De acuerdo con un reciente estudio, la empresa de servicios colombiana Rappi, es una de las que más emplea a la población venezolana en el país. Un 57 % de la fuerza laboral son venezolanos, mientras que un 41 % son colombianos y el porcentaje restante son colombovenezolanos.
Esto es posible ya que mucha de esta fuerza laboral es joven, no cuenta con estudios, ni experiencia certificada o referencias laborales. De lo contrario, como apuestan muchos, —que piden una mayor regulación a la aplicación—, sería imposible y sumamente costoso dar trabajo a los migrantes que llegan al país.
Según el informe, que será presentado por el Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario, centenas de “rappitenderos” han elegido al “unicornio” colombiano para prestar sus servicios laborales. Entendiendo que los domiciliarios que trabajan a través de la plataforma digital de Rappi son conocidos como “rappitenderos”.
Entre los hallazgos que coinciden precisamente con un estudio del Departamento Administrativo Nacional de Estadistica (DANE), sobre el número de horas trabajadas, los venezolanos trabajarían mucho más si se compara con los colombianos, llevando a cabo la misma labor.
El “rappitendero” venezolano estaría trabajando alrededor de 10 y 12 horas, mientras que el colombiano lo haría hasta 8 horas. Asimismo, si se compara frente a los días trabajados, los venezolanos superan a los colombianos. Según la nacionalidad, el 5 % de colombianos trabaja 6 días mientras que el 97 % de venezolanos lo hace hasta por 7 días.
Todavía hay muchas barreras de acceso para la población migrante
PanAm Post habló con María Clara Robayo, investigadora del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, sobre las implicaciones si no existieran aplicaciones como Rappi o Uber, ¿Qué haría esa fuerza laboral migrante en el país?
“Rappi se ha posicionado en una de estas plataformas novedosas al igual que Uber, convirtiéndose en un nicho muy importante para la mano de obra migrante, especialmente la proveniente de Venezuela. Tanto las plataformas como incluso la migración en las ciudades, son todavía fenómenos económicos y sociales nuevos, y hay mucha incertidumbre para predecir cuál sería su comportamiento en unos años”, dijo Robayo.
La investigadora destacó que si se diera el cierre de alguna de estas plataformas como Rappi o como Uber, los migrantes seguramente tendrían que insertarse en el sector laboral desde la informalidad.
“Porque si bien para acceder a plataformas como Rappi o Uber hay que tener Permiso Especial de Permanencia (PEP), es decir, una migración regular. Todavía hay muchas barreras de acceso para la migración frente un trabajo formal. Empezando porque el empleador colombiano desconoce cuáles son las rutas de contratación para población extranjera y desconoce las implicaciones de contratar migrantes”, explicó Robayo.
Seguridad social: el talón de Aquiles de Rappi
Pese a que Rappi ha sido la primera empresa colombiana en llegar a ser considerada un «unicornio», por lograr superar los USD $1 000 millones y hacer parte de los 11 «unicornios» que hay en Latinoamérica, hay detractores que no están de acuerdo con el modelo de negocio y piden que el Estado intervenga. Es decir, exigen que haya mayor regulación.
Como lo han afirmado en varias ocasiones los creadores de Rappi, si a ellos los obligan a pagar salario mínimo y seguridad social, su empresa no sería viable y tendrían que despedir a muchos empleados.
PanAm Post habló con un “rappitendero” venezolano en la ciudad de Cali. Según el joven migrante, si tuvo un día de muchos pedidos puede ganar entre 50 000 y 70 000 pesos (USD $ 70). De seguir con ese ritmo de pedidos, el joven migrante podría estar ganando mensualmente mucho más que el salario mínimo en Colombia que está en 828 mil 116 pesos (USD $ 244).
Al mismo tiempo, aseguró que paga su seguridad social y que hasta el momento no ha tenido problema con las labores encomendadas por la aplicación.
Sin duda el pago de la seguridad social por parte de Rappi ha generado malestar en muchos, incluso en “rappitenderos” que se han unido a protestas apalancados por políticos de izquierda, exigiendo mayores garantías laborales. Sin embargo, el modelo de negocio no establece un vinculo laboral directo, pues el “rappitendero” se encarga de entregar al consumidor el pedido hecho a través de la aplicación, no hay un contrato laboral con la compañía, y mucho menos están vinculados formalmente. No tienen horario, ni deben cumplir metas, trabajan cuando quieren y escogen los pedidos que deseen.
Pillen, aquí están ubicados los #PitStops de @RappiColombia donde los rappitenderos podrán descansar. Me parece que está muy bien esto. pic.twitter.com/urxQ139g6T
— Diego M. Pineda. (@DiegoPinedaR) September 12, 2019
El pago de la seguridad social puede incidir directamente en la prestación del servició y en la vinculación de la fuerza migrante venezolana al mercado laboral colombiano.
De acuerdo con el estudio de la Universidad del Rosario, el 53, 9 % no está afiliado al sistema de salud. Le sigue un 36, 7 % que sí está afiliado a través del Sistema de Identificación de Potenciales Beneficiarios de Programas Sociales(Sisben). Por otro lado, un 33, 7 % lo hace a través del régimen contributivo y un 29, 6 % está vinculado como beneficiario al sistema de algún cotizante.