Las urnas hablarán. El día para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Colombia llegó. Este domingo 19 de junio, la nación decidirá si cae en manos del comunismo que encarna el candidato de la extrema izquierda, Gustavo Petro, o apuesta los próximos cuatro años por un gobierno antiestablecimiento con el ingeniero Rodolfo Hernández. La contienda luce compleja.
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Hay tensión. Hay desconfianza. Hay incertidumbre. Hay miedo. La mayoría de los sondeos de opinión previos no logró anticipar un resultado claro porque la diferencia entre los dos aspirantes a la Casa de Nariño es estrecha. Ya no hay vuelta atrás. El que consiga la mayoría de los votos será el próximo presidente de Colombia.
Entre el ingeniero y el guerrillero
Ninguno de los dos se parece a quienes han ocupado la silla principal del Palacio de gobierno en la última década. “Son enemigos de la política tradicional, se construyeron como antítesis a ‘los de siempre’ y tienen discursos de ruptura”, señala BBC.
Sin embargo, el estilo y el fondo de sus programas los diferencia. De ahí las aprehensiones ante el “cambio” que ambos ofrecen.
“Prefiero un ingeniero que un guerrillero”, fue la frase que se hizo tenencia en las redes luego de la primera vuelta como evidencia de que Hernández representa para todo el votante antipetrista “el mal menor”, tras el fracaso del candidato del Equipo por Colombia, Federico ‘Fico’ Gutiérrez, y del abanderado de la coalición Centro Esperanza, Sergio Fajardo. Esta percepción también deriva de que descarta su perpetuidad en el poder. En entrevista con Jaime Bayly recordó que su edad (77 años) se lo impediría. Además cree en la alternancia garantizada en la Constitución.
Con Petro, la historia es otra. A sus 62 años plantea que su “progresismo transformador” requiere tiempo para incluso promover “el perdón social” –una especie de amnistía– a narcotraficantes, guerrilleros y acusados de corrupción para un acuerdo nacional.
Coincidencias entre contrastes claves
Petro y Hernández son populistas. El primero nacionalista antioligarquía y el segundo es una figura de la antipolítica que evita el encasillamiento ideológico. Coinciden en retomar las relaciones con Venezuela, pero cada uno lo haría con un protocolo distinto para abordar el éxodo masivo del país vecino. También rozan la idea de prohibir el fracking o fracturación hidráulica y comparten que el aborto sea posible de acuerdo con las causales permitidas por la ley. Sin embargo, Francia Márquez, la compañera de fórmula de Petro, levanta con frecuencia el pañuelo verde para exigir aborto libre.
Solo en esos tres terrenos parecen tener una visión similar. En lo demás, domina la contraposición. Petro pretende transformaciones económicas profundas comparables con las implementadas por el chavismo en Venezuela, que arrastraron al país al hambre, pobreza e inseguridad. Alegando que el sistema impositivo actual tiene un “claro sesgo a favor de las personas excesivamente ricas” promete una reforma tributaria con epicentro en los dividendos donde la mayor carga pesaría “sobre las 4000 más grandes fortunas de Colombia”.
Hernández es práctico. Va por otro camino. Su propuesta es reducir la tarifa general del impuesto al valor agregado (IVA) de 19 % a 10 % para mantener la canasta familiar libre del impuesto, mientras reclasifica los demás bienes y servicios excluidos. En manos de los colombianos está creer en el “cambio” de Petro que se vislumbra a “largo plazo” y pasa por desmontar todo el sistema político y económico actual que tiene a Colombia como la segunda economía de mayor crecimiento en la región o apostar por una transformación progresiva enfocada en la austeridad que propone Hernández.
Entre el derroche y la austeridad
En esta tercera aspiración a la presidencia, Gustavo Petro, exguerrillero del grupo narcoterrorista M-19, organiza a su comando para esperar los resultados en el Movistar Arena de Bogotá –un reciento para espectáculos con capacidad para 11000 asistentes– cuyo arriendo cuesta 140 millones de pesos, equivalentes a 35.000 dólares.
El equipo de comunicaciones del Pacto Histórico confirmó el cambio del salón rojo del Hotel Tequendama a esta sede multitudinaria. El ingreso será desde la 1:00 de la tarde, pero si las urnas frustran de nuevo su deseo de hacerse con el poder, dice que va “a mirar” los números primero antes de reconocer la derrota porque desconfía del “software con que se cuentan los votos de cómputo de las mesas hacia los escrutinios”. También hay que recordar que su hija, Sofía Petro, dijo en una entrevista con El País que si su papá no ganaba podría haber un estallido social mayor al del año pasado.
Hernández dista de la fanfarria y el conflicto. No gastará en eventos, pues anunció que esperará los resultados en su casa de Piedecuesta, Santander, como lo hizo en la primera vuelta, y sin oponerse a los números que arroje el preconteo para ahorrarle polémicas al país. Estará junto a su familia y colaboradores de la campaña, mientras que el voluntariado permanecerá en Bucaramanga.
Luego de conocer los resultados de la jornada electoral, daré mis declaraciones desde mi casa, en compañía de mi familia. No gastaremos plata en espectáculos, siguiendo la austeridad que ha caracterizado a mi campaña y que hoy necesita es la misma que necesita el país. https://t.co/TVayqsMtKE
— Ing Rodolfo Hernandez 🇨🇴! (@ingrodolfohdez) June 17, 2022
Los colombianos elegirán entre dos candidatos que ya garantizan un cambio pero desde aceras distintas. Lo deben tener claro después de una intensa campaña donde abundaron las artimañas de Petro y la astucia de Hernández para esquivarlas. Sólo queda votar.