Leonard Read identificó tres niveles de liderazgo libertario.
Para alcanzar el primer nivel, uno debe entender la filosofía de la libertad lo suficiente como para abstenerse personalmente de defender o participar en violaciones de la libertad. Un líder libertario de primer nivel predica con el ejemplo. Como escribió Read:
“No subestimemos las enormes influencias puestas en marcha por una persona que se niega a sancionar o promover cualquier acción errónea. Las cualidades ejemplares pronunciadas tienen poderes irradiadores increíbles. El individuo que no ofende los ideales libertarios -aunque guarde absoluto silencio- atrae emuladores, establece altos estándares para que otros los sigan.”
Para alcanzar el segundo nivel de liderazgo libertario, uno debe ser capaz de articular la filosofía de la libertad lo suficientemente bien como para influir en “aquellos que entran dentro de la propia órbita personal”. Esto puede incluir a la propia familia, amigos y colegas. También puede incluir a las personas que uno conoce (en el avión, en una cena, etc.). En la era digital, puede incluir a las personas con las que estás conectado en las redes sociales.
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Para alcanzar el tercer nivel de liderazgo libertario, uno debe ser un faro de comprensión y exposición claras de la filosofía de la libertad, hasta el punto de que otros busquen tu tutela. Siguen tus obras publicadas y buscan oportunidades para aprender de ti a través de la conversación.
Es imprudente, y tal vez imposible, “saltarse” cualquiera de estos niveles. Si tu comprensión de la libertad es tan errónea que avalas las violaciones de la libertad, no podrás explicar con precisión la filosofía de la libertad a los demás. Y si carece de convicción y, por tanto, no practica lo que predica, su hipocresía ahuyentará a posibles estudiantes y sus acciones hablarán más alto que sus palabras.
Y como subrayó Read, aunque el segundo y tercer niveles de liderazgo libertario implican articular la libertad a los demás, la atención debe centrarse en la mejora de uno mismo.
En el segundo y tercer nivel, el líder libertario articula su entendimiento para los demás como un ejercicio para perfeccionar y poner a prueba ese entendimiento y para compartir lo que ha aprendido en caso de que su audiencia lo considere valioso.
La verdadera enseñanza es aprender en voz alta y el verdadero liderazgo es mediante el ejemplo. La educación/liderazgo no es la mejora directa de los demás. Es la superación personal que inspira y equipa a los demás para que emulen y se superen a sí mismos. El verdadero liderazgo es modelar, no entrometerse.
Una vez que la defensa libertaria se convierte en “infligir tu sabiduría” (como dijo Read) a los demás para parecer inteligente o humillar a los oponentes ideológicos, entonces, aunque hayas avanzado en tu carrera como demagogo libertario, te has descalificado como líder libertario. La vanidad intelectual es incompatible con el liderazgo intelectual.
El auténtico liderazgo no es fruto de la arrogancia, sino de la humildad. Los “mansos” (es decir, los humildes) heredarán la tierra, porque es una humilde devoción a la superación personal lo que produce una verdadera mejora en los demás y lo que realmente hace del mundo un lugar mejor.
Este artículo ha sido adaptado de un número del boletín electrónico FEE Daily. Luego en FEE.org
Dan Sanchez es el Director de Contenido de la Fundación para la Educación Económica (FEE) y el editor en jefe de FEE.org. Síguelo en Substack y Twitter .