
Venezuela es otra. Créalo, porque es verdad. El país cambió pero no para mejor. Ahora, se aparenta que la tragedia económica terminó. Sin embargo, la verdad es que solo quedó el circo, pero sin pan. Lo insólito sobre esta matriz de información que está propagándose es el apoyo que se consigue al mostrar la larga lista de artistas que, de alguna forma u otra, cooperan con el régimen chavista que promueve esta imagen falsa de estabilidad en el país.
Hasta junio están previstos tres festivales de música y más de una decena de conciertos. Fonseca, Kany García, Sin Bandera, Camila, Piso 21, Il Divo, Cristian Castro, Cultura Profética y Natty Natasha son algunos de los que arribarán para tapar con sus shows que el 94 % de la población en Venezuela está empobrecida. De esta lamentable cifra, el 76,6 % que equivale a dos tercios de los hogares en el país, la padece de forma extrema.
Quizá no lo saben o lo evaden, pero a sus presentaciones solo llegará el 5 % de los venezolanos que forma parte de la burbuja de consumo que puede pagar desde 50 hasta 5000 dólares para verlos un par de horas en un escenario, según la última Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi).
Para los demás, la radio es el consuelo porque “en términos económicos, no hay ninguna recuperación sino elementos de rebote, por una expansión en 2021 que si se compara con 2014 evidencia que el PIB aún no recupera el 80 % que ha perdido”, aseguró el doctor en economía, Alberto Castellanos, en entrevista con PanAm Post.
Al entretenimiento —señaló el experto— accede un pequeño nicho. Esto contradice toda la propaganda que se ha activado desde una serie de trincheras para abonar una imagen viabilidad económica en el país. Al respecto, Castellanos aseveró que “hablar de que Venezuela se arregló no es cierto, cuando se necesita un crecimiento permanente y los servicios públicos siguen deficientes”.
Un chiste conveniente
La premisa de que «Venezuela se arregló» es un chiste para algunos, pero también una conveniente realidad para otros. El chavismo forma parte de los segundos. En esta oportunidad exacerbó una narrativa que dejó atrás las hostilidades contra el sector privado, con un aparente barniz «capitalista».
Ya nadie habla de las órdenes de cierre de casinos y la prohibición de transmisiones hípicas, que expropió industrias y antagonizó a empresarios. Ahora, las reuniones con gremios empresariales están en la agenda de Miraflores, los juegos de envite y azar autorizados y las empresas expropiadas restituidas a sus dueños.
Para Maduro hasta los migrantes que visitan o regresan —solo 28.000 de 6 millones de exiliados— son parte de este resurgir económico que su contralor general, Elvis Amoroso, califica como un proceso de «ingeniería financiera», para «reponer la estabilidad» del país. Con ese manejo, la frase está de moda, pero más allá de la ola de conciertos y la multiplicación de los bodegones, no hay más hechos que la sostengan.
Sectores deprimidos
Los datos desde el sector industrial no son nada favorecedores. La contracción en la última década pasó de un uso de la capacidad instalada del 60 % en 2012 a 18 % en 2019. En siete años la industria cayó de niveles estables a una situación crítica.
Los resultados de la Encuesta Cualitativa de Coyuntura aplicada por Conindustria para el cuarto trimestre de 2021 reflejan que el uso de la capacidad instalada alcanzó un 27 % pero el número está lejos de sostenerse porque aunque no hay cifras oficiales del comportamiento entre enero y marzo, el panorama es “flojo”.
Sólo para tener una idea de cuán decaído está pese a los repuntes súbitos, las industrias de Colombia y Brasil utilizan un 81 % de su capacidad instalada.
El sector automotor arroja la mayor debacle industrial de la última década. De ensamblar unas 172.000 unidades anuales, comercializar casi medio millón de vehículos y exportar hasta 260 millones de dólares en autopartes, la Cámara de Fabricantes Venezolanos de Productos Automotores (Favenpa) sólo reporta ocho vehículos ensamblados el año pasado, mientras que el país cuenta con un parque automotor con un 53 % de vehículos fabricados en 2006, con 15 años o más de uso.
El presidente de Favenpa, Omar Bautista, admitió en entrevista con el medio que su sector no está cerca de «arreglarse».
«Nuestro sector no se ha arreglado. El mercado de equipo original, de las ensambladoras de vehículos, llegó a representar el 42 % de las ventas totales de autopartes nacionales. El año pasado fue cero y también cero el primer trimestre de 2022”.
El sector plástico vive lo mismo. En 2008 lo constituían 827 empresas que acumulaban una capacidad instalada de 258.000 toneladas por mes, ahora quedan 300 empresas con una capacidad operativa de 23.000 toneladas mensuales.
Sin expectativas
Las apariencias engañan. “No es posible que Venezuela crezca 20 % anual cuando el daño provocado por la crisis inducida es severo sobre la producción y oferta. Como mínimo el país requiere un crecimiento anual sostenido de 10 % durante una década”, afirmó Castellanos.
Explica que si bien hay una incipiente mejoría, esta sólo deriva de las importaciones de alimentos que no tienen aranceles y no pagan impuestos, pero reafirmó que “la industria está por el suelo”.
Para cambiar la senda se necesita tiempo y otras políticas. ¿Lo entienden en Miraflores? Castellanos, duda. Aseguró que “los consensos son vitales” y sin ellos sólo hay una “economía de supervivencia sin planes de negocios real”.
Populismo sin desarrollo
El circo en ese contexto le funciona al régimen, porque esquiva los problemas sociales, económicos y políticos. Su mayor esfuerzo es distraer a la población con eventos populistas que no apuntan a garantizar bienestar, justicia, mucho menos desarrollo.
El reflector que usa es gigante. Es cierto. Sin embargo, no alcanza para nublar que la expectativa de vida de los venezolanos nacidos durante la crisis (2015-2020) se redujo en tres años, y que la tasa de mortalidad infantil ahora es similar a la de hace 30 años. ¿Quién engaña a quién?