EnglishEl Partido Popular Democrático (PPD) de Puerto Rico vuelve a hacer de las suyas. En lo que parece ser un esfuerzo concertado para desmantelar lo que queda de la mancomunidad con Estados Unidos, el partido ha traído de nuevo el tema de la “exclusividad del español”. No es la primera vez que el PPD ha intentado usar una legislación que dé prioridad o uso exclusivo al español, para dividir a la gente de Puerto Rico y mantener a sus indigentes tontos y pobres.
De acuerdo con el Latin American Herald Tribune, el senador Antonio Fas Alzamora propuso “aprobar una ley que establezca al español como la lengua número uno de la isla y hacer su uso obligatorio en el Ejecutivo, Legislativo y Judicial, por tanto, derogar la Ley 1-1993, que permite el uso de las dos lenguas [español e inglés] por igual en los foros públicos”.
Fas Alzamora alega que al establecer el español como lengua oficial la isla va a fortalecer su identidad cultural y “validar la realidad de que más del 80% de los puertorriqueños no entienden ni hablan inglés”.
¿Y de quién es la culpa, senador? ¿Qué partido ha mantenido el poder por más tiempo desde que se estableció la mancomunidad en 1952? ¿Por qué usted no se ha asegurado de que cada niño de Puerto Rico posea un inglés funcionalmente fluido, si ese es el idioma del país que le da ciudadanía? ¿Podrían haber otros motivos para mantener bajo el nivel de competencias en inglés de la gente?
Después de años viviendo en la isla, y siguiendo las noticias y la política de Puerto Rico, una tendencia es absolutamente clara: mientras más alto vea usted en la escalera socioeconómica, más inglés se habla. Mientras usted baje más, menos será el nivel de inglés. Esta nueva legislación vino después de otra que pretende hacer virtualmente imposible castigar a los empleados que abusen de los reposos por enfermedad.
La naturaleza popular del PPD es evidente. El partido recibe con gracia miles de millones de dólares de ayuda federal (entiéndase, el dinero de los contribuyentes de Estados Unidos — cuyos billetes, por cierto, están en inglés), pero quiere mantener la separación de Estados Unidos tanto como sea posible.
Sus propuestas de “mancomunidad mejorada” son básicamente propuestas independentistas enmascaradas de “libre asociación”, y otro término creativo.
No tengo ningún problema con la independencia; de hecho, abogo por ella. Sí tengo un problema, sin embargo, con socavar el futuro de los niños de Puerto Rico. Mientras que Puerto Rico siga siendo territorio de Estados Unidos, o parte de la mancomunidad, el inglés debería, por lo menos, ser igualmente usado y reconocido, como lo es ahora.
Si, y sólo si, Puerto Rico se convierte en una nación independiente, tendrá entonces más sentido que use el español, o la lengua que el pueblo determine. Pero mientras siga siendo territorio de Estados Unidos, y continúe recibiendo dinero del Gobierno de ese país, no podemos esperar que los ciudadanos estadounidenses de los 50 estados y otros territorios, que visiten Puerto Rico, y puede que necesiten ayuda de su Gobierno, le sean negados los servicios en inglés mientras estén en la isla.
Esto no sería para nada distinto a ver a un Estado mexicano votar para hacer del inglés su lengua oficial, mientras que su existencia depende del Gobierno federal mexicano, que utiliza el español. Es un tema vergonzoso y divisivo.
Quizás es tiempo de que Estados Unidos se defienda y pida que Puerto Rico se convierta o en un Estado, con todos los impuestos, o en una nación independiente, sin asistencia federal alguna.
Todos los Estados de EE.UU. proveen programas de educación en español o bilingües, así como servicios públicos y planillas oficiales del Gobierno. ¿Por qué Puerto Rico busca negarles ese mismo derecho a los otros 300 millones de ciudadanos que básicamente financian a la isla?