El rastreador de exceso de mortalidad de The Economist arroja que las muertes por coronavirus en Cuba podrían haber sido 7,3 veces más de las informadas oficialmente, lo cual significaría que el número de decesos en la isla no habría sido de 8529 sino de unos 62000, lo que quiere decir que el régimen solo informó alrededor de 13 % de los casos de personas fallecidas por COVID-19.
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Un reporte publicado por el semanario inglés basado en las infografías del proyecto de periodismo de datos Our World in Data, de la Universidad de Oxford, divulga que Cuba registró 550 fallecidos por cada 100.000 habitantes el año pasado a causa de la enfermedad.
“Oficialmente, para agosto de 2022, el Covid ha matado a 8.529 de los 11 millones de habitantes de Cuba. Pero nuestro modelo estima que el número real podría ser mucho mayor. El exceso de mortalidad, la brecha entre cuántas personas han muerto en un período determinado, independientemente de la causa, y cuántas muertes normalmente se habrían esperado, sugiere que hasta 62.000 cubanos pueden haber muerto como resultado de la pandemia”.
Con esta cifra revisada de fallecimientos, Cuba se ubica entre los 20 países del mundo con la mayor tasa de mortalidad por COVID-19, tras haber superado el promedio de las Américas de 368 muertes por cada 100.000 habitantes, incluso por encima de Estados Unidos, que con más de 350 millones de habitantes fue la nación más golpeada por la pandemia, pero registró una tasa de 354 decesos por cada 100.000 personas.
Con evidencias
La disparidad de las cifras del castrismo y la manipulación la reveló Ricardo Manet Lahera, director del Centro de Higiene y Epidemiología de Santiago de Cuba, en agosto del año pasado a Prisoners Defenders.
En una entrevista con la organización contó que “una persona con un PCR positivo ingresa a una institución de salud y en esa institución de salud recibe un tratamiento y después se realiza un PCR evolutivo, y si el resultado es negativo, la persona es negativa, pero si tiene complicaciones relacionadas con sus patologías de base –hipertensión, diabetes o enfermedades pulmonares obstructivas crónicas– y fallece por unas complicaciones asociadas a esas y no precisamente por la existencia o por el daño ocasionado por el COVID son casos negativos”.
Lupa a la situación
A partir de este testimonio, Prisoners Defenders ahondó en la metodología del régimen. Según Javier Larrondo, director de esta organización “todos los datos de COVID de Cuba se analizaron y demostramos que estaban mintiendo cuando los nuevos casos de siete días eran mayores que los casos totales activos como si la cura se produjera en menos de cinco días, algo imposible”.
Larrondo explicó a PanAm Post que en un estudio comparativo con España y Costa Rica, el número de casos totales activos era entre ocho y nueve veces más que el número de casos de siete días, pero en Cuba sólo era de 0,73.
Con ese número “había menos casos totales activos que los nuevos casos de los últimos siete días. Ahora lo dice The Economist, basado en otro conjunto de datos también suministrados por el Estado cubano, de modo que son complementarios porque nosotros lo hicimos con los datos suministrados en ese momento entre infectados activos e infectados a siete días, que demostraban ya el disparate. Somos dos fuentes, con dos sets de datos que demostramos que han estado mintiendo al mundo y a su población para vender una vacuna sin ningún resultado aparente –como se ve–, y que la OMS no ha aprobado siquiera”.