EnglishMi conversión de promotor de la constitución de Puerto Rico como un estado de los Estados Unidos a la de defensor de la independencia del país me ha sido bastante difícil. Siempre me he considerado más estadounidense que puertorriqueño, siempre he sido pro Estados Unidos, y siempre he sido un firme partidario de la idea de una república constitucional con una declaración de derechos – y por supuesto, soy un capitalista. Mi visión de la independencia de Puerto Rico es muy diferente de la visión promovida por el Partido Independentista Puertoriqueño.
No es de extrañar entonces que no tenga demasiados seguidores.
Esta semana aumentó considerablemente mi desdén por el actual movimiento independentista puertorriqueño cuando Rubén Berríos Martínez, presidente semi-retirado del PIP, demostró una vez más ser la personalidad pública que más daño le ha hecho a la causa de la independencia. Berríos apoyó públicamente al gobierno de Venezuela en su lucha contra los malvados estudiantes fascistas que están exigiendo cosas tan horribles como elecciones honestas y libertad (¡Dios nos libre!).
Una vez entrevisté a Rubén en su oficina, que entonces estaba en el Senado, en la que me habló con orgullo de haber visitado Cuba y abrazado a Fidel Castro. Mientras juran no ser comunistas sino socialdemócratas, el PIP ha apoyado firmemente al régimen comunista cubano y la transición al comunismo impulsada por el ex presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
Eso no debería sorprender a nadie consciente de la evidencia anecdótica (e histórica) que sugiere que el movimiento nacionalista de Puerto Rico y el movimiento de independencia fueron organizados con la ayuda del equivalente cubano de la CIA. El líder nacionalista Filiberto Ojeda Ríos, que lideró el grupo terrorista Los Macheteros, fue reclutado por la Dirección General de Inteligencia de Cuba en 1961. Si hay algo que siempre he temido sobre mi cambio de posición desde la pro-estadidad a la promoción de la independencia, es que de alguna manera se me asocie con el movimiento comunista.
En los años 90 organicé un programa de radio en la emisora WOSO de San Juan, y durante uno de los episodios califiqué a la heroína del Partido Nacionalista Lolita Lebrón de terrorista por su participación en un ataque armado al Congreso durante los años 50. Me cayeron encima incluso los supuestos moderados por atreverme a expresar esa opinión, la cual mantengo firmemente hasta el día de hoy. Lebrón y su grupo de nacionalistas atacaron a personas que no tenían nada que ver en el asunto. Dispararle a funcionarios electos desarmados en los Estados Unidos fue un acto fundamentalmente equivocado.
Fue el gobierno electo de Puerto Rico, no el de Estados Unidos, el que promulgó la Ley de la Mordaza en contra de la promoción de la independencia y el nacionalismo. Fue la policía de Puerto Rico, en connivencia con el FBI, la que instituyó Las Carpetas para rastrear a los miembros de los movimientos nacionalistas e independentistas. Fue el pueblo de Puerto Rico el que no quería la independencia en la década de los 50, y es el pueblo de Puerto Rico el que hoy en día vota en contra de ella.
¿Y qué razón podrían tener los puertorriqueños para votar a favor de la independencia? Tal como están las cosas, los que representan a la independencia ofrecen una visión que es una imagen especular de lo que la mayoría de los puertorriqueños rechazan: los regímenes comunistas del Caribe.
Como ya lo he dicho, no me sumaría a un Puerto Rico independiente si el liderazgo actual o los comunistas estuviesen en el poder. Y cabe destacar que hay partidarios de la independencia de toda la vida que han dicho que no apoyarían un Puerto Rico independiente que no fuera comunista, lo que ilustra una vez más por qué el movimiento de independencia no ha logrado ninguno de sus objetivos.
Durante mi entrevista con Rubén Berríos, le pregunté por qué no mudar a todos los independentistas a un área de la isla y que votaran allí por la independencia. Le dije que en mi opinión no habría forma en que el gobierno de EE.UU. pudiese oponerse a una solicitud tan democrática. Su respuesta fue demasiado confusa para poder traducirla al inglés o el español.
Se me hizo evidente que el PIP en realidad no quería la independencia. O al menos la dirigencia de ese partido en realidad no quería dar los pasos necesarios para crear un país independiente. Si quisiera darlos, podría haberlos dado hace mucho tiempo.
Está claro, sin embargo, que hay personas que creen en la soberanía y la independencia que no son comunistas. Es responsabilidad de esas personas, de los libertarios, los conservadores, y los partidarios de la independencia favorables al mercado, el organizar un nuevo movimiento independentista basado en la libertad individual, el derecho a la propiedad privada, el capitalismo, y la libertad. Si la gente de Puerto Rico tiene alguna posibilidad de asociarse bajo una república soberana, debe ser una república que refleje las aspiraciones de la gente, y no la represión del comunismo.
Traducido por Alan Furth.