Después de más de un año del coronavirus esparcido en el mundo, un grupo de científicos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) llegó a China para investigar el origen de la enfermedad pero 2 de los 15 miembros de la misión se quedaron en Singapur tras obtener resultados positivos en un test de anticuerpos.
Según The Wall Street Journal citado por la agencia Europa Press, los análisis comprueban que los investigadores contrajeron la enfermedad “en algún momento”. Otros médicos que sí lograron acreditar su buen estado de salud e ingresar a territorio chino proceden de Alemania, Australia, Qatar, Dinamarca, Estados Unidos, Japón, Países Bajos, Reino Unido Rusia y Vietnam. Sin embargo, todos ellos cumplirán cuarentena antes de iniciar sus labores.
El director de Emergencias Sanitarias de la OMS, Michael Ryan, afirma que no apuntarán a buscar “culpables” sino a encontrar la relación humano-animal que desencadenó el virus.
Con protocolos
A su arribo al aeropuerto de Wuhan, localidad donde se registraron los primeros casos de coronavirus, los científicos fueron movilizados en ambulancias por el equipo sanitario de la nación comunista al sitio donde permanecerán dos semanas aislados, asegura la agencia europea. De esta manera se cumplirían las acciones de “buena fe” que la OMS esperaba de China, país que antes le había cerrado las puertas a otra comisión “independiente”.
Ello dejó al descubierto las contradicciones entre las dos partes tras su complicidad en el ocultamiento de la cantidad real de casos al inicio de la pandemia. La viróloga hongkonesa, Li-Meng Yan, citada por la cadena BioBio, señala que el encubrimiento incluso provocó que el gobierno de Xi Jinping “reprimiera deliberadamente los canales de información para impedir que tanto sus ciudadanos como el resto del mundo se enterasen de las verdaderas cifras y consecuencias del virus”.
Un esfuerzo mayor
Ante el retraso de la Organización Mundial de la Salud para rastrear el origen del virus y su acusación contra China por las complicaciones “burocráticas” que impidió a anteriores representantes entrar a la nación a investigar, Ryan reconoce que ahora deben “redoblar los esfuerzos ambas partes para entender y evitar con más eficacia la propagación de la contagiosa enfermedad en futuro” divulga Europa Press.
Por su parte, las autoridades chinas dan muestras de su aparente beneplácito con la delegación en su suelo y han transmitido en televisión nacional la llegada de los funcionarios que pretende encontrar “soluciones científicas”.
Considerando que recién terminaron la lucha contra el ébola y la pandemia de la gripe, admiten que el proceso para hallar las respuestas podría extenderse. Se escudan en que “se trata de enfermedades emergentes que rompen la barrera entre animales y manos y causan devastación”.
Una censura crucial
El diario South China Morning Post, periódico chino con base en Hong Kong, señaló el 13 de marzo que el primer caso confirmado de COVID-19 databa del 17 de noviembre de 2019. Sin embargo, el Gobierno chino no entregó esta información oficialmente a la OMS sino hasta el 31 de diciembre del mismo año. Tampoco comunicó la gravedad de la situación a la ciudadanía hasta el 20 de enero.
Un estudio elaborado por investigadores de la Universidad de Southampton sugirió que, si las medidas de prevención en China se hubieran tomado con una, dos o tres semanas de anticipación, los casos de COVID-19 podrían haberse reducido allí en un 66 %, 86 % y 95 % respectivamente. De tal forma, “la devastación” que señala hoy el vocero de la OMS no habría ocurrido.
Recordemos que durante las primeras semanas de enero la Organización Mundial de la Salud sólo declaró “emergencia internacional” antes de asumir la situación como “pandemia”.
Lo que el mundo espera
Saber cómo y cuándo realmente se desencadenó la enfermedad -que suma 92 millones de contagios y casi 2 millones de muertos- son las primeras y más demandadas respuestas que aguarda el mundo sobre la pandemia, así como entender también por qué una parte de los infectados manifiesta síntomas de extrema gravedad y otros no.
Entre los asuntos sin resolver se encuentra además el comportamiento de los anticuerpos que se detectan hoy en los exámenes rápidos. No existe certeza acerca de si protegerán frente a una segunda exposición al coronavirus. Tampoco se sabe si existe inmunidad en quienes se contagiaron pero no presentaron síntomas ni malestares.
La evidencia sugiere que, en efecto, el Partido Comunista Chino ocultó información relevante y hasta ahora se desconoce la magnitud para “concluir exactamente a qué nivel se manipuló dicha información” indica BioBio.
Control sin precedentes
A través del filtro del partido comunista en la web conocido como “El Gran Cortafuegos”, se controló -y se controla aún- todo lo relacionado a la pandemia. La herramienta le permite evaluar, según su estándares, lo que este considera apropiado o conveniente. Ejemplo de ello es el bloqueo de determinados sitios web, como Google, o la vigilancia del gobierno hacia diferentes redes sociales, por no mencionar el sistema de puntaje que asigna castigos o recompensas a los ciudadanos según su forma de interacción con la red o incluso la existencia de “fábricas de censura”, como denuncia el New York Times citado por BioBio.
En marzo de este año, ya en el marco de la pandemia, se promulgó una nueva ley que prohíbe desde entonces la publicación de datos negativos sobre el régimen. El objetivo sería “crear un ecosistema online positivo, preservar la seguridad nacional y los intereses de la ciudadanía”. Por eso, ahora dividen los contenidos en tres categorías: “alentado”, es decir, aquel que está permitido; “negativo” para todo aquello que perturba el ecosistema en línea; y por último “ilegal”, que engloba todo aquello que deliberadamente atenta contra el orden establecido y llama a la subversión.
Según consignó la organización internacional Reporteros sin Fronteras, la censura dentro del gigante asiático es lo que permitió que el coronavirus pudiera escalar hasta convertirse en pandemia. El reto en esta oportunidad será que se imponga la libertad de información sobre la investigación que pronto se emprenderá.