El sandinista Daniel Ortega no esperó hasta 2023 para concretar la salida de Nicaragua de la Organización de Estados Americanos (OEA). Por el contrario, adelantó la estampida con el cierre de las oficinas del ente en Managua y el retiro de las credenciales de sus representantes. Detrás de la velocidad y arbitrariedad hay intereses electorales.
La decisión de abandonar lo que el régimen de Ortega e ha empeñado en tachar como “engendro” e “instrumento diabólico” del “imperio yanqui”, según el canciller nicaragüense, Denis Moncada, deriva del “auspicio y promoción de invasiones y legitimación de golpes de Estado” por parte de la instancia. Sus embajadores Orlando Tardencilla, Michael Campbell e Iván Lara ya no volverán. La Policía invadió al organismo.
Moncada miente. Su retórica socialista esconde que la expulsión de la OEA despeja de reflectores internacionales el camino hacia las elecciones regionales y municipales programadas para noviembre. Allí Ortega aspira repetir —como mínimo— el resultado de 2017 que dejó en manos de su partido 135 de las 153 alcaldías que hay en el país.
#LoÚltimo: La Policía llega a la sede local de la OEA, en Managua minutos después que el canciller de Nicaragua, Denis Moncada anunciara el cierre de las oficinas del organismo. pic.twitter.com/qxxhQM4Caw
— Houston Castillo (@HoustonTexasni) April 25, 2022
Un estorbo
La OEA estorba a Ortega para lograr su hazaña. Y es que desde noviembre pesa una resolución en contra de su reelección, por haberse gestado en unas “elecciones que no fueron libres, justas ni transparentes y carecen de legitimidad democrática”. Así lo dejaron claro 25 de los 34 miembros de la OEA que votaron a favor de la condena.
Además, la resolución, incluye las denuncias por las encarcelaciones arbitrarias de políticos, empresarios, agricultores, estudiantes y periodistas con la cooperación del sistema judicial de la magistrada Karen Chavarría, quien ejerce su cargo público al mismo tiempo que el de coordinadora política del Frente Sandinista, en el Distrito Penal de Managua. Ella impone su firma en acusaciones que sirven para hostigar y perseguir a quienes adversan al dictador.
Junto a Chavarría opera la nueva presidente del Consejo Supremo Electoral de Nicaragua, Brenda Rocha, quien perdió su brazo derecho mientras defendía al sandinismo hace más de tres décadas. De aquella época como miliciana no solo le queda la falta de su extremidad, sino también su fidelidad ideológica que Ortega recompensa designándola al frente del órgano comicial.
De pantalla
Si la intención de Ortega es evitar que este panorama pase desapercibido clausurando las oficinas de la OEA, el mandatario falla en su maniobra. En un comunicado, el organismo afirma que de acuerdo con los protocolos, la salida ocurrirá en un lapso de dos años. Hasta entonces, tendrá que cumplir con los compromisos pendientes. Asimismo, en el documento se aclara el “deber ser” del proceso:
“Si bien Nicaragua ha denunciado su Carta, esta denuncia solo entrará en vigor a fines del año 2023, sujeta a que para entonces este país haya cumplido con todas las obligaciones que el Sistema Interamericano le impone a todos sus miembros, en el respeto y cumplimiento de sus fines y propósitos. Hasta tanto, Nicaragua es miembro pleno de la Organización y debe cumplir con todas sus compromisos. El artículo 33 de la Carta de la OEA garantiza la inmunidad de sus actividades en los países miembros”.
No es cualquier cosa. Significa que debe garantizar el respeto a los derechos humanos, a la institucionalidad jurídica, al Estado de derecho, a las libertades públicas e inclusive el pago de sus cuota anuales de membresía en la OEA.
En la misma publicación divulgada por Luis Almagro en Twitter, el secretario de la OEA señala que las “oficinas, archivos y documentos gozan de la más absoluta inviolabilidad y su violación por las autoridades nicaragüenses les hace internacionalmente responsables por sus consecuencias”.
Para el exembajador nicaragüense en la OEA, Arturo McFields, quien denuncia a la “dictadura” de Ortega en el pleno, “el retiro estrepitoso es un golpe moral para el régimen y una victoria para más de 180 presos políticos, para los desaparecidos, los exiliados y las personas que han sufrido”.
Comunicado de la Secretaría General de la OEA
👉 https://t.co/LlmpZKxipc pic.twitter.com/kjl03y3r6i— Luis Almagro (@Almagro_OEA2015) April 25, 2022
Como sus aliados
Ortega imita al chavismo. Nicolás Maduro acusó reiteradamente a Almagro de abusar de su autoridad para solidarizarse con la oposición y en 2017 anunció su salida de la OEA. En 2019 celebró la formalización.
Sin embargo, en ese momento el Consejo Permanente de la OEA reconoció como representante de Venezuela a Gustavo Tarre, aliado del líder opositor venezolano Juan Guaidó.
Así que la pertenencia de Venezuela a la OEA depende de a quién se le pregunte: Maduro dice que su país no pertenece a la entidad, mientras que la OEA considera a Venezuela un estado activo de la organización.
Cuba está considerada por la OEA un estado miembro no activo a raíz de la suspensión de 1962 por su adhesión al bloque comunista soviético y su pelea con Washington, tras la revolución liderada por Fidel Castro en 1959. Esa decisión fue anulada en 2009, pero Cuba no ha pedido su reincorporación.
Honduras también fue suspendida de la OEA en 2009, tras el golpe de Estado que expulsó del poder al entonces presidente José Manuel Zelaya. La Asamblea General decidió levantar la suspensión en 2011. Si Ortega mantiene esta línea, le tocará recular porque no habrá más préstamos, ni cooperación ni donaciones de la comunidad internacional financiera.