Moscú se prepara para retomar los ataques contra Ucrania con mayor letalidad. Un reporte de The Guardian revela que Rusia recibe municiones y equipo militar procedente de Irak mediante redes de contrabando iraní de armas para reforzar su ofensiva que liderará el general Alexander Dvornikov conocido como el “carnicero de Siria” por haber cometido crímenes contra la humanidad en ese país.
Granadas propulsadas por cohetes, misiles antitanque y sistemas de lanzamiento de cohetes diseñados por Brasil forman parte de la lista del arsenal que Teherán distribuye al Kremlin.
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El envío parte de Irán a través del cruce fronterizo de Salamja, donde es recibido por el ejército iraní y llevado a Rusia por mar. Tres buques de carga, dos con bandera rusa y uno con bandera iraní, ya cruzaron a finales de marzo el mar Caspio desde el puerto de Bandar Anzali hasta Astracán, una ciudad rusa en el delta del Volga.
Una medida desesperada
Antes de rendirse o flaquear, Rusia busca respaldo para evadir las sanciones económicas que le impiden la compra de bienes de doble uso (artículos con fines civiles y militares), como repuestos para vehículos y ciertos tipos de dispositivos electrónicos y ópticos, así como artículos con usos militares obvios.
Sus fabricantes tienen dificultades para abastecer a las plantas de vehículos blindados y tractores. Además, se estima que 29 de sus 125 grupos tácticos originales son “ineficaces en el combate”. Frente a ese panorama, Irak es ahora vital para Rusia porque el albergue de tropas estadounidenses y occidentales, desde el derrocamiento de Saddam Hussein en 2003, inundó de armamento a la nación.
Parte de esas armas también está en manos de las milicias chiitas respaldadas por Irán, que desde 2016 se incorporaron oficialmente a las fuerzas armadas iraquíes como parte de la lucha contra el Estado Islámico.
Cuentas bélicas
Allá sacan cuentas. Si el régimen de Putin cesa, habrá implicaciones para Irán, particularmente en Siria, donde Damasco depende del apoyo aéreo ruso. Por eso, las sospechas de contrabando de armas de Rusia tiene un historial que precede a la guerra contra Ucrania. Un informe publicado por el diario alemán Welt am Sonntag señala que Teherán y Moscú mantienen un intercambio que violaría la resolución 2231 de Naciones Unidas (ONU) que lo prohibía.
De acuerdo con servicios de Inteligencia referidos por The Jerusalem Post, Teherán habría entregado las armas a Moscú a través de una base militar siria en 2017. “Dos aviones de Irán volaron directamente a la base aérea de Jmeimim (la más importante de Rusia en Siria) para llevar el equipo militar para ser transportado a Rusia”.
Ese no es el único episodio. También el carguero “Arctic Sea” ha sido señalado de transportar armas de contrabando a Irán. Se especuló en diversas ocasiones que podía tratarse de misiles de crucero del tipo X-55, que datan de la era soviética y que permiten acoplar cabezas nucleares.
Un general sin escrúpulos
Vladímir Putin no quiere perder y reorganiza además a su cúpula militar ante las “pérdidas significativas de tropas”. La designación de Dvornikov, el general de la “vieja escuela” y “nacionalista de sangre y tierra” formado en las doctrinas militares soviéticas que consideran la destrucción de objetivos civiles como una forma de ganar impulso en el campo de batalla, ahora liderará su “Plan B”.
Bajo su cargo estará la responsabilidad de tomar la franja oriental ucraniana para unirla con Crimea, en el sur. Y para conseguir la unión del Donbás con la península anexada de manera irregular en 2014 necesita terminar de tomar Mariúpol, asediada desde hace 48 días y donde se investiga el posible uso de armas químicas.
La especialidad de Dvornikov es dejar ciudades en ruinas. Alepo es evidencia de ello. Bashar Al-Assad, el dictador sirio, agradeció su presencia porque su brutal táctica erradicó cualquier amenaza contra el régimen de Damasco. Para Estados Unidos la elección de este militar es sinónimo de radicalización y de una política de tierra quemada en Ucrania que causará más destrucción.