Rusia eleva la letalidad de sus ataques y amenazas contra Ucrania. Su escuadrón marítimo desplegó minas navales en las rutas comerciales de la zona noreste del Mar Negro, cerca de los puertos de Odessa, Ochakiv y Chornomorsk, mientras sus tropas en tierra hicieron uso de misiles hipersónicos muy cerca de la frontera con Rumania, país miembro de la OTAN.
Andriy Klymenko, editor en jefe del sitio de noticias BlackSeaNews asegura que Moscú remitió una advertencia costera en el sistema NAVAREA, con la que solicitó a buques y capitanes “navegar con precaución”.
⚡️Journalist: Russia mined commercial routes in Black Sea.
Andriy Klymenko, the chief editor of news site BlackSeaNews, said on March 19, citing his sources, that Russia had deployed the naval mines in the northwestern part of the Black Sea.
— The Kyiv Independent (@KyivIndependent) March 19, 2022
Esta acción coincide con la destrucción casi total de la planta metalúrgica de Azovstal, en Mariúpol (sur de Ucrania), –una de las más grandes de Europa– y la confirmación del uso de misiles hipersónicos “Kinjal” para destruir un depósito subterráneo de armas ucranianas en la localidad de Deliatin, en la región de Ivano-Frankivsk, ubicada a solo 50 kilómetros de la frontera con Rumania, país miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
- Lea también: La guerra en el Mar Negro: 300 barcos bloqueados y a merced del ataque ruso
- Lea también: Mariúpol, la ciudad ucraniana con 80 % de las casas destruidas por las tropas rusas
Parte del plan
Los misiles hipersónicos rusos desafían a todos los sistemas de defensa antiaérea, según el Kremlin. Vladímir Putin los califica de “invencibles” porque los “Kinjal” –palabra rusa que significa puñal– alcanzan sus objetivos a una distancia de más de 1000 km.
Putin calculó sus acciones. Con los misiles hipersónicos hizo ensayos en 2018 y los bloqueos en el Mar Negro los practicó entre enero y febrero de este año con “ejercicios militares” que incluyeron el cierre de las zonas desde y hacia donde hacen envíos los puertos ucranianos en el Mar Negro y el Mar de Azov. Es la primera vez desde la invasión a Crimea que se ejecutan estas obstrucciones totales en la zona.
Para Rusia, el Mar Negro está destinado al lanzamiento de misiles. Por eso, Putin cuida a sus embarcaciones. El Grupo de Supervisión de BlackSeaNews y el Instituto de Estudios Estratégicos del Mar Negro reportan que seis petroleros del Kremlin transportan 300.000 toneladas de aceite a través del Bósforo y Dardanelos para su exportación hacia Israel, Turquía y Malta, cuyo valor es de 200 millones de dólares, equivalentes al costo de unos 30 misiles de crucero rusos Kalibr.
Una llave clave en el conflicto
La estrategia de Vladímir Putin para proteger sus exportaciones es deficiente, dado que Turquía es un territorio clave en esta guerra en alta mar. La nación bajo el dominio del dictador Recep Tayyip Erdoğan, administra la soberanía del Mar Negro desde la firma de la Convención de Montreux, un acuerdo que pretendió garantizar el tránsito por los estrechos turcos a las flotas militares y mercantes de todos los Estados ribereños del Mar Negro y establecer algunas limitaciones para el paso a los barcos de guerra de Estados no ribereños.
Turquía está en posición de hacer valer sus intereses en caso de un hipotético conflicto en el Mar Negro porque este tratado no ha sido reemplazado desde entonces.
Y ya lo está haciendo. El Reino Unido planteó enviar uno de sus dos nuevos portaaviones junto con su grupo de combate hacia el Mar Negro, pero la convención de Montreux impide que un Estado no ribereño pueda desplazar una fuerza de tareas de ese tipo más allá de los estrechos turcos. Además, hay dos miembros de la OTAN entre los Estados ribereños: Rumanía y Turquía. La presencia naval de la Alianza Atlántica en el Mar Negro debe estar capitaneada por ellos, si es que existe una posición común y unánime al respecto.
Ankara desempolvó la convención de Montreux y su posición geopolítica como llave del tránsito entre el Mar Negro y el Mediterráneo, por supuesto de acuerdo con sus propios intereses, y decidió cerrar el paso de sus estrechos a cualquier barco de guerra extranjero.
Con esto, Turquía dificultará una posible escalada de la situación. Los barcos de la OTAN desplegados en el Mar Negro deben abandonarlo en un plazo máximo de veintiún días desde que entraron en él y no podrán volver hasta que Turquía lo permita.
Intereses en medio
Turquía defiende sus intereses inmediatos en el conflicto, impidiendo que frente a sus costas se concentren buques de la OTAN y rusos con el consabido riesgo de escalada, pero también ha dificultado algunas formas de presión que podrían haber tomado sus aliados.
Ahora, si bien las relaciones de Rusia con Turquía a lo largo de la última década no han sido fáciles, actualmente ambos actores se necesitan. A fin de cuentas, los drones turcos que utilizan las fuerzas ucranianas intentan ser derribados por los mismos sistemas antiaéreos rusos que Ankara compró a Moscú.
Rusia sentirá un impacto. No podrá reforzar desde el Báltico su flota en el Mar Negro, aunque podrá mover algunas de sus unidades desde el Caspio a través del canal Volga-Don. Por otra parte, su base naval de Tartús (Siria) también queda aislada de los puertos del Mar Negro.
En peligro
La tensión en las aguas profundas de Europa incidirá en África. Un nuevo informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) asegura que el continente será el más perjudicado con la guerra, considerando que entre 2018 y 2020, Rusia representó casi un tercio de las importaciones de trigo y Ucrania 12 %.
Según el documento citado por la agencia DW, 25 países africanos, especialmente las economías menos desarrolladas, dependen de las importaciones de trigo de Rusia y Ucrania, y la falta de excedentes en África limita las posibilidades de compensar cualquier pérdida de suministros, mientras que el aumento de los costos de fertilizantes supondrá una carga adicional para los agricultores. En Moscú, nada importa.