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¿Aceptar la oferta de Elon Musk fue la única opción moral de la junta directiva de Twitter?

Teniendo en cuenta el claro beneficio económico de la compra de Musk, ¿cómo debería haber gestionado la junta directiva la disidencia concentrada entre el público "verificado" de Twitter?

FEE por FEE
3 mayo, 2022
en Columnistas, Economía, Estados Unidos, Libertad de Expresión y Prensa, Opinión, Política, Sociedad
FacebookTwitterTelegramWhatsapp
Elon Musk
Muchos defensores de la censura en las redes sociales han denunciado la compra, preocupados de que Elon Musk permita difundir «desinformación» en Twitter. (Archivo)

Después de una semana de drama entre Elon Musk y la junta directiva de Twitter, Twitter  le fue vendida a Elon Musk por unos 43.000 millones de dólares.

Este precio de compra es superior al valor de mercado de Twitter. El valor de las acciones de Twitter rondaba los 40 dólares antes de la oferta de Elon, lo que supone unos 54 dólares por acción.

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A pesar de este acuerdo por encima del precio de mercado, la junta directiva de Twitter optó inicialmente por adoptar una estrategia de «píldora venenosa», que haría mucho más difícil una compra de la empresa sin la aprobación directa del consejo directivo (lo que se conoce comúnmente como una adquisición hostil).

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Sin embargo, tras una semana en la que Musk insinuó hacerles una «oferta pública de adquisición» a los accionistas, amenazó con recortarle el sueldo de la junta directiva a 0 dólares y anunció que se había asegurado el financiamiento, la junta directiva de Twitter recapacitó.

Muchos defensores de la censura en las redes sociales han denunciado la compra, preocupados de que Musk permita difundir «desinformación» en Twitter.

Esta controversia pone de manifiesto una cuestión interesante. Teniendo en cuenta el claro beneficio económico de la compra de Musk, ¿cómo debería haber gestionado la junta directiva la disidencia concentrada entre el público «verificado» de Twitter?

Para responder a esta pregunta, tenemos que remontarnos a un famoso artículo de la historia de la ética empresarial de hace unos 50 años.

Ganar tanto dinero como sea posible (normalmente)

Hace más de 50 años, el economista Milton Friedman escribió un artículo muy influyente sobre la responsabilidad que tienen los ejecutivos de las empresas. El mensaje, aunque algo controversial, era claro:

[La responsabilidad [de los ejecutivos de las empresas] es dirigir el negocio de acuerdo con sus deseos, que generalmente serán ganar tanto dinero como sea posible mientras se ajustan a las reglas básicas de la sociedad.

Aunque muchos se erizaron ante el argumento de Friedman, su afirmación era sencilla. Los propietarios de las empresas son los jefes de los ejecutivos y éstos tienen la obligación de cumplir sus contratos.

Si la junta directiva decidiera que, en lugar de obtener más ganancias, el dinero debería donarse a la caridad, estarían utilizando recursos que no son suyos para promover sus propios deseos.

A menudo, los que argumentan en contra de Friedman se declaran partidarios de la teoría de las partes interesadas, que sostiene que todas las personas influidas por las decisiones de la empresa deben ser tomadas en cuenta en el proceso de toma de decisiones.

Los economistas denominan problema de agente principal a la posibilidad de que los ejecutivos utilicen los recursos de los propietarios de forma distinta a la prevista. Irónicamente, una de las explicaciones de por qué existen las directivas de las empresas es para mejorar el problema de agente-principal que existe entre los trabajadores y los propietarios.

Los ejecutivos de las empresas que se aprovechan de sus jefes (los propietarios) tienen varios inconvenientes. El primer problema es que los ejecutivos pueden utilizar los recursos de los accionistas de forma interesada. Por ejemplo, es probable que un CEO o director general famoso reciba la invitación a una lujosa cena benéfica, mientras que los dueños de la empresa reciban poco reconocimiento.

Los CEO también podrían escoger causas que les resulten particularmente interesantes. Esto podría dar lugar a que los directores generales millonarios tuvieran una gran influencia en las causas a las cuales se destinan los recursos de la sociedad, un resultado que aparentemente no les gustaría a los progresistas.

Por último, el uso de los recursos de la empresa para hacer algo que no sea maximizar las ganancias puede «cubrir» la toma de decisiones de directivos incompetentes.

Los teóricos de las partes interesadas afirman a veces que tener en cuenta a grupos como los trabajadores, por ejemplo, ayudaría a la rentabilidad de la empresa. Pero en la medida en que esto sea cierto, hace innecesaria la teoría de las partes interesadas. Las decisiones que apoyan la rentabilidad se hunden para llegar al punto de vista de Friedman.

Si tomamos en serio el punto de vista de Friedman, la conclusión razonable es que la junta directiva probablemente hizo lo correcto al aceptar la oferta de Elon. ¿Por qué? Elon le proporcionó a los accionistas más dinero de lo que valía Twitter para cualquier otro comprador.

