El resultado del plebiscito que ahogó la pretensión de instaurar una nueva Constitución del presidente de Chile, Gabriel Boric, provocó el primer cambio en el gabinete del mandatario: la salida de la ministra del Interior, Izkia Siches, así como la reubicación en un rol de menos responsabilidad política de su aliado Giorgio Jackson.
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A Boric le dolió. No lo disimuló. Lo dijo en cadena nacional: “Los cambios de gabinete siempre son dramáticos y a este no le faltó su dosis. Es uno de los momentos más difíciles que me ha tocado enfrentar”.
Siches duró poco. Sólo seis meses. Ni ella lo debe creer. Aún está fresca la imagen de cuando salió junto a Boric en el Ford Galaxie por las calles de Valparaíso, después de la toma de posesión de ambos, con la idea de estar cuatro años en la cartera. Sus desaciertos públicos la condenaron. Pasó de ser un amuleto de campaña a un estorbo en el Ejecutivo.
Una ministra en líos
La exalcalde de Santiago, Carolina Tohá, sustituirá a Siches en el ministerio de Interior. Sin embargo, su arribo no significará menos controversia para Boric. Quizá sea peor, considerando que Tohá enfrenta un juicio de cuentas en la Contraloría General. Le atribuyen presuntas irregularidades en el manejo de recursos de su gestión como burgomaestre de la capital chilena.
El procedimiento sin carácter penal, ni civil, sino administrativo, está en desarrollo desde 2019. En aquel momento el órgano fiscalizador durante una auditoria descubrió gastos sin respaldo, por un monto que asciende a 348.240.998 de pesos, cifra equivalente a 396.556 dólares.
La investigación de la Contraloría apunta a un malgasto en 2016 de los recursos otorgados a través de ley de Subvención Escolar Preferencial (SEP), los cuales fueron usados para pagar una indemnización de un profesor, contratación de asesorías de empresas de capacitaciones, planteles no adscritos a la subvención escolar preferencial y compra por parte de la administración central de viseras, mesas y sillas.
Con improvisación
Al lado de esta alta funcionaria con dudas sobre su transparencia estaría el dirigente del Partido Comunista, Nicolás Cataldo, a quien Boric le designó la subsecretaría del Interior. La Moneda lo anunció en sus redes sociales pese a que Cataldo se ha caracterizado por denigrar a los Carabineros de Chile, instancia a la que califica como “torturadores” y llama “pacos infiltrados”.
La ola de reacciones en contra frenó la intención del mandatario, quien con ambos pagaba una cuota de poder al Socialismo Democrático, coalición de centroizquierda que empujó la opción de Rechazo constitucional, mientras mantenía a los comunistas cerca de su despacho.
A último minuto, el mandatario ratificó a Manuel Monsalve en el cargo de subsecretario de Interior -pese a tenerlo fichado como reemplazo de Jackson- para apaciguar los cuestionamientos.
Un enrosque clave
Los cambios en el tren de Boric son un remix de las maniobras que desde hace un año protagoniza su par, el presidente de Perú, Pedro Castillo. Este mandatario ha disfrazado el desmoronamiento de su gabinete cuatro veces con una aparente renovación.
El traslado del ministro de la Secretaría de Presidencia, Giorgio Jackson, al ministerio de Desarrollo Social es un ejemplo. La mencionada cartera ha estado en el ojo del huracán desde salió recientemente Jeanette Vega, por intentar hacer contacto con el líder mapuche Héctor Llaitul, acusado de hurto de madera, usurpación violenta, atentado contra la autoridad y llamados a la desestabilización.
A su vez, Jackson está en la mira de la Contraloría, porque «no se ajustó a la prescindencia que se requiere frente al plebiscito», al gestionar acuerdos en el Congreso para modificar la propuesta de constitución, en caso de que ganara el «Apruebo». Así lo determinó la instancia en la campaña.
Sin embargo, el mayor escándalo de Jackson es la acusación de la excandidata a la gobernación de la Región Metropolitana de Santiago, Karina Oliva, –en investigación por fraude– en su contra por servir como gestor del financiamiento irregular para las primarias donde Boric compitió con el alcalde comunista de Recoleta, Daniel Jadue.
Un abogado en energía
La miel ciudadana acabó para la administración de Boric. Eso explica sus llamados a cumplir con las funciones encomendadas. “Quienes entran tienen grandes tareas. Necesitamos una nueva coordinación”, subrayó en el acto protocolar. Sin embargo, las probabilidades de lograrlo son pocas. Esto se da especialemente cuando Claudio Huepe salió del ministerio de Energía para dejar su cargo al abogado Diego Pardo.
En concreto, el nuevo titular de la cartera de Energía es un militante de Convergencia Social que hasta ahora prestaba servicios como asesor presidencial de la agenda del programa de gobierno. Su formación es en el análisis económico del derecho, especialmente en temas de diseño institucional, regulación económica y razonamiento judicial. Esta ceremonia caótica, marcada por los cambios, refuerza la incertidumbre sobre un gobierno de millennials que no termina de convencer. Los resultados del plebiscito lo confirman.