La invasión de Rusia a Ucrania está hundiendo a la economía de Moscú al mismo ritmo de sus implacables detonaciones. El rublo —su moneda— cayó este lunes un 40 % frente al dólar y el euro. Sin embargo, el retroceso será mayor si el Reino Unido decide unirse al castigo financiero pactado entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE) contra el Banco Central del Kremlin.
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De momento, hay tres movimientos significativos y uno devastador a cinco días del comienzo del bombardeo: una notable caída de los futuros de las bolsas, una fuerte subida del petróleo, la búsqueda de valores refugio —como la deuda soberana y el dólar estadounidense— y el desplome de la divisa rusa, cuya cotización está en 100 unidades por dólar después de cerrar en 83,5 el miércoles, último día que se registró una tasa de cambio oficial mientras que frente al euro, el rublo ronda los 109,4 después de ubicarse en 93,5.
La contracción de la moneda coincide con la salida de Rusia de la Sociedad para las Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales —un sistema de mensajería seguro que facilita los pagos transfronterizos rápidos— para impedir a Vladimir Putin usar los 570.000 millones de euros que el país tiene en sus reservas en medio de la invasión, aseguró ABC.
La Bolsa de Moscú permanece cerrada desde el jueves cuando reportó un descenso de 33%. Todo indica que estará suspendida hasta este martes cuando el Banco Central de Rusia publique a las 09: 00 de la mañana el horario de ‘trading’ que permitiría retomar la operativa bursátil de compraventa de acciones pero no hay confirmación de que será así.
Un impacto previsible
La incertidumbre de los mercados crece. Los precios de la energía también se disparan. El precio del barril de petróleo de calidad Brent —referencia para el Viejo Continente— subió 5,08 %, hasta los 102,9 dólares; mientras que el Texas se cotiza en los 95,46 dólares, tras avanzar un 4,21 %. Por su parte, el precio del gas natural se eleva un 3 %.
Las compañías rusas con cotizaciones europeas son otras que caen de manera destacada, entre ellas, el banco Sberbank, que también cotiza en la Bolsa de Londres, se desploma un 70 %, mientras que los grupos energéticos Gazprom y Lukoil, igualmente con cotizaciones inglesas, pierden casi un 40 % y un 50 %.
El panorama es desalentador para la economía rusa. La petrolera británica BP anunció su decisión de vender su 20 % en la petrolera rusa Rosneft, en un movimiento que podría costarle 25000 millones de dólares para presionar a otras a Shell y Total Energies a seguir sus pasos. Por su parte, el fondo soberano noruego, con activos bajo gestión de más de un billón de euros, también anunció que se desharía de sus posiciones en valores rusos (acciones en 47 empresas y bonos soberanos por valor de 2.300 millones de dólares).
Más caos
Esta cascada de problemas va más allá. Lo mencionado sólo es una parte del impacto que puertas adentro estremece a Moscú. Afuera, sus aliados también tomas previsiones inesperadas. Reuters revela que con una operación en Singapur, el Banco de China dejó de financiar acuerdos que involucran a compañías petroleras y rusas ante el avance de las sanciones.
“Al Partido Comunista chino le preocupa cómo la intervención puede afectar a su propia gente y su visión del mundo. Por esta razón, está manipulando y controlando las conversaciones sobre la situación en Ucrania en la prensa y las redes sociales”, divulgó BBC.
Putin y su entorno saben que Xi Jinping mantiene unas contorsiones discursivas, pero puede agotarse si la crisis crece y persiste. Los titubeos pueden acabar y a Putin no le convienen.
“Son sanciones duras, causan problemas, pero Rusia tiene el suficiente potencial para compensar los daño”, afirma su portavoz, Dmitri Peskov. Dice que desplegarán “las acciones para minimizar las consecuencias”. Incluso, admite que «hay planes de reacción. Fueron preparados, y ahora se aplican a medida que se presentan los problemas”.
Un sacudón
Es impredecible saber cuánto cree China de este discurso porque Putin sacude los mercados de valores, bonos y materias primas en todo el mundo incluidas las suyas. Si ocurre un enfrentamiento entre las fuerzas de la OTAN y Rusia, con su arsenal nuclear, Pekín vería aumentar los riesgos más allá del cálculo racional.
China parece alejarse de este escenario porque además este conflicto también incide sobre el valor de los fondos de inversión. Si bien un año después del bombardeo de Pearl Harbor en 1941 e invasión a Irak en 2003 estos aumentaron, el problema ahora es que el mercado de valores general se ha visto afectado por una serie de problemas: temor al aumento de las tasas de interés, inflación sofocante y las limitaciones en las cadenas de suministro.
Proyección desagradable
“Es probable que las amenazas rusas contra Ucrania sacudan todavía más el mercado” proyecta el especialista en finanzas, Jeff Sommer, en su columna de New York Times.
Para China puede ser demasiado. El régimen de Xi aún no emite señales contundentes de estar dispuesto a arriesgar su propio acceso a los mercados europeos y estadounidense por exceso de amistad. Aunque el comercio de China con Rusia se elevó a 146.900 millones de dólares el año pasado, es menos de la décima parte del comercio con Estados Unidos y la UE, que suma 1,6 billones de dólares.
Está claro que las compras multimillonarias chinas de gas ruso para su economía ávida de combustibles han sido una cuerda salvadora para Putin luego de las sanciones comerciales y financieras impuestas a raíz de arrebatarle Crimea a Ucrania en 2014 pero China quiere más gas ahora y Moscú no puede entregarlo inmediatamente. Los gasoductos entre los dos países están colapsados y requerirán tres años para estar habilitados y honrar el contrato a 30 recientemente suscrito.
Un poder sobrevalorado
En conjunto, Rusia y Ucrania representan alrededor del 30 por ciento de las exportaciones mundiales de trigo y el 20 por ciento de las exportaciones mundiales de maíz, lo que destaca los posibles riesgos para la oferta y los precios mundiales en caso de interrupciones en las exportaciones.
También podrían surgir riesgos adicionales para el suministro de petróleo y gas en caso de interrupción de los oleoductos en Ucrania utilizados para la exportación de petróleo y gas desde Rusia a otros países europeos. Pero, en el fondo, la participación rusa en el PIB mundial ha disminuido con el tiempo, cayendo alrededor de 0.5 puntos porcentuales en términos de PPA (Paridad de Poder Adquisitivo) entre 2013 y 2020.
Solo el año pasado, el PIB de Rusia representó sólo el 1.7 por ciento del PIB mundial a precios de mercado y el 3.1 por ciento del PIB en términos de PPA que ajusta las diferencias en los niveles de precios al consumidor entre países y la inversión extranjera directa (IED) en Rusia representa entre el 1 y el 1.5 por ciento del total mundial.
En 2019 la situación no fue distinta. En términos de volumen, Rusia representó el 1.8% del comercio total de bienes y el 1.3% del comercio total de servicios.
Italia, con la mitad de población y menos recursos naturales, tiene una economía del doble de tamaño y Polonia exporta a la Unión Europea más mercancía que Rusia. Todo ello -quizá- potencia el titubeo de China y de las demás naciones a la hora de reprender a Putin por sus acciones bélicas.
Ser la nación que lidera la producción de energía, trigo, níquel y otras materias primas que podrían experimentar escasez y un aumento en los precios parece un precio que el resto no está dispuesto a pagar.