Por: Barry Brownstein
Hay una historia apócrifa acerca de un hombre que observa a su vecino buscando bajo la luz de una lámpara en la calle. Como buen vecino, le ofrece ayuda. El hombre que estaba buscando le explicó que perdió las llaves de su carro. “¿Está usted seguro de que se le cayeron las llaves bajo la luz en la calle?”, le pregunta el vecino interesado. “No estoy seguro”, le responde el hombre que perdió las llaves, “pero aquí es donde está la luz”.
Si usted alguna vez ha buscado repetidamente en el mismo lugar un artículo que se le perdió, sabe que existe una tendencia a buscar soluciones donde le es familiar. El sesgo de la disponibilidad puede ocasionar que pongamos la “atención y la importancia indebida a información que de inmediato está disponible”, a la vez que se ignora “una evidencia más amplia que existe claramente, pero que no es tan fácilmente recordada o accedida”.
Diariamente, los medios promueven una narrativa de que los políticos son la fuente de bienestar en nuestras vidas. No culpe a medios de comunicación sesgados. Muchos quienes ven CNN, Fox News o MSNBC son atrapados y se sientan en frente a ellos embelesados. Algunos pasan horas, día tras día gravitando alrededor de los políticos, con una cobertura interminable sobre quién está participando en una elección, quienes pueden participar y quienes deberían participar. ¿Aquellos que están viéndolo creen que sus “llaves” para una buena vida se encuentran en la lucha política?
Están tan enfocados en buscar soluciones gubernamentales, y no se dan cuenta que el proceso cotidiano de descubrimiento ya está en marcha.
Si usted vive en una burbuja ideológica, podría sorprenderle saber que muchos individuos bien intencionados piensan que Alexandria Ocasio-Cortez es brillante y apoyan la plataforma del socialismo democrático. Ellos creen que personas inteligentes tienen el suficiente conocimiento para resolver los problemas sociales y que es por la falsedad de las personas, a las que no les importa, lo que está bloqueando las soluciones. Esta idea acerca del conocimiento es equivocada. Ellos no entienden que el conocimiento útil no es un stock que pueda desplegarse; sino que, en vez de ello, el conocimiento debe ser descubierto en un proceso.
¿Por qué no podemos cooperar más y resolver estos problemas?, se preguntan ellos. Tenemos que hacer algo, dicen ellos.
Están tan enfocados en buscar soluciones gubernamentales, y no se dan cuenta que el proceso cotidiano de descubrimiento ya está en marcha. Como lo explica Jonah Goldberg en su libro Suicide of the West, “El capitalismo es el sistema más cooperativo que se ha creado para el mejoramiento pacífico de la vida de las personas”. Continúa Goldberg: “El sistema de mercado es tan bueno para lograr que la gente -de todas partes del mundo- trabaje de manera conjunta, que casi no notamos que estamos cooperando”.
Un viaje de compras
Mi familia consume una dieta rica en productos frescos. Nosotros vivimos en un área rural; durante los meses de verano, los granjeros locales nos los suministran. Cuando se acaba ese período de cosecha, se dificultan las compras. Un negocio puede haber recibido un envío de rico kale verde, otro de bok choy, mientras que otro de pomelo. Somos consumidores quisquillosos, quienes exigimos frescura y calidad.
Recientemente, mi esposa y yo pasamos un fin de semana en Boston. De regreso a casa, paramos para comprar en diferentes salidas de la autopista: primero en Wegmans, luego en Costco, luego en Trader Joe’s, luego en Market Basket, seguido de Whole Foods y, finalmente, en una cooperativa local.
Cada uno de los mercados tenían su estacionamiento repleto y una atmósfera vibrante y próspera. Ni políticos ni planificadores emitieron órdenes acerca de qué productos debían almacenar esos negocios. Al llegar a la casa, nuestro carro estaba repleto con nuestro botín. Quienes nos atendían, produjeron ante nuestros ojos una cornucopia, que ni siquiera un rey o Rockefeller podían haberse imaginado hace tan sólo un siglo.
Políticos como Elizabeth Warren pueden estar en contra de las empresas. Pero, ¿qué poder impusieron esos negocios sobre nosotros? Las cadenas de supermercados que no nos sirven bien, las dejamos de lado. El consumidor es el verdadero jefe, no “los capitalistas, las empresas, [o] los agricultores”, como lo explica Ludwig von Mises en su libro Burocracia.
“[Los consumidores] al comprar y al abstenerse de comprar, son ellos los que deciden quién se apropiará del capital y quién dirigirá las instalaciones. Determinan lo que se ha de producir y en qué cantidad y de qué calidad. Sus actitudes originan el beneficio o la pérdida para el empresario. Hacen ricos a los pobres y pobres a los ricos. No son amos cómodos. Están llenos de caprichos y de fantasías; son flexibles e imprevisibles. Les tienen sin cuidado los méritos anteriores.
Tan pronto como se les ofrece algo que les parece mejor o que resulta más barato, abandonan a sus antiguos proveedores. Para ellos sólo cuenta su propia satisfacción. No se preocupan ni de los intereses establecidos de los capitalistas ni del destino de los trabajadores que pierden sus empleos, si, como consumidores, dejan de comprar lo que compraban antes”.
Lo que no notamos acerca de la economía
Algunas veces, lo que es ordinario puede revelar lo milagroso.
