
La paciencia del presidente de Rusia, Vladimir Putin, se acaba ante la posibilidad de que Ucrania ingrese a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). En una especie de ultimátum, el mandatario amenazó con desplegar su “arsenal nuclear” si se concreta la adhesión de esta nación como miembro en la alianza defensiva de 30 países que Moscú concibe como un riesgo para su seguridad.
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Putin advierte que “si estalla una guerra, no habrá vencedores”. Dice que “no les dará tiempo ni a parpadear”. No exagera con estas afirmaciones. De respaldo tiene a Poseidón, su nuevo dron submarino indetectable, capaz de generar un tsunami radioactivo de 500 metros de altura, que según la inteligencia naval norteamericana y noruega es un “arma de un enorme poder destructivo contra la que Estados Unidos no tiene ninguna defensa”.
También cuenta con Tsirkon, un misil hipersónico que puede hundir un portaaviones. Su arsenal también lo completa Avangard, una cabeza nuclear hipersónica capaz de realizar maniobras evasivas.
La premisa de Poseidón es muy sencilla y absolutamente aterradora: un dron subacuático con la habilidad de burlar cualquier defensa oceánica actual —como las redes de micrófonos y navíos que Estados Unidos tiene en su costa para detectar submarinos de ataque— para llegar a cualquier ciudad costera, detonar una cabeza nuclear de hasta 100 megatones de potencia y sepultar todo Nueva York, Long Island y la costa de Nueva Jersey bajo una “ola radioactiva” de medio kilómetro de altura.
De hecho, es exactamente así como especialistas en armamento se refieren a este nuevo torpedo. “Puede inundar las costas de EEUU con tsunamis radioactivos”, dijo a finales del año pasado Christopher Ford, exsecretario de Estado ejecutivo en el Centro de Seguridad Internacional y de No-Proliferación del Departamento de Estado de EEUU citado por El Confidencial.
Dispuesto a negociar
Putin amenaza pero también está dispuesto a reunirse “con cualquiera” para “cortar el nudo gordiano” en el este de Ucrania ante el aumento de las tensiones en la frontera y el temor de una posible invasión militar rusa. Su portavoz, Dimitri Peskov asegura que el mandatario maneja la posibilidad de negociar con el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski. “A priori, nadie lo rechaza” dice.
Mientras el cara a cara sigue en suspenso, las tropas que participarán en maniobras conjuntas con Bielorrusia regresarán a sus posiciones una vez concluyan los ejercicios porque hasta ahora son parte de “ejercicios aliados y se supone que al final de estos simulacros, las tropas regresarán a sus lugares de despliegue permanente”.
Sin embargo, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, y el Alto Representante de la Unión Europea para Política Exterior, Josep Borrell, insisten en que los aliados están preparados “para lo peor”, en el marco de las tensiones por la acumulación de efectivos rusos en la frontera con Ucrania.
Para Washington existe un riesgo “inminente” de Moscú sobre Kiev y por eso, ya desplegó más de 8000 militares en Europa Oriental.
Un mensaje para Europa
“¿Entienden o no que si Ucrania entra en la OTAN e intenta recuperar Crimea por medios militares, los países europeos se verán automáticamente arrastrados a un conflicto bélico con Rusia?” preguntó Putin en su última rueda de prensa junto a su par francés, Emmanuel Macron.
La interrogante no quedó en el aire. Para Putin “si Ucrania ingresa en la OTAN e intenta recuperar Crimea por vía militar, los países europeos se verán arrastrados a un conflicto”.
Si eso ocurre, “el potencial (militar) de la OTAN y de Rusia es incomparable pero Rusia es uno de los principales estados nucleares, y por algunos componentes modernos incluso supera a muchos. No habrá ganadores. Y ustedes serán arrastrados a este conflicto contra su voluntad”.
Putin está hostil. Cree que los “países miembros de la OTAN siguen inundando a Ucrania con armamento avanzado y destinan considerables recursos financieros para la modernización del Ejército ucraniano, envían expertos e instructores militares”.