Considere si la junta directiva hubiese afirmado que la oferta de Elon era demasiado baja. Si, por ejemplo, hubiesen afirmado que Twitter vale realmente 50.000 millones de dólares.

Si esto fuera cierto, la junta podría mejorar el valor de Twitter en el mercado. Cualquier capitalista codicioso que creyera que Twitter vale realmente 50.000 millones de dólares hubiese hecho una buena jugada al superar la oferta de Musk y vender las acciones para reflejar ese valor de 50.000 millones.

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Pero nadie cree realmente que Twitter valga tanto, porque nadie está dispuesto a comprar las acciones a un valor que refleje esa creencia. En resumen, hablar resulta barato.

¿Y si los propietarios no quieren ganar dinero?

Así que hemos establecido que una junta ejecutiva que quiera cumplir con su obligación de hacer más dinero para sus empleadores haría bien en aceptar la oferta de Musk. Pero esto plantea otra cuestión interesante.

¿Y si a los propietarios de Twitter les importa algo más que el dinero?

Hay una razón por la cual Friedman dice que el deseo de los propietarios de las empresas es «generalmente» hacer tanto dinero como les sea posible. Es imaginable que los propietarios de una empresa puedan trascender el deseo de ganar dinero. Tal vez los propietarios estarían dispuestos a sacrificar las ganancias por el bien de los trabajadores o para evitar que la desinformación destruya la democracia (para utilizar el lenguaje del miedo de la actualidad).

Hay que admitir que parece poco probable que una empresa propiedad de miles de personas pueda estar razonablemente de acuerdo con algún otro fin y no está claro por qué los propietarios elegirían utilizar la empresa como vehículo en lugar de su propia riqueza, pero es ciertamente posible.

Y, en abstracto, esto podría no ser tan malo. Tiendo a pensar que el mundo sería un lugar mejor si los principales medios de comunicación vendieran menos falsedades a cambio de clics o visitas, aunque el engaño genere más ganancias.

Pero, aunque esto suene bien, es importante señalar que esta manera de pensar no está exenta de contrapartidas.

Cuando las empresas obtienen un beneficio económico, lo que hacen es transformar los insumos (tierra, trabajo y capital) en un producto que los consumidores valoran más que todos los insumos juntos. El beneficio se basa en los ingresos totales (simplemente la disposición de la gente a pagar por una determinada cantidad de un bien) menos el costo de todos los recursos utilizados en la producción.

En otras palabras, las empresas rentables están creando valor para la sociedad. Cuanto más éxito tienen, más bienestar material crean.

Si las actitudes de la sociedad cambian, de forma que los propietarios estén dispuestos a utilizar estrategias empresariales menos rentables, esto implica que podrán crear menos valor para los consumidores.

Por ejemplo, si los propietarios bienintencionados de una empresa quieren ofrecer a algunos empleados más dinero en salarios de lo que pueden aportar en ingresos, esto puede hacer que los trabajadores estén mejor, pero significa que la empresa producirá menos bienes y servicios para los clientes.

Además, cuanto más abandone la sociedad la ganancia como objetivo y lo sustituya por otros, más perderemos la capacidad de utilizar el conocimiento generado por las pérdidas y ganancias. Las ganancias actúan como una señal para los empresarios. Un empresario que genere algo valioso para la sociedad puede aprender de ese éxito al obtener una ganancia.

Las pérdidas envían una señal alternativa. Una empresa que genere pérdidas recibe la información de que sus productos son menos valiosos que los recursos utilizados para crearlos.

A medida que las empresas se alejan de la consideración de las señales de ganancias y pérdidas, el beneficio institucional del capitalismo de permitir el cálculo económico se desvanece.

Al igual que Friedman, no tengo ningún problema con que los propietarios de las empresas persigan fines distintos a la ganancia. Probablemente, si yo fuese propietario de una empresa, también perseguiría otros fines. Sin embargo, deberíamos ser muy conscientes de a qué renunciamos como sociedad cuando lo hacemos.

Cuanto más inyectemos nuestras políticas personales en nuestro negocio, más se sacrifica la tendencia del capitalismo a mejorar el bienestar material. Esto no significa que no deba ocurrir nunca, sino que debemos ser honestos sobre los costos. Como explica Ludwig von Mises,

El hecho de que los hombres hayan desarrollado un método para determinar en la medida de lo posible la conveniencia de sus acciones y para eliminar el malestar de la manera más práctica y económica, no le impide a nadie ordenar su conducta según el principio que considere correcto. El «materialismo» de la bolsa y de la contabilidad empresarial no le impide a nadie vivir según los criterios de Thomas à Kempis o morir por una causa noble.

Y, al menos en este caso, me alegro personalmente de que la junta directiva haya considerado el costo y haya decidido que los intereses monetarios de los propietarios eran la preocupación más acuciante.

Este artículo fue publicado inicialmente en FEE.org


Peter Jacobsen es Profesor Asistente de Economía en la Universidad de Ottawa y Profesor Gwartney de Educación Económica e Investigación en el Instituto Gwartney. 

Etiquetas: dineroElon MuskMilton FriedmanTwitter
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Fundación para la Educación Económica

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