Con diez gotas debajo de la lengua cada cuatro horas de un medicamento antiviral llamado Carvativir promete Nicolás Maduro erradicar el coronavirus de Venezuela. Con esas indicaciones “el milagro se hace”. Entiéndase la ironía.
En televisión nacional y también en su cuenta en Twitter, insistió en que ya el producto cuenta con permiso sanitario y hasta patente para comenzar la “producción masiva” y distribución en la red de salud pública porque el producto es “muy poderoso” y hasta inofensivo porque es una sustancia “totalmente inocua”.
El Carvativir, las gotitas milagrosas de José Gregorio Hernández, neutralizan los síntomas del Coronavirus. ¡De Venezuela para el mundo! A partir de esta semana comienza la producción masiva, para que todo el Sistema Público Nacional de Salud cuente con este poderoso antiviral. pic.twitter.com/lNcl3BxIJF
— Nicolás Maduro (@NicolasMaduro) January 25, 2021
La red social Twitter, que ha asumido un papel fiscalizador de la información que publican los mandatarios, en este caso no hizo ninguna advertencia, tratándose de una prescripción médica que no está comprobada por ningún laboratorio reconocido. Sin embargo, la plataforma de Jack Dorsey objetó un tuit del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, en el que recomendaba la semana pasada el «tratamiento temprano para el COVID con antipalúdicos» como alternativa para «reducir la progresión de la enfermedad».
Twitter no tardó en cuestionar las palabras del presidente brasileño, agregando una advertencia similar a la que se incluía en los mensajes del expresidente Donald Trump cuando se inició la campaña para silenciarlo, evidenciando una vez más la doble moral cuando a la hora de filtrar contenido. «Este Tweet violó las Reglas de Twitter sobre la publicación de informaciones engañosas y potencialmente perjudiciales relacionadas con el COVID-19. Sin embargo, Twitter determinó que puede ser del interés público que ese Tweet continúe accesible».
– Estudos clínicos demonstram que o tratamento precoce da Covid, com antimaláricos, podem reduzir a progressão da doença, prevenir a hospitalização e estão associados à redução da mortalidade. @alexandregarcia https://t.co/k3efrlNIPQ pic.twitter.com/URPVnsHMIt
— Jair M. Bolsonaro (@jairbolsonaro) January 15, 2021
¿Producto de exportación?
En Venezuela, Nicolás Maduro vocifera que el hallazgo obedece a su afán por “renovarlo todo” y a la “observación” de los resultados obtenidos de las pruebas del medicamento en “experimentos masivos” en pacientes con distintos grados de complejidad de la enfermedad sin causar “ningún efecto secundario ni negativo”.
A sus “hermanos del alma”, Cuba, Nicaragua, Bolivia y Haití les compartirá la fórmula hasta lograr su comercialización en otros países con los que mantiene una «relación estratégica», aunque no mencionó ninguno.
Y enviará a la Organización Mundial de la Salud (OMS) los estudios para que la organización «conozca y certifique» el Carvativir.
Una molécula sin respaldo
Hace tres meses Maduro ya había anunciado que el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) había encontrado una molécula llamada DR-10 de una planta medicinal –sin mencionar cuál– que eliminaba completamente el coronavirus.
La ministra de Ciencia y Tecnología, Gabriela Jiménez, le siguió el discurso. Explicó que los estudios tenían seis meses y que se había evaluado la actividad biológica de células afectadas por el COVID-19 sometidas a diferentes concentraciones del principio activo identificado.
“Es un derivado de ácido ursólico y esta molécula presenta 100 % de inhibición de la replicación del virus in vitro”, dijo la funcionaria según NoticiasNet. Maduro también daba créditos por facilitar el hallazgo a Rafael Lacava, un gobernador “excéntrico y polémico”, que se apoda “Drácula”, apunta La Vanguardia.
DR-10 Lista para iniciar el recorrido hacia la Organización Mundial de la Salud OMS y así ser certificada para salvar vidas a nivel mundial. Gracias presidente @nicolasmaduro por hacer de este hallazgo venezolano una posibilidad para la humanidad entera. Aquí nadie se rinde 🦇🦇 pic.twitter.com/9r6jRQrjdV
— Rafael Lacava (@rafaellacava10) November 19, 2020
Pero, ¿qué se sabe sobre esta molécula? Infoabe señala que “el ingrediente activo es un derivado del ácido ursólico de una planta no tóxica para humanos. Se puede aislar a partir de las hojas de varias plantas (romero, mejorana, lavanda, tomillo y organum), frutas (cáscara de manzana), flores y bayas”.
Un componente con poca reputación
José Esparza, virólogo venezolano y profesor del Instituto de Virología Humana de la Escuela de Medicina de la Universidad de Maryland (Estados Unidos) le dijo a Efecto Cocuyo que se desconocen los alcances de la molécula DR-10. Sólo trasciende que deriva de plantas con reputación de ser medicinales, tanto como antioxidantes como de antiinflamatorias“ .
Pero el anuncio de la molécula DR-10 generó “alarma” entre algunas comunidades científicas, que alertaron que no existe un Comité de Bioética Nacional independiente registrado, indica el medio.
Desde que empezó la pandemia del COVID-19, el régimen no ha contactado al Centro Nacional de Bioética (Cenabi). Aunque en Gaceta Oficial está establecido que cualquier investigación relacionada con COVID-19 debe ser aprobada por el Comité de Ética para la investigación de la institución correspondiente, el Cenabi advierte que así los estudios están siendo avalados solo por los propios ministerios de Salud y de Ciencia y Tecnología.
La realidad de la ciencia
Detrás del anuncio de Maduro se esconde la realidad de los centros científicos que se debaten entre la escasez, la falta de acceso a divisas para la compra de insumos y reparación de equipos y la migración de personal calificado y en formación.
Desde 2003, Venezuela perdió 1954 investigadores, registra la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (Acfiman), citada por la Red de Ciencia y Desarrollo para América Latina (SicDev.Net). Por su lado, la Universidad Central de Venezuela reporta 27, 5 de deserciones en la Facultad de Ciencias en 2017.
«La fuga de talentos es dramática porque la gente más joven se está yendo. Son frecuentes los casos de jóvenes que presentan tesis de maestría y se van, pero ahora también los estudiantes de pregrado se marchan”, afirma la organización.
En las dos décadas de chavismo, la edad promedio de un investigador activo en Venezuela se elevó desde los 40 años a más de 50 años en 2015 como reflejo del «envejecimiento a una tasa alarmante» entre los científicos.
Y esto ocurre en medio de un “declive de recursos para la investigación”. Buena parte del financiamiento proviene de la recaudación obtenida mediante la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación, que registró una abrupta caída de ingresos entre 2014 y 2015 que según cifras publicadas por SicDevNet cayó 44 por ciento.
Productividad en declive
La caída en la productividad científica es otra de las consecuencias que se evidencia en el país socialista, donde la cantidad de proyectos financiados por el Fondo Nacional de Ciencia y Tecnología bajó de 974 en 2012 a sólo 62 en 2015.
La convención de la Asociación Venezolana para el Avance de la Ciencia en 2017 recibió sólo 160 trabajos científicos. En 2006, el número de trabajos rondaba los 2000.
La biblioteca Marcel Roche declarada, de referencia regional por la Unesco por ser la mayor fuente bibliográfica de ciencia y tecnología en Venezuela, está desactualizada ante la imposibilidad de renovar suscripciones y adquirir nuevas publicaciones. «Es muy doloroso lo que pasa porque se está perdiendo la continuidad de un trabajo que tomó décadas”, divulga la organización de análisis científico.
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