EnglishLos ejecutivos de Monsanto probablemente se quedaron en sus casas el pasado sábado, cuando se llevaron a cabo 453 manifestaciones en 38 países en contra del gigante de la venta de semillas. Solo en el estado de Florida se celebraron 23 encuentros en el marco de la Marcha contra Monsanto. En Miami se concentraron unas 400 activistas junto con Jill Stein, la candidata a presidenta de Estados Unidos en 2012 por el Partido Verde.
Familias enteras se unieron a la movilización pacífica que se desarrolló en el sur de Florida, con muchas madres y niños pequeños presentes. En el evento confluyeron personas preocupadas sobre la ingeniería genética y el daño ambiental producido por el uso de pesticidas. Los participantes reclamaron el fin de las patentes genéticas y cualquier forma de subsidio o exención fiscal para Mosnanto. “¡Diablos no, GMO (organismo genéticamente modificado), tenemos derecho a saber!, coreaban los manifestantes en referencia al etiquetado obligatorio de alimentos transgénicos.
Las demandas ambientalistas se alineaban a las posiciones del Partido Verde, y la organizadora Elizabeth Taveras portaba un pin que confirmaba ese vínculo entre los ecologistas y el movimiento político. La vicepresidenta de la delegación estatal del partido, Cathy Gilbert, también se dedicaba a reclutar nuevos adherentes. “Somos el partido del pueblo”, dijo. “No aceptamos dinero de las corporaciones. Podemos ser independientes de las influencias empresariales por las cuales los partidos Republicano y Demócrata están, lamentablemente, condicionados”.
La coalición antiestablishment incluyó al excandidato del Partido Libertario Omar Recuero, quien en 2014 aspiró a una banca en la legislatura local. Además, a Barry Sacharow, un jefe de jurisdicción del Partido Demócrata en el condado de Broward, quien afirmó que por lo menos 25 activistas demócratas asistieron, “la mayoría de los que se inclinan hacia la izquierda”.
Durante una hora, los protagonistas de la protesta en Miami marcharon al norte del downtown Miami, con varias paradas para brindar discursos breves y para interactuar con los transeúntes. Los participantes se congregaron en una estación de metro, donde instalaron puestos y una decena de oradores ofrecieron discursos, tras una fiesta de cierre en el distrito de Wynwood.
“Lo que hoy vemos aquí (…) es sobre el derecho a saber qué estamos comiendo, si nos estamos alimentando con comida saludable y sostenible,” dijo Jill Stein, levantando aplausos.
Ella, junto con los otros oradores, se hizo eco de lo que creen que es la inutilidad de los partidos Republicano y Demócrata, y un espacio vacío abierto para partidos alternativos. También alentaron la acción directa, como aplicar campañas de consumo responsable y cultivos domésticos.
Barry Sacharow advirtió, sin embargo, que “nadie de un partido minoritario va a ganar las próximas elecciones”. “Yo quiero apoyar los objetivos del partido minoritario; yo quiero apoyar al partido minoritario; pero (…) no quiero por hacer eso entregarle mi voto a Jeb Bush”.
Dos de las manifestantes, Isabel Malagón y su hermana Viridiana, expresaron varias preocupaciones, pero particularmente mencionaron al pesticida Roundup, producido por Monsanto, como el principal problema (con glifosato como sustancia clave) así como también la caída en la población de abejas. Acerca del futuro de una Monsanto más amigable con el medio ambiente, se mostraron pesimistas: “tienes que ser realista (…) ¿en serio crees que van a sacrificar millones y millones de dólares?”
Aunque Monsanto no ha emitido un comunicado de prensa en respuesta a los cientos de manifestaciones, la semana pasada, su jefe Ejecutivo de Tecnología escribió un artículo de opinión en USA Today. Robert Fraley dijo que hay “una brecha entre lo que piensan los científicos y lo que piensa el público estadounidense” —un problema que “implicará riesgos para la sociedad en todos los sentidos”. En particular, Fraley destacó que hay un desconexión en relación con la seguridad de los alimentos modificados genéticamente, con una opinión pública mucho más escéptica que aquellos que trabajan en ese campo de la investigación.
“El acceso a comida nutritiva y asequible es un desafío que nos afectará a todos”, escribió, “mientras la población mundial siga creciendo y los efectos del cambio climático impacten en la capacidad de cultivar alimentos”. Finalmente promocionó la ingeniería genética como una herramienta para abordar el problema, pero la “brecha en la percepción obstruye nuestra capacidad colectiva para lograrlo”.