Durante décadas, los partidos políticos de Puerto Rico han estado estrictamente divididos en cuanto al status de la isla. El Partido Democrático Popular (PDP), actualmente en el poder, apoya mantener a la isla como un Estado Libre Asociado. El Nuevo Partido Progresista (NPP) avala la idea de la condición de estado, y aunque perdieron las elecciones, ganaron un plebiscito que mostró la existencia de una mayoría en la isla a favor del cambio del status político. El Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), como su nombre sugiere, aboga por la independencia.
Esta división se ha filtrado en todos los aspectos de la política local. La constante batalla por el poder generalmente se enfoca en qué partido hace más promesas, sumado a qué status político apoyan.
El punto muerto, que ha perdurado desde la creación de la mancomunidad en los años 50, también ha llevado a algunas propuestas descabelladas. Durante años, el partido pro-estado afirmó que Puerto Rico podría mantener su propio equipo para los Juegos Olímpicos como estado independiente, mientras que el partido de la mancomunidad prometió una “mancomunidad mejorada”, con la autoridad de vetar cualquier legislación aprobada por el congreso de Estados Unidos, pero manteniendo nuestra ciudadanía estadounidense y nuestro status de estado libre asociado.
Mientras tanto, el Partido Independentista se ha enfocado básicamente en protestar por todo, sin en realidad hacer nada concreto para obtener la independencia.
De lo que no debería haber dudas es que Puerto Rico está experimentando un fuerte cambio demográfico. La depresión económica de larga data en la isla ha causado que miles de profesionales de clase media salgan de Puerto Rico para buscar un trabajo mejor; o simplemente un trabajo. Los impuestos locales están aumentando, al igual que las exenciones para nuevos residentes que califiquen como inversores, pero el impacto aun está por verse.
Ha llegado la hora de romper el estancamiento y darle a todos los puertorriqueños la oportunidad de cumplir con sus aspiraciones.
Para lograr esto, es necesario barajar un poco las cartas, o dividir la diferencia. Es decir, dividir a Puerto Rico en dos partes, y permitir a los residentes moverse a un lado o al otro, dependiendo en cuál “estado” prefieran vivir.
Mientras que el Partido Independentista Puertorriqueño tradicionalmente ha tenido alrededor de 100,000 votantes, el NPP y el PDP han tenido aproximadamente un millón de votantes cada uno en las últimas elecciones. No obstante, dentro del PDP hay un movimiento “soberano” significativo y creciente. Ellos no necesariamente apoyan la independencia, más bien una versión ligeramente diferente del status de mancomunidad, parecida a las reglas de Estado Libre Asociado de las Islas Marshall.
Unir estos dos grupos que apoyan la separación de Estados Unidos de una forma u otra en un lado de la isla, y a los miembros del PDP pro Estados Unidos junto con los miembros pro-estado del NPP en el otro, permitiría que una mitad de la isla se vuelva independiente y que la otra se convierta en un estado. Esta forma de “micro-independencia” por lo menos terminaría con el estancamiento.
Esto también permitiría responder otra pregunta: ¿qué pasa si Puerto Rico se vuelve un estado y la economía estadounidense colapsa? Dicho colapso, que muchos temen puede darse en los próximos años, probablemente podría apartar a muchas personas de su postura tradicional pro Estados Unidos y llevarlos a apoyar alguna versión de independencia. ¿Y luego qué? ¿Secesión?
Aunque la porción que se volviera una “micro-nación” independiente es solo un puñado de las 78 municipalidades de la isla, permitiría que aquellos que apoyan la independencia alcancen su objetivo, y a su vez permitiría a otros alcanzar el suyo. La idea de permitir que los partidarios de la independencia se queden con una pequeña porción de la isla no es nueva. Ha sido propuesta en múltiples ocasiones por muchas personas, incluyéndome a mi en el pasado. Sin embargo, hasta el momento, el Partido Independentista Puertorriqueño se ha negado firmemente –y curiosamente– a tomar en serio la idea.
Cuando menos, el Partido Democrático Popular debería empezar a trabajar en una propuesta real para un Estado Libre Asociado siguiendo el ejemplo de las Islas Marshall, y avalar el plan para la mitad de la isla. Hay soluciones para el tema del status de Puerto Rico, pero llevarlas a cabo requerirá una buena dosis de coraje político.