English Los narcotraficantes y organizaciones criminales en Puerto Rico pronto tendrán un nuevo producto al cual dedicarse: la comida chatarra. En un continuo intento por evadir la realidad fiscal y evitar una reducción del gasto, el Gobierno de Alejandro García Padilla está sigilosamente intentando aprobar un nuevo impuesto a los alimentos que considera que “son malos para su salud”.
Una nueva reforma tributaria, que está en revisión en la legislatura (que también incluye un aumento del 16% al IVA), busca gravar la comida chatarra.

Sin embargo, el nuevo impuesto es probable que afecte a un mayor número de personas que los sobornos fiscales previos.
Esta especie de “impuesto al pecado” no es algo nuevo: se ha gravado al alcohol en el pasado, aunque el más importante y conocido es el que recae sobre los cigarrillos.
Con el nuevo impuesto incluso podría aumentar el precio de una botella de dos litros de Coca Cola de US$0,89 a $2,00; un aumento superior al 100%. Más preocupante aún es el hecho de que la medida se suma a la reciente iniciativa para multar a los padres de niños obesos.
Como dije anteriormente, Puerto Rico no tiene un problema de ingresos: el problema es de gasto. También tiene el problema de necesitar controlar todo y a todos. Puerto Rico necesita una dosis de recorte de gastos, no un aumento en la recaudación.
En cambio, permítanme sugerir mi propia versión de la reforma fiscal que realmente facilitaría la vida de todos. Y para que quede claro, soy liberal, odio todos los impuestos: pero especialmente detesto los impuestos estúpidos.
Mantener el sistema tributario en forma
Primero debe mantenerse el impuesto a las ganancias de las empresas y de los trabajadores independientes, un impuesto fijo al ingreso, y el impuesto a las ventas. El resto de los impuestos debe ser derogado.
Los tres impuestos mencionados tendrán todos exactamente el mismo porcentaje. En la actualidad, Puerto Rico ya tiene un impuesto a las ventas que algunos afirman que es ineficiente. Es ineficiente porque no es aplicado. Puerto Rico tiene un impuesto sobre las sociedades, demasiado alto, y también tiene el típico impuesto progresivo al ingreso.
Lo que estoy sugiriendo es que el impuesto único a la renta de nómina debe comenzar con el primer dólar ganado y no debe existir ninguna deducción. Eso también quiere decir que los que viven de un salario no tendrán formularios que completar el 15 de abril. La actual reforma fiscal pretende eliminar dicho requisito, pero no va lo suficientemente lejos.
Interferir en una decisión personal es otro intento fallido de la política de prohibición y está condenada al desastre
Los únicos que deberían declaraciones tributarias son las empresas y los trabajadores autónomos, y solo podrían deducir el costo de hacer negocios. No incluiría dentro de eso costos las compensaciones de ejecutivos o los bonos.
Los pobres deberían ser gravados también: después de todo, ellos tienen ingresos. Esto, con suerte, generaría una mayor preocupación entre ellos sobre cómo se gasta su dinero, y colocaría más presión al Gobierno para hacer un mejor trabajo.
Ningún impuesto a la gasolina, ningún impuesto a los cigarrillos, ningún impuesto al pecado, ningún impuesto a la comida chatarra, ningún IVA. Los ahorros que genere no tener que evaluar las declaraciones de impuestos podrían ser asignados a impulsar una mayor aplicación de los impuestos a las ventas. Este impuesto es fundamental, porque grava todas las ganancias de los mercados ilegales —algo que el resto no lo hace. Incluso los vendedores de drogas van de comprar, y cuando lo hacen pagan el impuesto a las ventas.
Los impuestos fijos con alícuotas iguales hacen para el Gobierno ocultar nuevos impuestos como la tasa sobre la comida chatarra.
Dieta de gastos
Mientras tanto, Puerto Rico debe abordar la causa fundamental de sus problemas financieros: los sindicatos del sector público y la mala gestión política, el grosero exceso de gasto y el pago de gastos corrientes con deuda a largo plazo.
La respuesta es recortar el gasto del Gobierno en no menos del 30%, reformar el sistema tributario como se ilustra arriba, y eliminar los sindicatos del sector público.
Todo esto está en mi propuesta para un Puerto Rico independiente. La mayor parte aún puede lograrse sin importar su estatus. Una disposición especial de mi propuesta es una cláusula constitucional que niega a los legisladores sus salarios anuales en los años que aprueben presupuestos desequilibrado. También limita sus opciones para obtener préstamos, excepto en situaciones de emergencia, como en guerras o desastres naturales.
La comida no es el problema en Puerto Rico. Nunca lo ha sido. Interferir en la decisión personal de elegir es otro intento de la política fallida de prohibición y está condenado al desastre. La prohibición solo ayuda a que el mercado negro pueda generar más, sin tener que pagar impuestos.
Tal vez, el Gobierno deba perseguir a estos chicos, en vez de aquellos como nosotros, que comemos una hamburguesa de vez en cuando.
Traducido por Pep Balcárcel. Editado por Adam Dubove.