Mientras más leyes se implementan, más criminales se crean. ~ Lao Tzu
Cuando incluso los Amish son sometidos a redadas agresivas por parte de agentes federales, es obvio que la ley se salió de control. Estas comunidades de individuos, reconocidos por sus estilos de vida pacíficos y modestos, han sido criminalizados por el simple hecho de vender leche fresca, no pasteurizada, a personas que viajan desde lejos para adquirir el preciado bien.
Como explica la blogger Liz Reitzig de Nourishing Liberty en este video para el Fondo de Defensa del Comercio Directo entre Granjas y Consumidores, esta batalla se ha convertido en algo personal para ella, pues era uno de los clientes que buscaban leche cruda para sus hijos, y presenció cómo los agentes perseguían al granjero Amish que ella frecuentaba.
Afortunadamente, el incumplimiento pacífico y generalizado de las leyes que penalizan la leche cruda y la ausencia casi total de problemas médicos —sin mencionar que en toda Europa su consumo es legal— ha contribuido a la presión para que las cosas cambien. El Representante Thomas Massie (R-KY) ha presentado un proyecto de ley para acabar con esta prohibición sin sentido, “para mejorar las opciones de alimentos disponibles a los consumidores y proteger a los agricultores locales de la interferencia federal”.
Habiendo crecido tomando leche cruda, orgánica —gracias a la vaca que teníamos en casa y el trabajo de mi padre— puedo dar fe de su valor. Sin embargo, como explica Reitzig, “no es necesario que te guste la leche cruda para apoyar el derecho de los demás a conseguir pacíficamente los alimentos de su elección, del proveedor que prefieran”.