Son “invencibles”. Amenazan a occidente y advierten –de forma implícita– a Estados Unidos y sus aliados que lo “lamentarán por mucho tiempo”. A esa escala está la alianza entre el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el dictador bielorruso, Alexandr Lukashenko, convertido en su llave en el conflicto de Ucrania.
Ambos se declaran los líderes del Estado de la Unión –organización supranacional de integración de Rusia y Bielorrusia– y presumen del dominio que ejercen desde Brest (extremo occidente de Bielorrusia) hasta Vladivostok (extremo oriente de Rusia) cuando luce inminente la invasión de Moscú a Ucrania ante su intento de unirse a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la Unión Europea (UE).
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Juntos en esta tensión vociferan que mantienen vigente la Resolución Aliada 2022 que regula la seguridad de las fronteras de los dos países ante una posible «penetración ilegal de grupos armados en Bielorrusia».
Este pacto les permitirá desplegar entre el 10 y el 12 de febrero sus estrategias de defensa para evaluar la capacidad de respuesta en las regiones de Obuz-Lesnovski, Osipovichski, Brestski, Gozhski y Domanovski y las bases aéreas de Baranovichi, Luninets, Lida y Machulishchi.
“El presidente ruso y yo acordamos en diciembre del año pasado estas maniobras en la frontera occidental del Estado de la Unión y en la frontera sur de Bielorrusia. Hoy vemos la necesidad de estas maniobras a gran escala”, afirmó Lukashenko.
Una respuesta dura
Alexandr Lukashenko, en el poder desde 1994, denuncia la presencia de “más de 30000 militares, material y armamento” concentrados en Polonia y los países bálticos, cerca de la frontera con Bielorrusia.
“Varsovia ha pedido a la OTAN el despliegue de un sistema logístico multicapa y apoyo de ingeniería para la región. De inmediato surge la pregunta. ¿Para qué? Solo hay una conclusión posible. Están preparándose para algo grande”, argumenta Lukashenko, en alusión a la “alarmante” situación en la frontera con Ucrania, donde “se está concentrando una fuerza militar”.
De esa manera, cerca de Putin y de su entorno reunido en la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) –donde Rusia, Bielorrusia, Armenia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán comparten intereses en común– Lukashenko garantiza su supervivencia, considerando que su reelección fraudulenta en 2020, que provocó multitudinarias protestas en las calles, lo mantiene aislado de la comunidad internacional.
Putin saca partido. En sus planes estaría una “anexión blanda” de Bielorrusia a la antigua república soviética, asegura la BBC. Son “casi lo mismo”, ha admitido Putin, porque étnicamente y desde el punto de vista histórico y espiritual comparten similitudes.
La estrategia para dominar
Entre esas posibles pretensiones a corto plazo del Kremlin estaría unificar algunas normas e instituciones entre ambos países para lograr una mayor cohesión. El primer paso sería la creación de un banco central común para formar “la Euroasia” –parecida a la Unión Europea– con una moneda común, un parlamento común, pero al mismo tiempo tendrían presupuestos independientes.
Ya en 2008, Rusia apoyó a las autoproclamadas repúblicas de Abjasia y Osetia del Sur, dos regiones en disputa desde la desintegración de la Unión Soviética. El anuncio provocó una guerra entre Rusia y Georgia que duró cinco días y que resultó en una victoria militar rusa.
Desde entonces, el 20 % del territorio reconocido internacionalmente como parte de Georgia se encuentra bajo ocupación militar rusa.
Y más recientemente, en 2014, el presidente Putin tomó el control de la península ucraniana de Crimea para “proteger” a los llamados rusos étnicos de la amenaza de la “extrema derecha” que, según Moscú, derrocó al expresidente Víktor Yanukóvich, que era aliado de Moscú.
Una alianza funcional
Si Lukashenko va en esa dirección desconocería lo reflejado en la encuesta del Taller Analítico de Bielorrusia, publicada en agosto de 2019, en la que 75,6 % de los bielorrusos son favorables a una relación de amistad entre su país y la nación gobernada por Vladimir Putin, con fronteras abiertas, sin visado y sin aduanas, pero como países independientes.
Sin embargo, la alianza en los términos de hoy le resulta funcional cuando Polonia lo acusa del “mayor intento de desestabilizar Europa” desde el fin de la Guerra Fría ante las oleadas migratorias que se registran en la frontera con Bielorrusia desde el año pasado.
Desde principios de 2021, los guardias reportan más de 34000 intentos de cruzar la frontera, de los que 17500 se contabilizaron en octubre. La Policía Fronteriza polaca denuncia que las fuerzas bielorrusas trasladan a los migrantes en camiones y les facilitan herramientas para superar el alambre de espino que separa a las naciones.
La organización Ocalenie Foundation asegura que Bielorrusia está detrás de esta crisis humanitaria por “invitar” a transitar su territorio “diciendo que pueden cruzar la frontera de la UE desde allí”. Y están dándoles una visa de siete días o un sello. Los cubanos figuran en esa ola de migrantes de la “ruta rusa”.
Una maniobra del Kremlin
Reino Unido asegura tener “informaciones fidedignas” sobre maniobras de Rusia para “instalar un dirigente prorruso en Kiev”, en momentos en que crecen los temores de que Moscú lance una invasión a Ucrania, divulgó la agencia AFP.
#ÚLTIMAHORA Reino Unido asegura poseer informaciones fidedignas sobre maniobras de Rusia para "instalar un dirigente prorruso en Kiev", en momentos en que crecen los temores de que Moscú lance una invasión de Ucrania #AFP pic.twitter.com/tTtla39a4l
— Agence France-Presse (@AFPespanol) January 22, 2022
Este presunto plan es “profundamente preocupante” para Estados Unidos. Emily Horne, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, expresó que “el pueblo ucraniano tiene el derecho soberano de determinar su propio futuro”, por eso respalda a “los socios democráticamente electos en Ucrania”.
Pero Yevhen Murayev, el exdiputado ucraniano que según el Reino Unido está siendo considerado por Rusia como posible jefe de Estado afín al Kremlin, dijo este domingo que el país necesita un nuevo liderazgo: “El pueblo ucraniano necesita un Estado de derecho, paz, políticas económicas y sociales sólidas y pragmáticas, y nuevos líderes políticos”.
“Se acabaron los tiempos de los políticos prooccidentales o prorrusos. Dejen ya de dividirnos entre prorrusos y prooccidentales”, agregó este hombre de 45 años, conocido por sus posiciones favorables a Moscú pero que intenta presentarse como independiente.