NB: esta crítica incluye detalles del contenido del libro y lenguaje ofensivo.
EnglishGene Dark afirma que “relatar la guerra a civiles que no tienen ni idea de lo que [le] ocurrió es una pérdida de tiempo”. Sin embargo, su opinión no le impidió escribir y publicar sus memorias sobre Vietnam.
El autor admite esta aparente contradicción en el prólogo de su obra y explica que tomó la decisión de publicar sus memorias, no necesariamente para informar al público ni abogar por alguna campaña de concienciación, sino más bien como un paso en el recorrido hacia su recuperación personal. The Brutality of War (La Brutalidad de la Guerra, 168 páginas, 2007), le permitió no solo librar su conciencia de las tragedias vividas y de su propio sentimiento de culpa, sino tratar de encontrar algún sentido en la verdadera tragedia humana que vivió.
“Mis motivos no son otros más allá de contar la verdad sobre la guerra”, escribe, aunque luego emitirá una serie de observaciones y aseveraciones acerca de los políticos y la relación entre aquellos que inician la guerra y aquellos que participan activamente en ella y sufren las consecuencias. De igual manera, cada capítulo inicia con una cita sobre lo que implica la brutalidad de la guerra, tal como la siguiente:
Cualquiera que haya mirado a los ojos a un soldado moribundo en el campo de batalla se lo pensará dos veces antes de empezar una guerra.
—Otto Von Bismarck
No se puede culpar su necesidad de desahogarse, pues resulta mejor que guardarse todo para sí mismo, pero la afirmación de Dark sobre no poseer otros motivos resulta poco convincente desde el momento en que comienza a glorificar y justificar la negligencia y las muertes injustificadas en Vietnam.
A diferencia de sus compañeros de tropa, Dark es uno de los pocos afortunados que sobrevivieron a esta guerra y hoy en día describen lo vivido, aunque su relato no es apto para cardíacos. El veterano no se anda con rodeos y se expresa con la jerga políticamente incorrecta de los años 60, en el recuento conmovedor y detallado acerca de cómo y por qué terminó enrolándose en la Marina estadounidense.
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Pero el arduo entrenamiento y preparación previos a Vietnam palidecieron en comparación con la brutalidad que vivió y presenció tras su llegada a la nación asiática. Su prosa es detallada, perturbadora y a la vez emotiva, y su doloroso relato se mantiene en un perfecto balance: incluye lenguaje ofensivo sin llegar a convertirse en un parloteo vulgar.
Las descripciones de la naturaleza y de los acontecimientos de la guerra ocupan los pasajes más extensos de la obra. Dark relata, por ejemplo, cómo tras unirse a su pelotón en el campo de batalla, sus superiores le advirtieron que tenía dos opciones: asesinar al enemigo o ser asesinado. Debía concentrarse en sobrevivir y olvidarse de cualquier discurso rosa sobre la liberación de los políticos en su nación de origen. Pronto descubrió que no bromeaban, al observar cómo sus compañeros caían uno a uno, víctimas de trampas y emboscadas, y morían o regresaban a casa con amputaciones.
Dark tuvo mucho tiempo para reflexionar en las regiones remotas de Vietnam. No pudo encontrar el sentido de su presencia en la guerra, pues no consideró que existiera amenaza alguna para Estados Unidos. Terminó desarrollando desconfianza hacia sus supuestos aliados, de comportamiento tan primitivo como el de sus adversarios.
Si los que ocupaban cargos políticos hubiesen tenido que luchar ellos mismos, se lo hubiesen pensado más de una maldita vez, supone el veterano. Además, mostró su desagrado hacia las reglas de enfrentamiento militar que debía seguir, pues “someter a reglas una guerra es una estupidez”, más aun cuando el enemigo no se rige bajo regla alguna.
Tal fue su desilusión y frustración, que incluso llegó a fingir haber sido herido por segunda vez, requisito para ser enviado de regreso a casa, tras 10 meses de batalla. Sin embargo, el médico a su cargo no se mostraba convencido, y solo tras cumplir un año en Vietnam logró regresar a su hogar, no sin antes enterarse de que su amigo más cercano había muerto justo antes de su partida.
A partir de este punto, la obra deja al lector bastante confundido e incluso traicionado, tras haber prestado su cuidadosa atención a tan violento y doloroso recuento: no solo es el hecho de que el hijo de Dark se alistara como soldado estadounidense, inspirado por el orgullo hacia su padre, sino que además, el hombre a quien esta experiencia dejó profundamente marcado afirma que su experiencia no fue inútil ni representa una vergüenza para él, después de todo.
Sin importar a qué guerra Estados Unidos envíe a sus soldados, y sin importar las razones para enviarlos a la lucha, los soldados estadounidenses nunca mueren en vano. Quizá llegar a esta conclusión le otorgue paz a Gene Dark, una paz que sin lugar a dudas desea conseguir, pero esta afirmación es incongruente con el resto del libro.
Su deseo de creer en el honor de su empresa compromete lo que sería de otra manera una obra maestra autobiográfica y un apasionante relato acerca de las restricciones militares y la impotencia humana ante la cruenta naturaleza de la guerra.