La planta nuclear ucraniana Zaporiyia, como todas las centrales nucleares en funcionamiento en el mundo requiere un sistema de apoyo complejo, que incluye la presencia permanente de personal, energía, acceso a agua de refrigeración, repuestos y equipos. Todo está ahora gravemente comprometido por el ataque de las tropas rusas a sus instalaciones.
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En una reunión de última hora, los 35 miembros de la Junta de Gobernadores de la Organización Internacional de Energía Nuclear (OIEA) dependiente de Naciones Unidas (ONU) concluyeron que el incendio provocado por las fuerzas militares de Vladimir Putin en la estación viola las siguientes siete condiciones de seguridad:
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La integridad física de las instalaciones, ya sean reactores, estanques de combustible o depósitos de desechos radiactivos.
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El funcionamiento de todos los sistemas y equipos de seguridad y protección en todo momento.
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La capacidad del personal operativo para de cumplir con sus funciones de seguridad y protección y tomar decisiones sin presiones indebidas.
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El suministro de energía seguro fuera del sitio desde la red para todos los sitios nucleares.
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La garantía de las cadenas logísticas de suministro y transporte que deben prevalecer ininterrumpidos hacia y desde los sitios.
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El funcionamiento de los sistemas efectivos de monitoreo de radiación en el sitio y fuera del sitio y medidas de preparación y respuesta para emergencias y
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Las comunicaciones confiables con el regulador y otros.
Sin estos “pilares” la institución divulga en su sitio web que “no hay nada normal en las circunstancias en las que los profesionales de las cuatro plantas de energía nuclear de Ucrania están logrando mantener en funcionamiento los reactores que producen la mitad de la electricidad del país”. El Consejo de Seguridad de la ONU está en debate por este hecho.
Aquí pueden seguir el debate en el Consejo de Seguridad de la ONU, una reunión de urgencia en respuesta al ataque ruso contra la central nuclear ucraniana de Zaporiyia.
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— Joaquín López-Dóriga (@lopezdoriga) March 4, 2022
Infraestructura en riesgo
Los edificios del reactor nuclear de Zaporiyia tienen una contención de hormigón que protege tanto el núcleo del reactor, su sistema de refrigeración y la piscina de combustible gastado. Sin embargo, esta contención no puede resistir el impacto de las municiones pesadas.
Rusia está enterado. Es obvio que la planta no es objetivo deliberado, porque la liberación nuclear podría contaminar gravemente a los países vecinos, incluido su propio territorio.
Nada le importa. Así lo traducen sus acciones. Si Putin logra destruir la contención con explosiones y el sistema de enfriamiento fallara, la radiactividad tanto del reactor como de la piscina de combustible podría escapar libremente a la atmósfera.
Esto, según Greenpeace, haría inaccesible la entrada debido a los altos niveles de radiación y conduciría a una cascada adicional de los otros reactores y piscinas de combustible, cada uno de los cuales esparciría grandes cantidades de radiactividad en diferentes direcciones del viento durante varias semanas porque se necesita mucho tiempo para que una central eléctrica nuclear en funcionamiento pase a una etapa de seguridad pasiva que no requiera más intervención humana.
Putin maniobra contra el tiempo —con nueve días de combate acumula más sanciones que aliados— y cuando se apaga un reactor, el calor residual de la radiactividad disminuye exponencialmente, pero aún permanece muy caliente y requiere enfriamiento durante un período de cinco años antes de que pueda cargarse en contenedores de almacenamiento seco de hormigón que eliminan su calor fuera del contenedor a través de la circulación natural del aire.
Cerrar un reactor puede disminuir progresivamente los riesgos con el tiempo, pero no resuelve el problema. Decir que es complicado, es poco.