
La esperanza de huir del régimen castrista a través de Rusia languidece para los cubanos que vieron en el acuerdo de libre visado vigente entre ambos países la oportunidad para escapar de la isla. Vladimir Putin comenzó a deportarlos. El Kremlin dejó de creer en su fachada de turistas.
Los casos de los retornos forzados empiezan a multiplicarse. Ya un primer grupo de 71 cubanos retenidos en el aeropuerto de Vnukovo retornó a La Habana el fin de semana. Al respecto, el Consulado de Cuba en Moscú argumentó que “no cumplen los requisitos establecidos por las autoridades migratorias rusas para la entrada a su territorio en calidad de turistas”. Así lo admitieron en sus redes sociales.
Según la instancia diplomática, hay requerimientos para el arribo, entre ellos, “presentar solvencia económica para garantizar su estancia, seguro médico válido en Rusia con cobertura de COVID-19 y un PCR con resultado negativo válido”. A ello también se suma la acreditación del propósito del viaje, un pasaporte en regla, contar con boleto de regreso y tener una reservación de hospedaje por el tiempo de permanencia.
Filtros en discusión
Los filtros rusos son conocidos por los viajeros cubanos. Sin embargo, los pasajeros del vuelo ZF556, de la compañía AZUR Airline, que partió de Varadero el 3 de diciembre, aseguran que les impidieron la entrada a pesar de tener “todo en regla”.
En un video evidencian el trato prometido por el Kremlin en el lanzamiento de su política migratoria 2019-2025, cuando Putin vociferó que el país se abriría en este periodo para “aquellos que deseen quedarse temporalmente y también a aquellos que decidan naturalizarse y tener la residencia permanente en Rusia”.
Realmente, está pasando todo lo contrario. Los cubanos con deseos de pisar suelo ruso duermen en los baños para resguardarse del frío, mientras las autoridades gestionan con la administración de Miguel Díaz-Canel sus deportaciones. Un hecho que coincide con la reciente visita del viceprimer ministro y responsable de las relaciones económicas internacionales del régimen cubano, Ricardo Cabrisas, a Moscú para “revisar la marcha de los acuerdos bilaterales”.
Otro destino
Los cubanos no desmayan en su procura de libertad. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) reporta que 1,8 millones de cubanos emigraron hasta mediados de 2020, una cifra equivalente al 15,9 % de la población.
El número tenderá a crecer porque frente a las restricciones de Rusia, Nicaragua surge como alternativa luego de la eliminación del visado que les exigía la nación centroamericana como parte de una medida “humanitaria” que busca “promover el intercambio comercial, el turismo y la relación familiar”.
Así lo anunció el régimen sandinista de Daniel Ortega el pasado 23 de noviembre pero Jorge Duany, director del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de Florida citado por Confidencial estima que la medida aumentará el tráfico de cubanos hacia Managua no sólo para adquirir mercadería escasa en la isla sino con intenciones de llegar hasta México para cruzar la frontera con Estados Unidos.
Con el cese de la política norteamericana “pies secos, pies mojados” que les permitía a los cubanos que tocaban tierra (pies secos) obtener la residencia permanente un año después de llegar, incluso si lo hacían ilegalmente, mientras que los interceptados en el mar (pies mojados) eran devueltos a la isla, la expectativa de Dunay tiene sentido.
Además en el transcurso de este año ya han sido deportados a la isla 1255 cubanos en 55 ocasiones: 46 desde Estados Unidos, 5 de Bahamas, 3 de México y una de Islas Caimán según el Granma.
Con intenciones
Díaz- Canel no habla aún sobre el anuncio de Ortega que lleva dos semanas en el aire y ya catapultó los boletos a 1000 dólares por tramo. En su silencio hay intenciones. Una de ellas es la posible complicidad entre ambos para provocar un aumento de la crisis migratoria en la frontera sur de Estados Unidos y así forzar a la administración de Joe Biden a abrir un canal de negociaciones con Cuba.
Otra razón, sería que las inéditas protestas multitudinarias que se registraron en Cuba el 11 de julio pasado traumaron al castrismo que ahora ansía liberar la presión política.