Por Zilvinas Silenas
Si usted piensa que su mesa de Navidad era aburrida y simple, permítame llevarlo por un viaje a la Unión Soviética en la década de los años 1980 para explorar los alimentos que servían en ocasiones muy especiales.
Mayonesa
Sabes que has vivido bajo el socialismo si en algún momento de tu vida la mayonesa fue un regalo raro y caro. La pura y buena crema blanca de 48 onzas que actualmente se vende a $4 en cualquier tienda en los Estados Unidos era casi inexistente en la Unión Soviética. Además, 48 onzas (casi 1.5 kg) de mayonesa era una cantidad inaudita. La mayonesa no venía en kilogramos sino en pequeños frascos de un cuarto de libra (100 gramos). Si usted tenía la suerte de conseguirla, digamos en septiembre, la guardaría cuidadosamente en un refrigerador para una ocasión importante, como un cumpleaños, una boda o una fiesta de Año Nuevo.
Guisantes verdes
Uno pensaría que el país con la mayor cantidad de tierra cultivable del mundo se las arreglaría para cultivar guisantes. Pero, te equivocarías, porque así es el socialismo. Los guisantes enlatados de Bulgaria, que hoy en día son muy difíciles de conseguir, engancharon a todos con su sabor. Si tenías suerte y comprabas una lata de guisantes en junio del año anterior, junto con la mayonesa, formaban el núcleo de una ensalada especial de la cual ninguna celebración especial podía prescindir. Incluso hoy en día, cuando se puede comprar mayonesa y guisantes verdes en lata, la gente mayor sigue enganchada con ese sabor.
Aceite de cocina
Por alguna razón, había escasez de aceite de cocina en la Unión Soviética. La razón era el socialismo y la planificación central, pero aun así, eso es bastante bajo, incluso para sus estándares. Por supuesto, la gente cocinaba y freía cosas, pero con manteca de cerdo u otra grasa animal. Si podías conseguir una botella de aceite de cocina (como mi madre en una rifa del sindicato), la exhibías con orgullo en tu cocina en lugar de cocinar con ella. Una vez noté que mi madre usaba ese aceite para cocinar pescado y le pregunté qué día festivo era. También recuerdo haber guardado la botella de plástico vacía para usarla como botella para beber. Como verás, no había botellas de plástico para beber en el socialismo.
Café instantáneo
Aunque el café instantáneo apareció en el siglo XIX, el socialismo no recibió el memo. Por lo tanto, el café instantáneo —incluso el realmente barato de la India— era una gran cosa. Si usted piensa que la escasez de café instantáneo significaba que todo el mundo bebía el tipo de café barista, de origen orgánico y recién hecho, no era así.
La industria soviética, fiel a su creencia principal de hacer copia baratas de productos occidentales, hizo su propia versión de café instantáneo que se parecía a una mezcla de sobras industriales, bellotas y achicoria. Si usted tenía en sus manos una lata de café instantáneo, la exhibiría con orgullo y la sacaría en caso de tener compañía.
Plátanos
Cualquier fruta que no creciera localmente era una gran delicadeza y un símbolo de estatus. Para ser justos, los soviéticos no fueron los primeros en valorar las frutas raras. Después de todo, las piñas solían ser tan caras que en Europa se utilizaban para el alquiler, pero eso fue en la década de 1780. Bajo el socialismo, ¡lo mismo ocurría en los años 80! Si te regalaban un plátano (o incluso un racimo de plátanos) como regalo de Navidad, podías considerarte afortunado. En cuanto a las piñas, nosotros los niños solo las habíamos visto en fotos.
Perros calientes
Apuesto a que si le sirvieras a tu hijo solo perros calientes durante una semana, los servicios sociales se los llevarían. En la época soviética, la posibilidad de comer salchichas durante una semana sería como bañarse en champán, nadar en caviar o darse un festín con algún animal que pronto se extinguiría. En otras palabras, era un lujo. Como corresponde a una economía socialista, siempre se podía dar por sentado que las tiendas de comestibles no tenían salchichas.
El único lugar donde se podían conseguir era en una cafetería con unos precios ridículos, casi un día de salario por un par de libras de los perros calientes más básicos. Incluso entonces, si querías comprar más de dos libras, tenías que traer a tu hijo, cónyuge o a un amigo para demostrar que los comprabas para un grupo más grande de personas y no solo para ti.
¿Mencioné que no había ketchup?
Tres cosas que aprender
Primero, aunque esto suene a sátira, esa era la vida cotidiana bajo el socialismo. Recuerde que viví en Lituania, que era una especie de “Occidente” de la Unión Soviética. Decenas de millones de personas lo pasaron muchísimo peor.
En segundo lugar, no había un reparto equitativo del sufrimiento. Los miembros del Partido Comunista, los funcionarios socialistas, etc., lo tenían todo y algo más. Es un mito que no había desigualdad de ingresos y riqueza en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. La única diferencia con el capitalismo era que la desigualdad material socialista venía con algo de gulag.
En tercer lugar, los verdaderas héroes anónimos de la alimentación en las familias en el socialismo fueron las mujeres. Las mujeres, quienes tenían trabajos a tiempo completo, y que tenían que hacer colas durante horas para obtener una lata de guisantes verdes. Tenían que encurtir, adobar, salar y secar toda clase de verduras y setas silvestres, que ellas mismas cultivaban y recolectaban.
¿Qué tal si brindamos por la maravilla hecha por el hombre que es la economía capitalista moderna?
Zilvinas Silenas se convirtió en presidente de la Fundación para la Educación Económica (FEE) en mayo de 2019. Sirvió desde 2011-2019 como presidente del Instituto de Libre Mercado de Lituania (LFMI). Silenas posee títulos en economía de la Wesleyan University y la ISM University of Management and Economics, y ha servido en numerosos roles de enseñanza y asesoramiento.