EnglishHay una razón por la cual los libros impresos aún no forman parte del pasado y es probable que vivan mucho más. Con Funny Bones, un clásico para niños con abundantes ilustraciones, Duncan Tonatiuh demuestra como él y otros autores mejoran las obras de antaño y ofrecen una combinación difícil de superar de educación y entretenimiento.
Los libros ilustrados no suelen ser parte de mi repertorio de lectura, pero un viaje a San Miguel de Allende, México, para el Día de los Muertos, me llevó a “Conversaciones sobre la Muerte”, un foro abierto sobre la “intersección entre la vida y la muerte”. Allí me encontré con Tonatiuh, quien presentó su último trabajo, y me dejó algo más que impresionado.
Aunque nació en San Miguel de Allende, y vive allí con su joven familia, Toantiuh asistió a la universidad en el estado de Nueva York y escribe en inglés para el mercado estadounidense. En particular, quiere que los mexicano-estadounidenses que hayan crecido en Estados Unidos celebren los aspectos positivos de su herencia cultural, incluyendo el Día de los Muertos.
En este sentido, ofrece la noble vida de José Guadalupe Posada (1852-1913), un artista apenas conocido en su tiempo, pero cuya obra sobrevive y ha crecido en influencia y reconocimiento con el correr de los años. Subtitulado Posada and His Day of the Dead Calaveras (Posada y su Día de las Calaveras Muertas), el libro es una oda biográfica accesible, que apunta a los estudiantes de escuela primaria, y abarca un mensaje y un gran número de detalles condensado en unas 40 páginas.
El estilo simple de escritura de esta obra de no-ficción transmite una adorable y humorística historia, sin pretensiones o pompa, y explica la historia de las calaveras, tan familiares para los mexicanos. Estos son los esqueletos utilizados como arte durnte el Día de los Muertos. También son el legado de la prolífica e innovadora carrera de Posada como artista en el México de finales del siglo XIX y comienzos del XX.
Posada no era solo un artista creativo; era también un comentarista social de los mejores. Disfrutaba burlarse de aquellos en el poder, y sus ilustraciones permitían a los miembros de su comunidad a sumarse a los chistes. Tal fue el impacto de su ingeniosa obra y el enfado de los corruptos que tuvo que abandonar su hogar en la ciudad de Aguascalientes hacia León, antes de mudarse a la Ciudad de México.
Impávido, continuó utilizando sus caricaturas para denunciar a actores cuestionables de la Revolución mexicana, como Emiliano Zapata y Francisco Madero. Sus preocupaciones principales eran acerca de las dificultades de la gente común, cuya sangre corrió mientras un puñado de hombres solo buscaban el poder para sí mismos.
La belleza del trabajo de Posada, adoptada y transmitida por Tontaiuh, representa también su capacidad para hacer pensar a la gente, hacerla imaginar; quizás es por esto que su legado ha perdurado en el tiempo. Tonatiuh brinda ejemplos de ese tipo de imágenes provocadoras, rodeadas de sus propios dibujos en papel lustroso; y le plantea al lector preguntas que no tienen una clara respuesta, pero que hacen una tarea igual de fascinante el buscarlas.
Tras mi primera experiencia en el Día de los Muertos y en México, este libro para niños me dejó más de lo que esperaba. Además de la historia y el inspirador relato, me ayudó a comprender lo estaba ocurriendo a mi alrededor, como por ejemplo la mitad del pueblo reunida en el cementerio, con todo tipo de decoraciones y actividades para recordar a aquellos que ya no están entre nosotros. Con Funny Bones, Toatiuh hará más que llamar la atención a los jóvenes mexicanos que leen en inglés; ya que el cuento también resonará entre los padres y los hijos de todos los que lo lean.