EnglishNicolás Maduro, presidente del régimen Chavista de Venezuela —una nación enmarañada en una pesadilla comunista— ha encontrado un amigo en The New York Times, diario que publicó su artículo de opinión el martes como un “llamado a la paz”.
Asumo que es por la paz que envía a sus matones de los colectivos a disparar y matar manifestantes estudiantiles desarmados, o la razón por la cual encarcela a sus oponentes políticos por organizar protestas.
Por muy engañoso y ridículo que el artículo de opinión pueda ser (ver la respuesta de Marcela Estrada desde Caracas), me sorprendió leer una reseña de la Fundación Future of Freedom en auxilio de Maduro. Así es, uno de los gobernantes más autoritarios del planeta pareciera haber reclutado al libertario y presidente de la FFF Jacob Hornberger para lograr desviar la culpa por la inestabilidad en Venezuela hacia los Estados Unidos, consigna persistente de los leales personajes internacionales.
Hablando en serio, en el PanAm Post hemos publicado y continuaremos publicando artículos de la Future of Freedom Foundation; leo buena parte de su gran trabajo y he escrito para ellos. Sin embargo, observar al presidente de tal organización prestar legitimidad al chavismo me resulta extremadamente desafortunado, y me anima a refutarlo.
El titular, “el gobierno de los EEUU debería salirse de Venezuela”, está bien en principio —en cuanto que aboga por la no intervención pero queda muy lejos de lo que termina diciendo el resto del artículo.
El artículo entero insinúa que el “imperio estadounidense” está detrás del levantamiento, aunque “es imposible saberlo con seguridad”, escribe Hornberger. El “gobierno estadounidense se esfuerza en mantener en secreto su rol en el proceso. Así funcionan las operaciones ‘encubiertas'”.
Entonces, la única evidencia que presenta son unos pocos millones de dólares en ayuda externa, cuya estimación más alta que he leído alcanza los US$5 millones anuales.
No es que yo apoye la ayuda externa a través de impuestos, pero ¿alguien puede creer de verdad que la burocracia de Washington, D.C., pueda conseguir mucho con sólo $5 millones? Y, supongo, que los cientos de miles —tal vez millones— de personas que acudieron a las protestas alrededor del mundo también andan en la trama financiada por Estados Unidos.
Contrastemos eso con lo que Venezuela envía a Cuba, su más cercano aliado (parasitario): US$13.000 millones —sin mencionar la riqueza petrolera que desembolsa para comprar otras amistades en las Américas. Son estas amistades, entonces, las que votan para silenciar a la oposición venezolana en la Organización de Estados Americanos (OEA).
Pero aparentemente, según Hornberger, Maduro es independiente y, por eso, está sujeto a un cambio de régimen.
Como hemos visto una y otra vez, la característica principal del aparato estatal de seguridad nacional estadounidense involucra el cambio de régimen, una política que implica la expulsión de los mandatarios independientes extranjeros, incluso de los democráticamente electos, y su reemplazo por marionetas dictatoriales pro-Estados Unidos [énfasis mío]”.
Hay muchos problemas con la imagen de Venezuela que pinta Hornberger, incluyendo al desestimar su inflación como si esta fuese análoga a la inflación del dólar norteamericano. Sin embargo, la parte sobre que la elección de Maduro ha sido democrática es, precisamente, lo que el heredero chavista quiere que piensen los extranjeros.
Si la democracia solo consiste en ganar una elección, entonces sí, Maduro ganó su elección. Sin embargo, si no hay medios independientes y libertad de expresión, son una estafa las elecciones y cualquier reivindicación de democracia. Cuando estuve en Venezuela en enero, por dar un ejemplo, Maduro monopolizaba todas y cada una de las emisoras de radio, mientras hablaba durante cuatro horas, sin importarle que, al mismo tiempo, se estaba jugando un popular partido de béisbol.
Lo mismo para todos los canales de televisión asentados en Venezuela, pero eso es solo el principio. Dados los controles monetarios económicamente demenciales, ¡los periódicos ni siquieran pueden conseguir papel para las imprentas! Y luego está la censura directa a numerosos medios, incluyendo el canal de televisión extranjero NTN24, radicado en Colombia.
Para rematar, el principal oponente político de Maduro, Leopoldo López, es prisionero político —tal y como documenta la Human Rights Foundation. ¿El crimen por el cual se lo castiga? Organizó una protesta pacífica durante la cual uno de los agentes de inteligencia de Maduro mató a un estudiante. Bajo el peso de la evidencia, incluso Maduro ha tenido que admitir que eso fue lo que sucedió, pero a pesar de ello, López permanece en prisión.
Uno podría seguir, pero el régimen chavista solo merece condena como enemigo definitivo de la libertad y la democracia, y la oposición necesita todo el apoyo internacional que puedan conseguir de los libertarios.
Tal vez Hornberger haya mordido el anzuelo de Maduro, dada la intensa desconfianza hacia el aparato militar estadounidense. Sin embargo, Maduro es la prueba viviente de que el enemigo de tu enemigo no es necesariamente tu amigo.