El estacionamiento alrededor de Whole Foods, en Bedford, New Hampshire, está bajo construcción. Hay señales que dividen el tráfico entre clientes y entregas.
Los negocios necesitan de entregas y de clientes. Un negocio que progresa no considera como un hecho a sus clientes, pero algunas veces los clientes consideran como un hecho a las entregas.
En las sociedades capitalistas hay una red extendida de confianza.
Todos los días, camiones que llevan comida de todo el mundo llegan a Whole Foods. Los vendedores consideran que se les pagará a tiempo. Los manufactureros y los agricultores que venden sus bienes a los distribuidores, confían en que se les pagará a tiempo. Los clientes confían en que están adquiriendo productos de calidad.
Imagínese que no existiera la confianza. Imagínese el aumento en los costos de transacción si vendedores y agricultores no tuvieran certeza de que se les pagará; si los clientes no pueden confiar en que los productos que están comprando son frescos y de alta calidad. Imagínese cómo el comercio se paralizaría.
En las sociedades tribales, fuera de la tribu existe una confianza limitada. En las sociedades capitalistas hay una red extendida de confianza; una beneficencia invisible que nos envuelve a todos.
En su libro, Capitalismo Consciente, el fundador de Whole Foods, John Mackey, expone que, “La confianza es crítica para tener una buena relación con los clientes’”. Mackey cita al cofundador de Home Depot, Bernie Marcus, quien dijo, “Realmente amo a los clientes. Cuando voy a los negocios, abrazo y beso a los clientes porque reconozco que todo lo que tengo en mi vida provino de ellos”. En vez de enfocarse en las pérdidas y ganancias finales, Marcus creía que, “si tratamos bien al cliente, eventualmente tendremos buenos resultados”.
¿Es una coincidencia que algunos negocios que gozan de una alta confianza, virtualmente no gastan nada en publicidad? Mackey reporta que Trader Joe’s gasta en publicidad menos de un 1 por ciento de sus ingresos. En una entrevista con Mackey, Doug Rauch, anterior presidente de Trader Joe’s, explica el porqué Trader Joe’s no tiene que “tratar de crear demanda artificial y temporalmente” por medio de la publicidad:
“Trader Joe’s tiene un sentido de propósito claro y un enfoque fuerte en la experiencia con el cliente. Con el paso del tiempo, eso ha resultado en clientes que se hacen fanáticos delirantes, y en embajadores y agentes de mercadeo para la compañía no pagados, altamente efectivos. No solo lo hacen sus empleados, pero ¡incluso sus vendedores se convierten en agentes de comercialización para ellos!”
Market Basket es una querida cadena de comestibles en Nueva Inglaterra, cuyos clientes hicieron una huelga cuando hubo un intento hostil compra de la empresa hace unos años. Market Basket, junto con Wegmans, es conocida por la fuerte lealtad de sus clientes y sus empleados.
Tanto bienestar es creado por capitalistas, que pueden ser despedidos en cualquier momento por sus clientes. El socialismo destruye la confianza y la cooperación humana. Para una muestra, mire a Venezuela
¿Por qué seguimos viendo hacia el lugar equivocado?
He explorado en muchos ensayos una persistente atracción hacia el socialismo. Por ejemplo, algunos creen que las buenas intenciones superan todo; otros piensan que el socialismo es más compasivo.
Hay una razón por la cual muchos se mantienen mirando hacia el lugar equivocado. Nuestro ego es narcisista; nuestro ego se sienta como si fuese el centro del universo. Nuestro ego rechaza todo lo que no puede entender, lo que no creo y lo que no puedo controlar.
Las cadenas de supermercados surgen y fracasan. Marcas de alimentos pueden llegar y desaparecer. Ordenar y pedir en línea puede crecer en popularidad. Dietas especializadas surgen y caen en popularidad. Lo que no cambia es el trasfondo del mercado que produce todo ese fenómeno. Es un trasfondo que ninguna mente humana puede controlar o entender totalmente.
Deje de buscar bajo la luz del poste en la calle o al último político que promete arreglarle los problemas. El premio Nobel F.A. Hayek, en su capítulo clásico “Cosmos y Taxis”, en el Volumen 1 de Derecho, Legislación y Libertad nos guía en otra dirección. Mucha de la cooperación en la vida que damos por garantizada es un fenómeno espontáneo que no es controlado por persona o grupo alguno.
“Hayek lanza un balde de agua helada al entendimiento de la realidad por nuestro ego. Nosotros no estamos a cargo. No podemos comprender plenamente el milagro del orden no planificado que produce la vida moderna. Hayek nos instruye en cuanto a que el orden espontáneo tiene ‘un grado de complejidad’ que ‘no está limitado a lo que la mente humana puede dominar’. Muchos no pueden concebir un orden que emerge de miles de millones de acciones diarias de los individuos, sin que exista la coordinación por una mente maestra”.
Hasta que el “humilde pastel” se convierta en la última locura dietética, la gente continuará buscando bajo la luz de la lámpara de la calle o al próximo político que prometa salvarlos. Antes que sea demasiado tarde, admire los milagros del mundo moderno creados a través del proceso de descubrimientos de mercados. Mire al casi invisible orden que promueve la cooperación humana y el cual ha permitido que seres humanos saquen a miles de millones de la pobreza, en un período asombrosamente corto.
Barry Brownstein es profesor emérito de economía y liderazgo en la Universidad de Baltimore. Es autor de The Inner-Work of Leadership.