El régimen cubano anunció de forma intempestiva que servirá de sede para la XXI Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) entre el 27 y 29 de mayo, en la víspera de la Cumbre de las Américas que se realizará en Los Ángeles, California, del 6 al 10 de junio. Sin haberse definido si la dictadura cubana recibirá la invitación de parte del presidente estadounidense, Joe Biden, el castrismo ya decidió organizar una cumbre paralela para aumentar la presión sobre el mandatario demócrata.
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El bloque compuesto por Cuba, Nicaragua, Bolivia, Dominica, Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, San Cristóbal y Nieves, Granada y Venezuela volverá a reunirse este fin de semana para –según el régimen anfitrión– rechazar el “irrespeto de la soberanía” por parte de Biden.
Según la agencia EFE, el dictador venezolano Nicolás Maduro y el presidente de Bolivia Luis Arce ya confirmaron su participación a un encuentro que transcurrirá mientras México, Guatemala, Honduras, Chile y Argentina abogan ante Joe Biden para que “todos asistan” a la Cumbre de las Américas.
En evaluación
Una fuente de CNN afirma que “el gobierno de Biden está evaluando opciones para incorporar las voces del pueblo cubano, venezolano y nicaragüense en el proceso de la Cumbre”. En ello es clave el exsenador Christopher Dodd, quien ejerce como asesor especial de la cumbre.
En cualquier escenario Biden saldrá perjudicado. Por un lado, representaría una falta de compromiso con los valores democráticos que promueve la cita y una debilidad frente a las dictaduras de la región, en caso de que les extienda la invitación; y por el otro, no solo quedarían vacías las sillas de los representantes de Venezuela, Cuba y Nicaragua, pues el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ya anunció que él no asistiría, y se desconoce si otros mandatarios que presionan por la “inclusión” tomen la misma decisión.
Los Ángeles Times afirma que “el gobierno de Biden está luchando por evitar un bochorno que podría erosionar la influencia de Estados Unidos en la región”.
Y sí, necesita batallar para asegurarse una asistencia de “alto nivel” que le permita contrarrestar la influencia de China en América Latina, considerando que 21 de los 35 países del hemisferio se unieron a su Iniciativa del Cinturón y Ruta de 4,3 billones de dólares.
Un panorama complejo
Hasta ahora luce complejo poder tener éxito. El boicot de Cuba con su cumbre paralela del ALBA, cuando en la región abunda corrupción, conflictividad e inestabilidad, vuelve difícil la tarea para Biden. Además, el ascenso al poder de mandatarios autoritarios y populistas también influye.
Ryan Berg, un experto en América Latina del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un think tank de Washington, entrevistado por el medio norteamericano, sostiene que la cumbre está “en crisis” y los líderes del hemisferio perciben que “pueden amenazar con desertar sin temor a enfrentar un gran costo. No sentirán que se pierden de nada”.
Sin embargo, no todo parece estar perdido para el presidente Joe Biden. Si la Cumbre, a la cual también acuden empresarios y miembros de la sociedad civil, aterriza en un consenso regional para el abordaje de las migraciones o macroinversiones para potenciar las economías afectadas por la pandemia, sería un revés no sólo para La Habana sino para aquellos que desistieron de respaldar a la Casa Blanca.
Una estrategia reciclada
Ese es un panorama muy probable porque la convocatoria de Cuba a una cumbre paralela con sus aliados del hemisferio para intentar competir con la Administración Biden no es nueva.
En diciembre, ante su exclusión y la de Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Guatemala, Haití, Honduras, El Salvador, Rusia y China, de la primera Cumbre por la Democracia del mandatario norteamericano, el régimen castrista también llamó a sus pares socialistas para “evaluar en conjunto el escenario regional, las acciones para garantizar la paz y la estabilidad regional, así como la concertación política para impedir la intromisión en nuestros asuntos internos”.
En aquel momento, China y Rusia firmaron en conjunto un documento en el que señalaron que el demócrata tenía una “mentalidad de guerra fría” que “avivará la confrontación ideológica y una ruptura en el mundo”. China fustigaba que Biden invitara a Taiwán a participar cuando el régimen comunista de Xi Jinping reclama la isla autónoma como parte de su territorio.
Otras naciones que también quedaron fuera de esa cita fueron Turquía, miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y Egipto, un aliado clave de Estados Unidos en el Medio Oriente, por el deterioro de los derechos humanos bajo el mandato de Recep Tayyip Erdoğan y Abdelfatah El-Sisi, respectivamente. Pero ahora, la invasión de Rusia a Ucrania pesa en estos escenarios de “trabajo comunitario”. Quienes antes faltaron quizá obtengan –gracias al conflicto– un puesto privilegiado. Todo puede pasar.