Por Luis Pablo De La Horra
Fidel Castro, el dictador que gobernó a Cuba con mano de hierro durante casi seis décadas, lleva muerto más de tres años. Desafortunadamente, su régimen no murió a su lado. La isla más grande del Caribe está todavía bajo el pesado yugo del comunismo.
Desde que Castro tomó el poder en 1959, el castrismo se ha caracterizado por la brutal represión de los derechos políticos y civiles, así como por el bajo crecimiento económico. El crecimiento del PIB real fue de un escaso promedio anual de 1 % entre 1959 y 2015.
La “baja” tasa de mortalidad infantil de Cuba
A pesar de la falta de libertad y de su pobre trayectoria económica, Cuba es a menudo elogiada por sus logros sociales en materia de salud y educación, algunos de los cuales rivalizan con los países desarrollados. Un buen ejemplo de esto es la Tasa de Mortalidad Infantil (TMI), que se define como la proporción de niños que mueren antes de su primer cumpleaños. El gráfico que aparece a continuación compara la TMI de Cuba con la de cuatro países desarrollados:
Sorprendentemente, la TMI de Cuba en 2017 fue menor que la de los Estados Unidos y Canadá: 4,1 muertes por cada 1 000 niños nacidos vivos frente a 5,7 en Estados Unidos y 4,5 en Canadá.
Esto parece contrario a la intuición. ¿Cómo podría un país pobre como Cuba, cuyo ingreso per cápita es una fracción del de los países desarrollados, superar a dos de las naciones más ricas del mundo?
Existen algunas posibilidades, ambas relacionadas con el gasto en salud. ¿Son estas cifras estelares el resultado de que Cuba gasta más que Estados Unidos?
No, según los mismos datos. Como muestra el siguiente cuadro, el gasto en salud per cápita de Cuba es sustancialmente menor que el de Estados Unidos.
Pero un mayor gasto no asegura mejores resultados. De acuerdo con el Índice de Atención Médica Bloomberg, que mide la eficiencia de los costos en la atención médica, Estados Unidos gasta cuatro veces más que Singapur en términos per cápita, sin embargo, la esperanza de vida es cuatro años más alta en el país asiático. Por lo tanto, podría ser que, a pesar de gastar menos, Cuba logre mejores resultados.
Desafortunadamente, la economía planificada de Cuba está lejos de ser eficiente. Esto significa que tiene que haber otra explicación.
Manipulación de datos
De hecho, la impresionante TMI de Cuba tiene una explicación sencilla: la manipulación de datos.
En un documento del 2015, el economista Roberto M. González concluyó que la TMI real de Cuba es sustancialmente más alta que la reportada por las autoridades. Para entender cómo las autoridades cubanas distorsionan los datos de la TMI, necesitamos entender dos conceptos: las muertes neonatales tempranas y las muertes fetales tardías.
El primero se define como el número de niños que mueren durante la primera semana después del nacimiento, mientras que el segundo se calcula como el número de muertes fetales entre la semana 22 de gestación y el nacimiento. Por consiguiente, las muertes neonatales tempranas se incluyen en la TMI, pero las muertes fetales tardías no.
Para la muestra de países analizados por González, la relación entre las muertes fetales tardías y las muertes neonatales tempranas oscila entre 1 a 1 y 3 a 1. Sin embargo, esta relación es sorprendentemente alta en Cuba: el número de muertes fetales tardías es seis veces mayor que el de muertes neonatales tempranas.
Este número sugiere que muchas muertes neonatales tempranas son reportadas sistemáticamente como muertes fetales tardías para reducir artificialmente la TMI. González estima que la verdadera TMI de Cuba en el 2004, el año analizado en el documento, fue entre 7,45 y 11,46, sustancialmente más alta que la 5,8 reportada por las autoridades cubanas, y mucho peor que las tasas de los países desarrollados.
El hecho de que la dictadura cubana manipule las estadísticas autodeclaradas no debería ser una sorpresa. Después de todo, los Castros han tratado por años de probar que, a pesar de la falta de libertad en su país, su régimen ha construido un Estado de bienestar donde se garantizan servicios públicos de alta calidad para todos los ciudadanos.
Nada más lejos de la realidad. El único logro de la Revolución de 1959 fue convertir a Cuba en una enorme prisión donde la miseria y la represión dominan la vida de millones de cubanos que no han tenido la oportunidad de huir del país en busca de una vida mejor.
Las dictaduras siempre han recurrido a la manipulación de datos con fines políticos. Esto no es nuevo. Lo que es realmente preocupante es que los intelectuales occidentales siguen comprando la propaganda de la tiranía más antigua de América.
Luis Pablo De La Horra tiene una licenciatura en inglés y una maestría en finanzas. Escribe para FEE, el Instituto de Asuntos Económicos y Speakfreely.today.