Las incongruencias de Nicolás Maduro no se detienen. El dictador, como es costumbre, suele soltar cualquier clase de aseveraciones y la mayoría de ellas carecen de veracidad. La más reciente constituye una suprema burla: el feminismo es obra de Hugo Chávez.
Maduro aprovechó uno de sus actos televisivos para hablar de hechos históricos lejanos de la realidad. Por ejemplo, aseguró que antes del militar socialista venezolano el feminismo “no existía, estaba de capa caída y él lo puso en la palestra pública”. Esto es una afirmación completamente falsa.
Y es que los movimientos en favor de los derechos de la mujer en la región se articularon antes de Hugo Chávez. De hecho, existen antecedentes sobre el primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe en Bogotá. El evento ocurrió en 1981. Esas iniciativas se mantienen de forma periódica cada dos años.
Ojalá fuera chiste, de verdad, lo dijo. pic.twitter.com/9GxMyYt1TY
— Agustin Antonetti (@agusantonetti) June 15, 2021
Una pequeña mirada a los inicios del feminismo
Ahondando un poco más en la historia, se recuerda que el feminismo tiene alrededor de doscientos años. Estudios arrojan a la británica Mary Wollstonecraft como una de las precursoras del movimiento. Algo que impulsó por medio de su manifiesto en la década de 1790, reseña la Fundación para la Educación Económica.
En aquel entonces, Wollstonecraft escribió, en lo que se conoció luego como uno de los primeros escritos feministas, que las mujeres «eran tratadas como una especie de seres subordinados y no como parte de la especie humana». Allí se exigía que las féminas recibieran educación, en lugar de ser meros objetos para el entretenimiento de los hombres.
De la misma forma, los movimientos e iniciativas feministas han estado presentes en América Latina desde los inicios del siglo XX. Serafina Dávalos (1877-1957) en Paraguay y Bertha Lutz (1894-1972) en Brasil, figuran como protagonistas en la defensa de los derechos de la mujer. Abogaron por el derecho femenino al sufragio en sus respectivos países, así como por el fin de la subordinación.
En concreto, Dávalos, la primera abogada mujer de Paraguay, fundó también la primera escuela mercantil para niñas. Su tesis doctoral que se enfocó sobre los derechos de la mujer se llamó “Humanismo”. En ella se manifestó como alguien que intercedía por una misma humanidad. Sus argumentos no se limitaban a los atributos específicos de cada género y, por lo tanto, hombres y mujeres fueron llamados al autogobierno, la independencia y el disfrute de su libertad y propiedad.
Realidad contra discurso
Los antecedentes no mienten. Chávez no daba ni señales en la cronología anteriormente mencionada, ni tampoco existe afinidad entre estas propuestas y lo que implantó el chavismo. Hay explicaciones para esto. La incorporación y movilización de las mujeres en su proyecto bolivariano que heredó Maduro se fundamenta en una lógica paternalista y clientelar. Una táctica que opera en la práctica como un dispositivo de control que resulta funcional a la permanencia y legitimación en el poder, reseña la Revista Nueva Sociedad.
Aunque se esboce una imagen de reconocimiento en los discursos hacia las mujeres y se exalte su papel en la “revolución socialista” o que Chávez y Maduro se declaren feministas, en realidad esto no ha contribuido de forma sustantiva a un cambio subjetivo, mucho menos material, de las condiciones de vida de las féminas en Venezuela.
Por ejemplo, aún siguen problemas como las altas tasas de embarazo adolescente y el crecimiento alarmante de la mortalidad materna —la última cifra oficial divulgada data de 2016 y revela que aumentó, en relación con la de 2015, un 65,79 %, llegando hasta los 756 casos—. A estos hechos que evidencian una clara desprotección a la mujer se le suman los expedientes de violencia de género.
