Mientras estaba en España recientemente, observé que el país está siendo asfixiado por las regulaciones. En mi primer día, me di cuenta de que España no sufre una escasez de mano de obra como en Estados Unidos, sino algo mucho peor: un mercado laboral esclerótico marcado por regulaciones debilitantes.
Estas regulaciones eran más severas en el mercado de trabajo, pero se aplican también a otros mercados, como en el caso de las restricciones a la vivienda o incluso a la venta de medicamentos. Desgraciadamente, un mercado laboral excesivamente regulado no es nada nuevo en Europa y los llamados a una regulación aún mayor han aumentado desde que comenzó la pandemia del coronavirus hace casi dos años.
Para poner las cosas en perspectiva, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) genera un índice que ilustra el grado de restricción del mercado laboral de cada país. El patrón general muestra que los miembros de la OCDE de habla no inglesa están mucho más regulados que sus homólogos de habla inglesa, como Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá. Países como España, Francia e Italia tienen una mayor legislación de protección del empleo (LPE) que limita a los empresarios a la hora de contratar y despedir a los trabajadores.
Como resultado, España tiene lo que se denomina un mercado laboral dual (dualidad) en el que los trabajadores son contratados bien sea con contratos temporales de duración determinada, o con contratos regulares e indefinidos. La gran diferencia entre estos dos tipos de mercados laborales afecta sobre todo a los inmigrantes y a los trabajadores jóvenes no cualificados, ya que son los más propensos a trabajar con contratos temporales.
A modo de ejemplo, más del 24% de la población activa española está empleada con contratos de trabajo temporales, una cifra muy superior a la de otros países de la OCDE. Asimismo, cada mes en España, el 90 por ciento de las contrataciones son con contratos de trabajo temporales. Estas cifras contribuyen a explicar las elevadas tasas de desempleo observadas en España durante las tres últimas décadas, con un promedio del 17.3%, frente al 7.6 % de los países de la UE-8 y el 5.2 % de Estados Unidos.
Estos efectos también demuestran que los salarios son muy inflexibles y los costos de despido asociados con los contratos de trabajo regulares son excesivos. Por ejemplo, un estudio demostró que la tasa de desempleo de España no habría sido tan alta tras la Gran Recesión si los costos de despido de los trabajadores con empleos fijos hubieran sido menos onerosos y la brecha entre los tipos de empleo hubiera sido menor, como ocurrió en Francia.
En otro estudio, investigadores del Banco de España descubrieron que la función de dualidad del mercado laboral aumenta la volatilidad del desempleo en relación con un sistema de empleo unificado (como en EE.UU., por ejemplo). Un estudio similar concluye que el aumento del número de trabajadores con contratos temporales reduce el número de días trabajados en un 4.5 % y sus ingresos totales en un 9 %.
Además, la tasa de participación en la fuerza laboral ha disminuido constantemente en España desde 2012: de casi el 60% al 56.7 %. En el caso de las personas de entre 15 y 24 años, la tasa de participación laboral cayo del 48 por ciento en 2006 al 29.9 por ciento en 2020. España también tiene una de las tasas históricas de desempleo de larga duración más altas entre las naciones de la OCDE, lo que refleja aún más las rigideces de su mercado laboral.
Simplemente tiene más sentido económico para los empresarios españoles ofrecer contratos de trabajo temporales cuando saben que el costo de despedir a un empleado permanente es mucho mayor, por ejemplo, tener que emitir una indemnización por despido. A la inversa, esto explicaría por qué tantos trabajadores españoles se han desanimado y están abandonando la fuerza laboral. Saben que, aunque consigan un empleo, no durará mucho y tendrán que dedicar más tiempo a buscar otro trabajo transitorio e inseguro.
A pesar de las reformas del mercado laboral en 2012, España sigue en una posición precaria en cuanto al estado de su mano de obra temporal. Sigue habiendo costos elevados para los empresarios que quieren contratar a trabajadores con contratos regulares, lo que explica la gran proporción de trabajadores con contratos temporales y los elevados niveles de empleo involuntario a medio tiempo, que superan ambos el promedio de la UE.
Una forma de mejorar los resultados del mercado laboral en España es facilitar a los empresarios la contratación y el despido de trabajadores con contratos indefinidos. Esto se logró en cierta medida tras la reforma del mercado laboral de 2012, pero no fue suficiente para aliviar la preocupación de los empresarios por los costos que acompañan a los despidos de trabajadores. Un investigador descubrió que la reducción de los costos de despido a los que se enfrentan los empresarios que contratan a trabajadores indefinidos da mejores resultados que si se les ofrecen subvenciones para incentivar más contratos indefinidos.
En otro estudio, los investigadores sugieren eliminar por completo los contratos temporales y pasar a un sistema de empleo único y unificado. Muchos economistas coinciden en que encontrar formas de aumentar los puestos de trabajo permanentes en España mejorará las perspectivas de empleo de los trabajadores. Esto también fortalecerá las futuras oportunidades laborales de los inmigrantes y de los trabajadores poco cualificados al acumular más formación en el puesto de trabajo, lo que mejorará su movilidad económica.
Otro factor que no podemos ignorar es el elevado impuesto de la Seguridad Social a los empresarios en España, que se sitúa en el 29.9%. Aunque el impacto de la seguridad social sobre el empleo es discutido, seguiría habiendo un efecto depresivo sobre los salarios y las horas trabajadas aunque la incidencia del impuesto recaiga mayoritariamente sobre el empleado.
En general, España adolece de un sistema de mercado laboral dual en el que muchos trabajadores tienen contratos temporales que son siempre propensos a las crisis y a las recesiones económicas. Liberar el mercado laboral facilitando a los empresarios la contratación y el despido de trabajadores reduciría la brecha entre el trabajo temporal y el permanente.
Mejor aún, desechar el mercado laboral dual en favor de un esquema de empleo unificado eliminaría muchas de las fricciones que impiden la libre contratación entre individuos que dan su consentimiento. Estas reformas serían las que mejorarían la vida de los inmigrantes y de los trabajadores poco cualificados y generarían una mano de obra más próspera y productiva en España.
Este artículo fue publicado inicialmente en FEE.org
Michael Peterson es el especialista en contenido de una institución académica en el área de Washington, DC. Actualmente está cursando una maestría en economía de GMU, donde también recibió su título universitario.