuano, Quintero y Puchuncaví. Este crudo, que fue enviado desde Teherán a la Empresa Nacional del Petróleo (ENAP) contenía altas concentraciones de ácido sulfhídrico y es propiedad de la Compañía Nacional de Petróleo de Irán (NIOC por sus siglas en inglés).
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En los expedientes que analiza la Fiscalía hay evidencia del impacto sanitario por la inhalación de los gases que desprendió el petróleo iraní, el cual llegó a bordo del carguero europeo Monte Toledo al Terminal Marítimo Quintero, que pertenece a la ENAP. Los afectados desarrollaron cuadros de vómitos, náuseas y dolores de cabeza. También hormigueos intensos en las piernas y la pérdida de sensibilidad en pruebas de reflejos.
Los testimonios después de la descarga del petróleo iraní en Chile son claves. La declaración de la ingeniera ambiental Catalina Ponce y la bióloga Patricia Jelves, quienes ejecutaron las fiscalizaciones de las instalaciones petroleras en 2018, fecha en la que se originó el caos sanitario, confirman la omisión de información sobre la recepción de este crudo con altas concentraciones de ácido sulfhídrico, en los días previos a la emergencia.
Asimismo, una investigación de BiobioChile reveló también que los olores que ellas percibieron al interior de la compañía corresponden precisamente a los experimentados por la población en las comunas perjudicadas. Incluso, Ponce acusa que uno de los ejecutivos de la firma se mostró totalmente despreocupado de la situación, aduciendo que la multa “daba lo mismo”, porque la terminarían pagando “todos los chilenos”.
Audiencias cruciales
Según la Unidad de Investigación de BioBioChile, Ponce y Jelves coinciden en sus audiencias en que percibieron un olor “molesto, pesado, que no permitía respirar” al interior de la compañía similares a los experimentados por la población en las comunas perjudicadas.
“No se nos informó nada, a pesar de Sergio de la Barrera (jefe de la Superintendencia de Medio Ambiente de la región de Valparaíso) preguntar reiteradamente si había algún proceso distinto, porque el olor que existía era muy característico, molesto, que no te permitía respirar, a lo cual nunca informaron de nada distinto ni de algún compuesto distinto, nada”, dijo Ponce.
La experta también fue consultada sobre si el olor podría tratarse de otro compuesto distinto al ácido sulfhídrico, como el dióxido de azufre (SO2). Sin embargo, Ponce lo descartó y explicó que “este olor es distinto al dióxido de azufre, el SO2 cuando hay peak uno inspira y te arde la mucosidad, y te pica la garganta, es un olor distinto, pero no te evita el respirar. Este olor, que se sintió el martes, y que se volvió a sentir nuevamente intenso el día jueves, es un olor que no te dejaba respirar”.
Una mezcla insoportable
La versión de Jelves como testigo en la causa que sigue contra ejecutivos de la ENAP ofrece más detalles. En su declaración, la bióloga que ejercía como representantes de la Superintendencia de Medio Ambiente Oficina Regional, subraya la presencia de un olor “muy fuerte” e “intenso” como “una mezcla de aspecto achocolatada, espesa. Físicamente, de aspecto, tenían unas franjas de líneas blancas, pero el olor era casi insoportable”.
En el lugar sostiene que fue recibida por el jefe del terminal, Juan Pablo Rhodes, y Jaime Achardi, jefe del área de operaciones, quienes le indicaron que realizaban el mantenimiento de unos estanques de crudo en el área de Ampliación, pero sin mencionar al crudo iraní.
El problema ambiental generado por el petróleo iraní en Chile –que también recibe Venezuela como parte de un reciente pacto bilateral suscrito– tiene además costos asociados al procesamiento del crudo que bordean los 7 millones de dólares. Se espera que la sentencia se conozca en enero “dos meses antes de lo presupuestado” asegura el medio.
Pesquisas en proceso
Entre las pesquisas hay indicios de que la carga de barco Monte Toledo para ingresar al Puerto de San Vicente, en Chile se traspasó al Cabo Victoria, un barco de menor envergadura, que luego la llevó hasta Quintero, donde el crudo debía ser refinado en la planta que la ENAP tiene en Concón.
El capitán del buque Cabo Victoria, Vicente Vivanco López, lo dejó por escrito en una carta de protesta donde no sólo cuestionó la maniobra realizada en la bahía de Concepción, sino además destacó que la medición del ácido sulfhídrico se realizó en solo dos de los estanques del Monte Toledo cuando eran más de doce.
“El trasvasije era peligroso, porque las plantas de la estatal operan regularmente con petróleo de calidad mediana, cuyos índices más altos alcanzan hasta las 60 partículas por millón de H2S, mientras que el material que provenía del Medio Oriente traía casi nueve mil”.
Desde esta carga, Chile no ha recibido más ni están programadas otras, pero el Ministerio Público tiene certeza de que los olores o los gases que se desprendieron proceden todos del crudo iraní que despachó el Monte Toledo. Ahora, las circunstancias específicas de cómo se produjo en cada lugar, en cada caso, en cada fecha, es lo que está por esclarecerse.