Nicolás Maduro no cree en nadie. Duda de todo y de todos. Quiere saber qué pasa y cómo, no solo entre los opositores, sino también dentro de sus propias filas socialistas. Con ayuda de China está saciando sus deseos de vigilancia, control y obtención de información de forma secreta que convierte al espionaje en cooperación estratégica.
El Centro de Innovación en Ciberseguridad de China (CIC) adscrito a la Comisión Central para el Desarrollo Civil y Militar del gobierno de Xi Jinping —especialista en sistemas de defensa digital y guerras cibernéticas— ayuda a Maduro a identificar “amenazas” internas, así como también a controlar a la población, en medio de una obsesión por los datos de terceros, asegura Infobae.
Ello explica el interés desmedido por el tendido 5G de Huawei y ZTE en Venezuela. Estas dos plataformas sumadas al CIC le permiten neutralizar cuentas y perfiles en redes sociales, anticiparse a tendencias contrarias a sus intereses mediáticos y crear falsos debates para desviar la atención de los usuarios descontentos.
Son las prácticas importadas de Pekín. Y los frutos ya se recogen. Sus funcionarios más leales viajaron a China para capacitarse en redes sociales con los sistemas llamados V8 —plataformas informáticas que toman el control de las redes sociales, webs, foros—, firewall —protectores y bloqueadores de acceso—, al igual que hackeo avanzado.
Sin embargo, el interés por Huawei contrasta con los gustos de los líderes del chavismo, quienes usan sin recato iPhone y iPad, sobre todo desde que Blackberry desapareciera de la circulación.
Modus operandi
Los alcances de la formación tecnológica de adeptos permitirán a Maduro explotar campañas online, movilizar sentimientos e interferir direcciones IP (una serie de números que identifica a un dispositivo en la red) hasta irrumpir en un teléfono móvil de cualquier ciudadano y activar sus herramientas —cámaras frontal y posterior, micrófono—, manipular sus aplicaciones y acceder al archivo de videos o también de fotos.
Ingresar al móvil seleccionado es apenas un bocado frente a la posibilidad de controlar al equipo por completo y bajo su absoluta discrecionalidad. De esa manera, cualquier conversación —ya fuera telefónica o entre dos personas que se encuentren reunidas— será interceptada de manera ambiental y se obtendrá una grabación visual de un encuentro utilizando las lentes del celular.
Así lo hace el CIC en Pekín y así lo enseña en Caracas. Los primeros entrenamientos para el personal comenzaron en 2017. Los aspirantes no se conocían entre sí y se organizaron en tres grupos conformados por civiles y militares para trasladarse a la tierra de Xi Jinping.
Por partes
Las movidas han sido sigilosas. El primer grupo salió el 5 de abril de la rampa 4 en el avión presidencial, sin dejar registro, hasta Cuba. Allí un avión de Aeroflot los trasladó a Rusia, para luego en esa misma línea seguir hasta Dongguan.
El segundo equipo, que sí registró vuelo, salió el 7 de abril de Caracas por Airturkish hasta Turquía. Desde dicho territorio siguieron con la misma línea aérea hasta Dongguan, mientras que el el tercer grupo salió el 8 de abril de Caracas en Airfrance hasta Francia. De allí se movilizaron con la misma aerolínea hasta Dongguan.
“Todos viajaron con pasaporte diplomático, de servicio en el exterior y se alojaron en el hotel Silver World”, afirma Diario Las Américas.
El terreno está abonado. Fang Binxing, miembro de la Academia China de Ingeniería, expresidente de la Universidad de Correos y Telecomunicaciones de Pekín, los adoctrinó en 40 días de curso intensivo.
Ya el Comisionado Especial de Seguridad e Inteligencia del gobierno interino de Juan Guaidó, Iván Simonovis, lo sabe y alertó sobre los ataques cibernéticos a la oposición desde el edificio de la Compañía Anónima Nacional Teléfonos de Venezuela (CANTV).
Las plataformas de Voluntarios por Venezuela y Héroes de la Salud, así como portales periodísticos que incomodan al régimen, han sido sus primeros blancos.
A todos por igual
“En las últimas semanas, el órgano de ciberseguridad chino proporcionó un valiosísimo upgrade al equipo de cibercontrol y humor social de Maduro. Con este avance pueden monitorear a toda la población” señala Infobae, incluso “está espiando a la tropa propia. Cientos de dirigentes chavistas, militares, cubanos y empresarios son controlados a toda hora. Algunos ya están advertidos y prefieren mantener reuniones con sus teléfonos móviles bien lejos, para no ser escuchados” porque “nadie está seguro en Venezuela”.
Para ello, la sede de la antigua CANTV se transformó en una sucursal de la Corporación Nacional de Importación y Exportación de productos electrónicos de China (CEIEC). Esto contó con la supervisión directa de Nicolás Maduro.
Hasta ahora, solo su hijo “Nicolasito”, su socio Santiago Morón; el general de brigada Jorge Márquez Monsalve, ministro del despacho de gobierno; el expresidente de CANTV, Manuel Fernández y en una primera etapa Tareck El Aissami han pisado el lugar.
Fuera del monitoreo
Ni los cubanos —ocupados con el Sistema Patria junto a los hermanos Rodríguez—, ni los militares —incluyendo los jefes de los organismos de inteligencia— conocen el centro de operaciones. La única actuación militar directa ha sido el contrato de confidencialidad que la Dirección de Inteligencia Militar, a través de Iván Hernández Dala, que se obliga a firmar para quienes ingresan.
Desde ahí se intentan también vulnerar los sistemas militares de los gobiernos en América Latina etiquetados como enemigos, especialmente Colombia y Brasil. De hecho, el 15 de septiembre de 2019 hackearon dos servidores alojados en Amazon: los correspondientes a la Fuerza Aérea y también a la Agencia Espacial de Colombia. De ese hackeo trascendió que el régimen llegó a la base de datos de militares, bases aéreas, aviones modelos, planes de mantenimiento y récords de pilotos.
Hace una semana, por primera vez en casi 10 años, una aeronave rusa ingresó ilegalmente al territorio colombiano y tuvo que ser interceptada por la Fuerza Aérea Nacional. Se sospecha una posible tarea de espionaje para el régimen chavista.
Formalizando el fisgoneo
Estas acciones Maduro las pretende “institucionalizar” con la reforma de la ley de censura, incluyendo ahora el control de las redes sociales. Lo hará través de la Asamblea Nacional chavista.
Con el apoyo de su parlamento fraudulento, legalizará las detenciones a quienes difunden críticas en redes sociales, acusaciones y lo que el filtro de turno considere una amenaza.
El proyecto ya tiene un mes en la plenaria y afectará la libertad de expresión —y movimiento— contempladas en la reforma parcial de la Ley de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos (conocida como Resorte) y la creación de la Ley de Ciberespacio.
Detrás de estos avances jurídicos y tecnológicos, se consolida a China como un aliado clave para el chavismo a cambio de las materias primas venezolanas, ya sea petróleo, oro, diamantes, coltán y torio, el llamado uranio limpio, elemento clave en la industria nuclear del gigante asiático.
Pero nada cambia que los venezolanos tengan el tercer internet más lento del mundo y del quinto peor en telefonía móvil. Una tecnología pésima golpeada por los apagones constantes y el racionamiento eléctrico, que ni el “reino del medio” puede remediar.