Viejos carritos de golf con paneles solares instalados en el techo son la última alternativa vehicular que circula en Venezuela. Esta es la opción que han encontrado algunos conductores para movilizarse a una escasa velocidad de 40 kilómetros por hora y, de esta forma, no pasar por el calvario de las colas para abastecerse de gasolina en la nación donde la producción de petróleo sólo es parte de un recuerdo económico.
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Ahora, estas unidades que ruedan en la ciudad de Maracaibo —la más caliente, con temperaturas de hasta 35 grados— cuentan con baterías de ácido plomo de seis voltios. Al ser recargables, a través de los paneles solares en un lapso de diez horas, se pueden dar recorridos de 100 kilómetros, que es lo que resiste la carga, así lo divulga un reporte de la agencia Reuters.
José Cintron, un técnico eléctrico de 43 años, así como el piloto de carreras Augusto Pradelli, de 61 años, son las cabezas detrás de estas iniciativas que demuestran el impacto de la crisis petrolera estancada en 700.000 barriles diarios (bdp) durante el primer semestre de 2022, según el informe mensual de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) publicado en junio. La mencionada cifra dista de los dos millones que el régimen de Nicolás Maduro prometió alcanzar este año.
La agencia revela que ambos autofinanciaron sus proyectos y esperan trabajar juntos para desarrollar un automóvil eléctrico híbrido, al igual que eventualmente se pueda lograr la producción nacional. Maduro mostró interés en un evento de ciencia y tecnología: “Agusto, te lo compro” dijo a Padrelli.
Un anhelo ingenuo
Creer en Maduro sería ingenuo. Hoy más, cuando la Cámara de Fabricantes Venezolanos de Productos Automotores (Favenpa) cifra en 30000 los vehículos que circulan en el país, los cuales tendrían seis o menos años de antigüedad.
Además, las ventas de repuestos hechos en Venezuela cayeron 80 % en la última década y aunque los fabricantes locales de autopartes exportaron alrededor de ocho millones de dólares el año pasado —el doble respecto a 2020—, la cifra está lejos de los 268 millones de dólares transados en el 2000.
Omar Bautista, presidente de Favenpa, afirma en El Estímulo que la producción de este sector industrial en este momento equivale a la quinta parte de lo que producía en 2012, antes de que Nicolás Maduro arribara a Miraflores e impusiera la dolarización de facto.
La catástrofe es mayor si se añade que la industria automovilística venezolana ensambló sólo ocho camionetas el año pasado y ningún carro, según datos publicados por la Cámara Automotriz de Venezuela (Cavenez) citado por el medio. La historia era otra hace 15 años cuando el país registraba 172.000 vehículos ensamblados en las plantas operadas por Ford, General Motors, Toyota, Mitsubishi y Chrysler.
Un escenario sin posibilidades
Con ese panorama para tener un carro en Venezuela es necesario ser casi inmortal, considerando que el precio de un vehículo de cuatro puertas oscila entre los 45.000 dólares hasta los 90.000 dólares, si es camioneta. Tales montos equivalen al sueldo mensual de 1250 años para el venezolano que gane el salario mínimo estipulado en tres dólares.
Un financiamiento es una opción, pero la política del Banco Central de Venezuela de asfixiar el crédito para combatir la inflación sepultó los préstamos bancarios. El economista Henkel García lo atribuye al “altísimo encaje que se empezó a implementar a partir de 2018”.
En conversaciones con Voz de América, el experto explicó que “tener un encaje alto dificulta en buena medida o dificulta la entrega de créditos, cuando tienen los fondos que no pueden estar disponibles. Entonces, allí toda la dinámica de créditos se desacelera”. Sin embargo, el sol sale todos los días radiante y si el chavismo encuentra en sus rayos beneficios para sus arcas no sería sorpresa si se atribuye dominio sobre el astro rey.