El próximo 7 de febrero Ecuador elegirá a su nuevo presidente, vicepresidente, 137 asambleístas y cinco parlamentarios andinos para un período de cuatro años. Decidir por quién votar no está fácil. No hay tendencias ni favoritos entre los 16 aspirantes que se postulan al cargo mayor en medio de un repunte de casos de coronavirus.
El número de candidatos es un récord para el país desde que volvió a la democracia en 1979, indica El País. Solo en tres —de las últimas 11 convocatorias— hubo más de 10 opciones: en 1992 (12), en 2002 (11) y en 2006 (13).
Con tantas organizaciones políticas, candidatos e intereses de por medio, los recursos electorales se multiplicaron en los últimos meses del año. Y esto provocó retrasos que pueden impactar en la logística del proceso electoral y en la legitimidad de quien resulte ganador.
Tres corrientes opuestas acaparan las preferencias: el libre mercado del exbanquero Guillermo Lasso; el populismo de Andrés Aráuz, protegido del exmandatario Rafael Correa; y el socialismo de la vieja escuela de Yaku Pérez, representante del movimiento indígena y opositor a las actividades extractivas”, señala un informe de BNamericas 2021.
El voto será obligatorio para los ciudadanos de entre 18 y 65 años, y facultativo para jóvenes de 16 y 17, mayores de 65, ecuatorianos en el exterior, integrantes de las Fuerzas Armadas, Policía Nacional y las personas con discapacidad.
La campaña electoral que comenzó el 31 de diciembre se extenderá hasta el 4 de febrero. Si ningún candidato logra la mayoría absoluta o el 40 % de votos válidos y una diferencia mayor de 10 puntos sobre el segundo, entonces habrá segunda vuelta el 11 de abril.
Segmentación para sufragar
El ente electoral ecuatoriano intenta segmentar a los votantes para evitar aglomeraciones, pero los desafíos y dificultades jurídicas, políticas y técnicas se imponen, destaca Agenda Pública.
Con más de 215.000 casos y 14000 muertes por coronavirus, los problemas se asoman. Resaltan la apatía, la dificultad para fiscalizar el financiamiento de las campaña, la falta de vigilancia de las organizaciones políticas y de la paridad de género en las listas electorales, la desconfianza en la implementación de nueva tecnología electoral y el riesgo de concentraciones sin distanciamiento social y medidas de bio-seguridad.
El gran rebaño de aspirantes sólo ha propiciado “la indefinición de los electores que es muy alta”. A ello, Primicias añade que, “el comportamiento de la autoridad electoral, cada vez más cuestionada” ha impedido encaminar los comicios sin pugnas internas, contradicciones y tropiezos.
Un país con parcialidades
Además de la larga lista de aspirantes a la presidencia que reta a la propia memoria de la población, Ecuador tiene una puntuación de 61 sobre 100, donde 100 representa la menor vulnerabilidad en términos de integridad electoral, en el Índice de Vulnerabilidad Electoral, de Freedom House, reveló El Comercio.
El país además está clasificado como ‘Parcialmente Libre en Libertad en el Mundo 2020’ con una puntuación de 65 sobre 100 con respecto a sus derechos políticos y libertades civiles, y ‘Parcialmente Libre en Libertad en la Red 2020’, con una puntuación de libertad en Internet de 57 sobre 100.
Frente a esta realidad Freedom House califica como “un momento determinante para la trayectoria de la democracia ecuatoriana”, la contienda que se efectuará en un mes.
En su reseña divulgada en El Comercio se indica que el campo político está “muy fracturado” y las disputas legales, la mala gestión económica y las fallas políticas en torno a la pandemia de COVID-19 crean un “clima muy polémico antes de la votación”.
Primicias lo confirma. Proclama que aunque los ciudadanos tienen el poder para decidir quién sucederá a Moreno, “el sistema partidista ecuatoriano sigue teniendo los mismos problemas y debilidades de siempre, los partidos pululan solo en épocas electorales, carecen de vínculos con la ciudadanía y viven de cacicazgos”.
Moreno intenta aliviar la desconfianza y promete una transición “programada y formal, sea quien sea el ganador” pero Santiago Basabe, politólogo de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), pronosticó a Primicias que el año luce conflictivo, sin importar quién gane la carrera presidencial debido a las reformas económicas que requiere la nación.
Una región en las urnas
Las elecciones en Ecuador abren las urnas en la región. Perú, también sacudido por la pandemia y una fuerte inestabilidad política que lo llevó a tres presidentes distintos durante 2020 tendrá sus elecciones generales el próximo 11 de abril.
Y la crisis de liderazgo peruana también derivó en una veintena de candidaturas presidenciales, ninguna con una mayoría clara en las encuestas, que marcan una amplia indecisión o apatía de los votantes indica el medio.
Otro país con un panorama complejo es Chile, que tiene elecciones previstas para el 21 de noviembre, tras el estallido social de 2019 y la elección por voto popular de una convención constituyente en abril.
En noviembre será el turno de Honduras y Nicaragua, donde anticipan que el dictador Daniel Ortega buscará pasar a su esposa Rosario Murillo el poder que ejerce desde 2007, según sus opositores, con base a fraudes electorales destaca BBC.
Además, los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador en México y de Alberto Fernández en Argentina tendrán test de popularidad en junio y octubre, respectivamente, con elecciones legislativas de mitad de mandato.
Un maratón comicial
Las contiendas representan en América Latina un “año electoral maratónico” bajo un contexto de elevados niveles de descontento social, estimulados por las consecuencias del COVID-19 que debilitarán a los políticos tradicionales y abrirán la puerta a candidatos populistas, estima la consultora BNamericas.
Y el riesgo de que un populista se ponga la banda presidencial es mayor en Ecuador, según la firma internacional de consultoría y análisis de riesgo político Eurasia Group, citada por BNamerica.
En la mayoría de los países donde se realizarán elecciones presidenciales, “los populistas plantearán amenazas reales, siendo Ecuador el que está más propenso a los problemas”, advierte la consultora, y lo atribuye a que esta nación fue la primera afectada por el coronavirus —medidas sanitarias y de distanciamiento social— lo que ha impactado tanto la vida cotidiana de los ciudadanos como la economía, que ya lidiaba con una crisis de deuda soberana y el debilitamiento de los precios del petróleo.
Hasta ahora, “lo único que puede considerarse un hecho para 2021, políticamente hablando, es que, sin importar quién llegue al palacio de Carondelet en mayo, no habrá continuidad del Gobierno de Lenín Moreno. Ya ni siquiera Alianza PAIS lo considera parte de sus filas, aunque él insista en que sí lo es. Más allá de eso, hay más dudas que certezas, para un año que será decisivo en el rumbo económico, social y político que tome el país para intentar dejar atrás la pandemia y sus efectos colaterales”, puntualiza Primicias.