
Para Rusia no es el momento de perder ninguno de los pocos aliados que le quedan tras las invasión Ucrania. En un intento por preservar algunas lealtades a sus intereses geopolíticos, permitirá que el régimen comunista de Cuba pague los 2300 millones de dólares que le adeuda en 2027.
La Duma Estatal –Cámara baja del parlamento– ratificó que La Habana tendrá cinco años más de gracia para saldar sus cuentas pendientes con Moscú, estableciendo cuatro nuevos protocolos para los créditos intergubernamentales otorgados al castrismo en 2009 y 2017 para el financiamiento de proyectos energéticos, metalúrgicos y de transporte.
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Según el Directorio Cubano, el viceministro de Finanzas de Vladímir Putin, Alexei Sazánov, precisó que el plazo para el pago de la deuda de Cuba a Rusia vencerá el 15 de diciembre de 2027, con 11 millones de dólares adicionales como intereses. La decisión responde a una solicitud que elevó en septiembre pasado el régimen de Miguel Díaz-Canel ante el Kremlin, alegando “dificultades geopolíticas y económicas simultáneamente”, derivadas de la pandemia.
Mentiras entre aliados
Los argumentos que Cuba le presenta a Rusia para justificar la demora en el pago de la deuda son debatibles cuando el régimen realiza la absurda inversión de 1500 millones de dólares en la ampliación de la capacidad hotelera de la isla, dejando a un lado que el ingreso de turistas cayó 87 % y que 70 % de la población vive por debajo del umbral de la pobreza.
El Kremlin no está para discutir. Ya en 2014 le perdonó una deuda de 30000 millones de dólares acumulada durante la época soviética. Ahora, su atención está en otro lado. Los 27 países que conforman la Unión Europea, junto a Estados Unidos y Canadá, bloquearon los vuelos hacia y desde Rusia. Llegar a la capital de Estonia, Tallin, pasó de requerir 90 minutos en avión desde Moscú a necesitar hacer una travesía de 12 horas.
Después de tres meses de bombardeos incesantes contra Ucrania, Rusia no es la misma y esa es una pequeña evidencia.
“Ahora vemos el deterioro de la economía en una gran variedad de sectores. Las compañías alertan que se están quedando sin existencias de piezas de recambio. Muchas empresas ponen a sus empleados a trabajar media jornada y otras les advierten que tienen que cerrar por completo. Así que hay un temor real de que el desempleo aumente durante los meses de verano y de que se produzca una gran caída en el consumo y en las ventas al por menor y en la inversión”, dijo Chris Weafer, analista de la economía rusa de la agencia Macro-Advisory a The Associated Press.
Cifras en declive
Esa situación proyecta una debacle para Rusia. Su Ministerio de Economía admitió que la inflación cerrará este año en 17,5 %, las inversiones en capital caerán 19,4 %, los ingresos reales descenderán 6,8 % y el desempleo aumentará a 6,7 %.
Todas las cifras generarán una contracción económica de 7,8 % en 2022. El número es fatídico. Coincide con el mayor descenso de la economía rusa –7,8 % registrado en 2009– desde que Putin llegó al poder en el año 2000. La presión aplaca la furia de su discurso. En contacto telefónico con el primer ministro de Italia, Mario Draghi, dijo que está dispuesto a contribuir con la resolución de la crisis alimentaria internacional a través de la exportación de granos.