EnglishDaniel Raisbeck es candidato para las elecciones parlamentarias de este domingo en Colombia. Escritor, historiador y profesor de estudios clásicos en la Universidad del Rosario en Bogotá; es columnista para el PanAm Post y recomiendo su último artículo “Colombia: El libertarismo finalmente se ubica en el mapa político.”

Has mencionado que hay un proceso de representación no-geográfica para los miembros del Congreso en Colombia. Particularmente para observadores internacionales, ¿podrías explicar el camino que uno debe seguir para entrar al Senado o la Cámara de Representantes, y tu posición en esta carrera?
Hay 165 representantes en la Cámara de Representantes y 102 miembros en el Senado. La Cámara es elegida de acuerdo a la circunscripción regional, excepto dos miembros que representan a los afro-colombianos, uno que representa a la población indígena, uno que representa a los colombianos que viven en el exterior, y uno que representa las minorías políticas.
Bogotá, una ciudad con más de 7 millones de habitantes, es la circunscripción más grande, y como tal, elige a 18 representantes a la Cámara. Sin embargo, la ciudad no se divide por escaños o distritos parlamentarios; así que cada uno de los miembros del parlamento elegido, debe representar la ciudad entera. Esto significa que prácticamente no hay localismo, ya que los candidatos pueden obtener votos por toda Bogotá. El resultado es que los habitantes de un área particular no tienen un representante particular a quien ellos pueden elegir así como botar del cargo. Tampoco hay un representante específico a quien los ciudadanos pueden expresarle las preocupaciones específicas de su localidad.
El Senado representa la nación completa, y por lo tanto, los senadores pueden pedir votos en el país así como en el exterior. Por lo general, se necesitan muchos más votos para ganar un puesto en el Senado que en la Cámara.
Te lanzas como candidato con el Partido Conservador Colombiano, sin embargo eres liberal en el sentido clásico. ¿Cómo encajas en el partido, y cuál ha sido la reacción ante tu presencia en la organización?
Escogí el Partido Conservador Colombiano porque es un partido descentralizado, acéfalo sin ningún líder indiscutible, con distintas variantes (Yo lo comparto con la Alemania en la Edad Media y la temprana Edad Moderna). Por el otro lado, el Partido Liberal, lo lleva el hijo del expresidente César Gaviria y, durante el siglo veinte, se convirtió en un partido socialdemócrata que favorece una significativa intervención del Estado en la economía y en la vida de los ciudadanos. Los partidos restantes son o abiertamente estatistas (el Partido Verde o el Polo Democrático Alternativo) o simplemente feudos de caudillos, sobre todo el del expresidente Álvaro Uribe (Centro Democrático), el del actual Presidente Juan Manuel Santos (Partido Nacional de Unidad Social) y el de su candidato a la vicepresidencia Germán Vargas Lleras (Cambio Radical).
Dentro del Partido Conservador, trabajo junto al Senador Juan Mario Laserna, considerado ser el mejor miembro del parlamento Colombiano por la revista Dinero, y también cuento con el apoyo de Marta Lucía Ramírez, la actual candidata a la presidencia. No obstante, debo decir que segmentos importantes del Partido Conservador han defendido tradicionalmente el dogma católico, y por lo tanto mi campaña ha tenido que enfrentar cierta oposición de esos grupos (un candidato exigió que retirara mi candidatura por mi apoyo a la legalización de las drogas y al matrimonio entre personas del mismo sexo).
Mi meta es crear un movimiento libertario dentro del Partido Conservador, como Ron Paul lo ha logrado dentro del Partido Republicano estadounidense. Creo que es realizable, dado que la despenalización de las drogas, por ejemplo, ha sido discutido en el partido desde los años 90, especialmente por el antiguo Senador Enrique Gómez Hurtado.
Tomando el cuenta el legado de corrupción y fracaso gubernamental, especialmente con la guerra contra las drogas, ¿por qué el libertarismo es tan novedoso en Colombia? Uno podría asumir que habría un gran escepticismo hacia la intervención del gobierno, sin embargo, no parece ser el caso.
La visión dominante considera que el trabajo del gobierno es arreglar todo, incluso frente a un Estado que es demasiado grande donde sea que esté presente, y extremadamente ineficiente. Cuando hay un problema serio relacionado al Estado, por ejemplo la corrupción, los gobiernos tienden a responder creando más burocracia, como una oficina encabezada por un Zar anti-corrupción que cuenta con numerosos subordinados, cuyos salarios están pagados con nuestros impuestos. Esto, por supuesto, simplemente incrementa las posibilidades para que funcionarios corruptos saqueen los fondos públicos.
Con respecto a la guerra contra las drogas, la sociedad colombiana se ha mantenido muy conservadora debido a la influencia de la Iglesia Católica, entre otros factores; así que ha habido una gran reticencia a hablar de la legalización en el país. También es un asunto difícil de discutir dado que las FARC se han financiado a través de los años con el narcotráfico. Esto me lleva al punto de que el terreno de Colombia es grande y muy irregular, con muchas áreas difíciles de controlar, como aquellas donde hay selva tropical. El Estado de Colombia ejerce su autoridad sobre la mitad del territorio, y por lo tanto, es difícil argumentar que el Estado debe ser reducido.
Mi argumento es que el Estado ha estado presente donde no se necesita, por ejemplo, en la lucha desastrosa contra las drogas o en la asignación excesivos impuestos y obstáculos burocráticos a individuos y negocios pequeños. Por el otro lado, el Estado no ha estado presente donde se supone que debe ejercer su autoridad, principalmente en garantizar la seguridad física del individuo y en proteger su propiedad privada.
¿Qué impacto tiene la crisis venezolana en tu campaña? ¿Las personas en Colombia se están dando cuenta de lo que sucede con la “Revolución Bolivariana”?
Los colombianos están muy conscientes del estado desastroso en el que se encuentra la economía venezolana y de la represión que ejerce el gobierno, lo que se ha convertido en algo común en el país vecino. Lamentablemente nuestro gobierno no ha podido condenar inequívocamente la violencia del gobierno venezolano en contra de los estudiantes, periodistas y la sociedad civil, ya que éste depende de Nicolás Maduro para avanzar en las negociaciones de paz con las FARC llevadas a cabo en Cuba. En mi campaña, he intentado llamar la atención sobre el costoso error de incluir, en un principio, regímenes opresivos como el de Cuba y Venezuela en el proceso de paz.
Muchos amantes de la libertad se abstienen de participar en la política y prefieren dedicarse a la educación o iniciativas empresariales. ¿Explicarías tu preferencia en este aspecto?
Entiendo esta visión y la respeto. Mi experiencia en Colombia me convenció de que la burocracia estatal y el sistema tributario no permiten ni la plena libertad económica ni las condiciones para que asociaciones de la sociedad civil como centros de estudio (think-tanks), a través de los cuales las ideas de libertad pueden ser defendidas, puedan emerger fácilmente. Por lo tanto, he decidido entrar en la política para defender la libertad civil, económica y política.