Maltrato al género sin piedad
Maduro evidencia que el comunismo manipula a las minorías e intenta atraerlas con la promesa de redimirlas. El precandidato presidencial en Chile del Partido Comunista, Daniel Jadue, lo maneja como estrategia en su actual campaña. Es más, apela de frente al discurso de la izquierda y se declara “antipatriarcal”. Tampoco cree en el matrimonio como institución, porque su padre fue ausente y maltratador.
En el caso del chavismo, su feminismo es selectivo, porque defiende solo a las militantes de su tolda política. Las pruebas de ello saltan a la vista. En primer lugar, se evidenció el ensañamiento judicial y político en contra de la magistrada María Lourdes Afiuni, detenida desde diciembre de 2009 por otorgar una medida cautelar de libertad al banquero Eligio Cedeño, después de que el grupo de trabajo sobre Detenciones Arbitrarias de la Organización de Naciones Unidas, calificara como injusta la detención de Cedeño y solicitara su inmediata excarcelación.
Chávez ordenó su arresto en televisión. Diez años pasó privada de libertad. Tres de ellos, encerrada en una prisión de mujeres donde algunas estaban cumpliendo condenas dictadas por ella. Con torturas, violaciones y un cáncer vivió la condena.
María Corina Machado también figura en la lista. “Águila no casa mosca”, le respondió Chávez a la dirigente opositora cuando lo encaró en la Asamblea Nacional para cuestionarle su proceder y saña contra la empresa privada, al recordarle que “expropiar es robar”.
Incluso, uno de los motivos aparentes del divorcio de su segunda esposa María Isabel Chávez luego de arribar a Miraflores fue violencia doméstica.
Poderes feminizados sin resultados
Es cierto que Chávez vociferó que “bajo el sistema capitalista es imposible superar la exclusión y el abuso de la mujer, porque el sistema capitalista se basa en valores negativos de exclusión como el machismo, la violencia, la degradación de valores y en particular la devaluación de la mujer”.
De hecho, el volumen “Chávez Feminista” presentado en edición de la Feria Internacional del Libro de Venezuela, (Filven) 2020 recoge su postura hasta con un prólogo redactado por Maduro. Sin embargo, son solo palabras que no congenian en su mayoría con los postulados del feminismo.
De hecho, el feminismo desde muchas ópticas encaja como un movimiento libertario. Tal como explicó Antonella Marty, directora del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Fundación Libertad en Argentina: «El feminismo no es la destrucción del espacio público, ni la violencia. Es una lucha histórica en busca de la igualdad ante la ley y la promoción del mérito y no de los privilegios, las cuotas o las intervenciones gubernamentales».
Sin embargo, el chavismo se empeña mostrarlo de una forma diametralmente opuesta. Hasta ahora los únicos gestos que sustentan sus proclamas tachadas como feministas son las designaciones de mujeres en los poderes públicos. Sin embargo, ni Tibisay Lucena en el Consejo Nacional Electoral, Cilia Flores en la presidencia de la Asamblea Nacional, Gladys Rodríguez en el Tribunal Supremo de Justicia, Luisa Ortega Díaz en la Fiscalía General o Gabriela Ramírez en la Defensoría del Pueblo representaron beneficios para el género o el país. Se destaca también que las últimas dos desertaron de las filas.
Cada una traduce que el feminismo ideologizado es servil al poder porque sobre ellas solo pesan cuestionamientos.
La única medida reciente que se endilga el chavismo como un triunfo es el “Bono Parto Humanizado” que se entrega a mujeres en periodo de gestación. Esto también es excluyente. Se necesita el Carnet de la Patria y estar registrado en la Plataforma Patria para recibir la ayuda que a 1.200.000 bolívares, equivalente a medio dólar.
Una dádiva que lejos de empoderar a las mujeres, las encasilla como trabajadoras afectivas definidas por sus funciones en la esfera privada: abuelas, madres, tías, hijas. Una clasificación siempre en función de un vínculo filial para mantenerlas en una espiral de dominación.